Mi escrito de ayer, sobre el persistente problema entre España y Catalunya, lo finalicé comentando que esto nos lleva a algunos a un cierto pesimismo, a un retraimiento y, en definitiva, a un aislamiento no deseado, pues tras el 2017, todo ha sido negativo, especialmente potenciado por la pandemia, y eso nos genera un gran malestar; y sobre el particular, a continuación, traslado algunas elucubraciones personales.
Efectivamente, los independentistas catalanes tuvimos una gran ilusión hasta el 2017, que votamos por nuestra independencia, acto totalmente democrático que desencadenó todos los males infernales, pues Catalunya se convirtió en el Armagedón, el lugar de la batalla final de todos los poderes apocalípticos unionistas españoles; y sufrimos todas las plagas del reino que nos tiene colonizados.
Según el Armagedón bíblico, la batalla final entre el bien y el mal, tendrá un desenlace positivo, como en el apocalipsis. Pero, aplicadas estas metáforas a nuestra situación actual, sería muy ingenuo esperar un desenlace democrático, especialmente vistos los efectos que ha tenido, sigue y seguirá teniendo la represión española.
Pues el principal resultado es que gran parte de los independentistas ilusionados en su momento, ahora están en una situación catatónica, y si bien siguen siendo independentistas, en este momento ya les ‘es igual ocho que ochenta’, hace tiempo que se desconectaron, se desmotivaron y desmovilizaron, por diferentes motivos, internos (por la actuación de algunos de nuestros líderes y partidos) y externos (por la represión española y la nula comprensión internacional); y esa indiferencia actual, obviamente, es uno de los objetivos buscados y pretendidos por el estado español, y … es un objetivo conseguido (esa es la ‘pacificación’ de Pedro Sánchez).
Y esos independentistas desilusionados, ahora son unos verdaderos pasotas, y cuando ven u oyen llamadas de retomar su espíritu combativo que tuvieron hasta el 2017, rotundamente dicen que no, ‘ni qué ocho cuartos’ (*), que ya hicieron todo lo posible, y que ahora no se dan las condiciones para reintentarlo, pues sería un nuevo fracaso.
(*) el ‘cuarto’ era una moneda de cobre española, acuñada entre los siglos XIV a XIX, y cuyo valor era el de cuatro maravedís de vellón.
Un aspecto positivo de todo este proceso, es que ahora conocemos mejor nuestras debilidades (y también nuestras posibles fortalezas), y las brutales fortalezas del estado español.
Entre nuestras debilidades, obviamente, está el constatar que algunos de nuestros líderes no actuaron de forma ética con el movimiento independentista, pues sus objetivos eran muy diferentes (propios y partidistas; por ej. ERC)
Así que ahora conocemos mejor a esos personajes; pero eso no es una fortaleza, ya que, por falta de toda la información precisa, nos basamos en suposiciones y deducciones más o menos bien fundadas.
Y eso es un fenómeno generalizado, pues siempre creemos conocer a las personas que nos rodean: a los personajes históricos, a los políticos, a los famosos en general. Pero nunca es así, ya que la realidad es que no nos conocemos ni a nosotros mismos.
Y ese juego de ‘conocimientos’, es evidente que falla por la base, ya que está incompleto, pues creemos conocer a dichos políticos, famosos, etc.; pero ellos no saben nada de nosotros, ni nos conocen, y su ‘conocimiento’ se basa en manipuladas e interesadas encuestas generales.
Todos tenemos ejemplos de ese sesgo, pues ‘conocemos’ a terceras personas, a través de un amigo común, pero eso dista mucho del verdadero conocimiento; máxime, cuando esa persona puede no saber ni de nuestra existencia. Por eso, es muy difícil extraer conclusiones y/o valoraciones.
Efectivamente, la pandemia agravó ese problema de desconocimiento y la consiguiente desmotivación, pues, aunque no seamos conscientes, no somos los mismos, como dijo Heráclito (Herákleitos) de Éfeso (544 a.C. – 484 a.C.): ‘todo fluye, nadie se baña dos veces en el mismo río’.
Y todo este fenómeno nos comporta, a algunos más que a otros, una sensación de soledad, que no tiene nada que ver con la realidad social efectiva, está claro. Pues si bien somos seres sociales y nos comportamos como tales, el sentimiento de la soledad emocional es ajeno al mantenimiento de los vínculos tradicionales, ya que es una percepción subjetiva que constata la diferencia entre la soledad social y la soledad emocional.
Y esa sensación de soledad no deseada, ampliada y aplicada a los pequeños grupos que seguimos manifestándonos, comporta una invisibilidad, por ser incómodos a los que no piensan igual.
Es preciso puntualizar que en ningún caso pretendo valorar las diferentes opciones adoptadas individual o colectivamente, solo pretendo constatar una realidad, mi realidad subjetiva, referida al movimiento independentista (dejando al margen otras problemáticas sociales como la soledad no deseada de las personas mayores, especialmente en las grandes ciudades, que es un gran problema actual)
Y esta sensación personal, no es fruto de un estado depresivo, pero si de una gran decepción, si bien, aún así, con un rinconcito de esperanza.
Por eso, me parece interesante recordar la famosa canción: ‘Where have all the flowers gone?’ (¿Dónde se han ido todas las flores?) de Pete Seeger (1919 – 2014), referida al contexto de la guerra contra Vietnam:
¿Dónde se han ido todas las flores
con el paso del tiempo?
¿Dónde han ido todas las flores
hace tanto tiempo?
¿Dónde han ido todas las flores?
Las muchachas las han recogido todas.
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Dónde han ido todas las muchachas
con el paso de tanto tiempo?
¿Dónde han ido todas las muchachas
hace tanto tiempo?
¿Dónde han ido todas las muchachas?
Todas han encontrado marido.
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Dónde han ido todos los esposos
con el paso de tanto tiempo?
¿Dónde han ido todos los esposos
hace tanto tiempo?
¿Dónde han ido todos los esposos?
Todos se han ido de soldados.
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Dónde han ido todos los soldados
con el paso de tanto tiempo?
¿Dónde han ido todos los soldados
hace tanto tiempo?
¿Dónde han ido todos los soldados?
Todos han ido a los cementerios.
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Dónde han ido todos los cementerios
con el paso de tanto tiempo?
¿Dónde han ido todos los cementerios
hace tanto tiempo?
¿Dónde han ido todos los cementerios?
Todos están cubiertos de flores.
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Dónde han ido todas las flores
con el paso del tiempo?
¿Dónde han ido todas las flores
hace mucho tiempo?
¿Dónde han ido todas las flores?
Las muchachas las han cortado.
¿Oh, cuándo aprenderán?
¿Oh, cuándo aprenderán?
(autores de la letra: Pete Seeger, Bert Paige y Joe Hickerson)
El cantautor Pete Seeger se hacía esas preguntas en una situación de reclutamiento para la guerra. Y me parece que, aunque la situación sea diametralmente diferente, yo también me pregunto, ¿dónde han ido las flores que tuvimos hasta el 2017?; ¿enterradas en el cementerio unionista español?
Otra canción muy sugerente de Pete Seeger es ‘If I had a hammer’ (si yo tuviera un martillo) de 1949, versionada por muchos cantantes, como Víctor Jara (Víctor Lidio Jara Martínez (1932 – asesinado en 1973), con ligeras modificaciones; y supongo que por la represión franquista, en su momento, los Sirex, inicialmente (1964) la grabaron respetando el original, pero rápidamente (1966) sustituyeron el martillo por la escoba; y, así, en lugar de martillear, se limitaban a barrer, como hicieron otros cantantes, como Gelu, etc.
No voy a reproducir la letra de esta canción, pues ya lo efectué en un escrito de hace unos meses, pero me parece aconsejable señalar que los independentistas, encantados y desencantados (si bien todos decepcionados), si realmente queremos ser independientes, debemos actuar, martillear por la mañana, la tarde y por todos lados, como dice la canción; (pues, siguiendo con la canción, tenemos ese martillo así como la campana y nuestro himno nacional), y sólo martilleando, actuando (de forma pacífica y democrática, pero contundente) podremos hacer realidad nuestro sueño.
Y no debemos dejarnos engañar por los políticos acomodaticios que hace tiempo dejaron el martillo y lo sustituyeron por la escoba, y ahora, por un simple cepillo para ‘cepillar’ a los unionistas como el represor Salvador Illa.
Y debemos conseguir la unidad del movimiento independentista, ya que, como dijo Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.): ‘la soledad es capaz de crear dioses o bestias’.