Pedro Sánchez no ha permitido que el rey Felipe VI asista, el día de hoy (viernes 25) al acto de entrega de los despachos de los nuevos jueces en la Escuela Judicial en Barcelona; a pesar de que hace unos días la casa real confirmó la visita.
El argumento que dio ayer el ministro de justicia fue que la suspensión era por un tema de seguridad: ‘en la mente de todos hay una serie de circunstancias y variables que podrían cuestionar cosas. La principal obligación que tiene el gobierno español es proteger las instituciones, y la monarquía lo es, y hay un paquete de razones que han aconsejado tomar esta decisión, y está bien tomada’.
Por su parte, Miquel Iceta (PSC, ‘portavoz’ del PSOE en Catalunya), en una entrevista a TVE ha comentado que ‘puede ser que alguien pensase que, en un acto con un componente judicial muy importante, la semana que posiblemente se hará pública la sentencia al president de la Generalitat, no era la mejor ocasión’.
El presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, precisamente por ese motivo, había propuesto a Felipe VI realizar este acto hoy, ya que, con toda seguridad, el lunes 28 se dicte dicha sentencia.
Un vocal del CGPJ, José María Macías y diversas asociaciones de jueces conservadores han salido en tromba pidiendo explicaciones sobre esa ‘prohibición’; y, del mismo modo, los partidos de derechas (PP, Ciudadanos y Vox), pedirán explicaciones al ministro de justicia. Según el portavoz del PP ‘Sólo puede ir a Catalunya el que no moleste a los independentistas’.
Es importante señalar, asimismo, que el CGPJ no ha tenido la ‘delicadeza’ de invitar al acto al president de la Generalitat ni a la consellera de justicia (que siempre habían participado en ese acto); denotando, de ese modo, un desprecio a la delegación de funciones y al respeto institucional. Mientras que el conseller de gobernació de la Generalitat ha confirmado que los mossos tenían preparado el dispositivo de seguridad preciso para garantizar adecuadamente el acto institucional.
Asimismo, a primera hora de hoy, el presidente del Tribunal Constitucional, Juan José González Rivas, ha declinado la invitación, aludiendo a un problema de agenda; una excusa de ‘mal pagador’, y no deja de ser, otra prueba más, de que esos altos cargos ‘dependen’ de los partidos y del gobierno, para ser renovados.
Además del presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, han asistido el ministro de justicia, Juan Carlos Campo, la fiscal general, Dolores Delgado, y el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, José María Barrientos.
En su discurso, Carlos Lesmes ha evidenciado el malestar del CGPJ por este hecho, pues hace veinte años que el monarca asiste a la entrega de estos despachos; con la excepción del año pasado, pues al celebrarse el 40 aniversario de la Constitución, se celebró en Madrid.
El rey, por su parte, ha confirmado telefónicamente a Lesmes, ‘que le hubiera gustado estar presente en este acto’, y eso no deja de ser otra muestra de ultrapasar sus funciones, ya que el rey no gobierna, debe acatar y no hacer llamadas telefónicas para mostrar su posición; y efectuar esta llamada, que no es privada, y después filtrarla a la prensa, es un verdadero toque, en la línea autoritaria que mostró en su discurso del 3 de octubre. Tenemos demasiadas pruebas de que ‘el preparao’ como le llamaban (o el ‘prepagao’, como le llaman ahora), interfiere en la vida política, y con una visión de ultraderecha, tipo Vox.
Y Lesmes ha confirmado que la presencia real responde ‘al especial vínculo constitucional de la Corona con el Poder Judicial; a una enorme dimensión constitucional jurisdiccional y política de la Corona’. Y Lesmes ha acabado su discurso pidiendo un grito de ‘viva el rey’. Y esto, en un momento de confrontación de poderes, es una clara toma de posesión. Así como una muestra más de la falta de neutralidad del poder judicial, ya que está haciendo política con sus actuaciones.
Es una vergüenza que Pedro Sánchez, que siempre se llena la boca con la división de los poderes, ‘utilice’ la figura del rey, para forzar al poder judicial y al PP, para que cumplan la constitución y releven los cargos.
Es evidente que todo son intereses, que todo está politizado, y que no hay ‘un palmo limpio’; todo es manipulable y todo se manipula de acuerdo con intereses espurios. Pero si lo hacen ellos, desde la Moncloa, lo venden como adecuado; si lo hiciéramos desde la Generalitat, sería casi un delito.
Y ‘justificar’ la ausencia del rey por un ‘problema de seguridad’ es querer cargar al movimiento independentista una agresividad que no hay ni habrá; que, si hubiese venido, con toda seguridad hubiera habido manifestaciones en contra de la visita, pero eso ya lo tienen asumido, va con el sueldo del monarca.
Sea como sea, a los independentistas nos parece correcto que no venga el rey, aquí, uno de los gritos más repetidos en las manifestaciones es el de ‘Catalunya no tiene rey’; pero que se nos utilice para conseguir otros fines que le puedan interesar a Pedro Sánchez, es una muestra vergonzosa más.
En los EUA, Trump está encontrando todo tipo de críticas a su intento de nombrar al sustituto de la juez Ruth Bader Ginsburg, quedando sólo 43 días para las elecciones presidenciales; pero los republicanos son conscientes que con ese nombramiento garantizarían la mayoría conservadora durante décadas, ya que los nombramientos son vitalicios.
Está claro que, conociendo la mecánica ‘política’, la ‘mítica juez progresista del Supremo’ fallecida con 87 años, durante el mandato de Obama, y así ser sustituida por otro juez progresista. Pero eso muestra que el sistema falla por su base. No hay procedimiento regulatorio que sea garantista, y tratándose de mandatos vitalicios, la situación se agrava.
Es evidente que es difícil mantener la división de los poderes, cuando las asignaciones de las cúpulas de los poderes judicial y legislativo son dependientes de los ejecutivos de rigor.
Y aquí en España sabemos que el trasfondo esencial es la ideología franquista la que domina los poderes y sus cloacas. Y, en este caso, pretender mostrar una pureza exquisita en la separación de los diferentes poderes, no deja de ser más que una mera mentira más, otra de las muchas que nos quieren hacer tragar.
Ante este panorama, los independentistas catalanes nos sentimos como ‘En la colonia penitenciaria’, escrita en 1914 y publicada en 1918, por Franz Kafka (1883-1924):
‘El asunto del relato es singular: un oficial de una colonia penitenciaria está enamorado de una extraña máquina de matar, es un artefacto de tortura y muerte que inventó un comandante de la colonia ya fallecido, y cuya memoria honra el oficial. El aparato se asemeja a un catafalco, en él se tiende a un reo que ha cometido una falta; éste, como todos los reos de la colonia, es condenado a la máxima pena por mínima que sea su culpa; unas agujas punzantes se encargan de inscribir en su piel -a lo largo y ancho del cuerpo- el lema de la norma contra la que se le acusa de atentar; en este caso concreto la máquina trazará en su piel: ¡Honra a tus superiores!, seguirá punzando e hiriendo hasta que el hombre se desangre y muera.
Un explorador llega a la colonia, lo invitan a la ejecución y el oficial le presenta las bondades de este tipo de método mortal.
Lo que se sigue de esto es completamente ‘kafkiano’, grotesco, irónico y sumamente cruel. La descripción minuciosa de la tortura que espera al prisionero repele; y repelente es asimismo la pasión con la que el oficial cree en la idoneidad de su método de muerte, con el que se ufana de impartir ‘justicia’.
Pues ese castigo, y el lema que quieren tatuarnos a los independentistas catalanes, ¡Honra a tus superiores!, es lo que pretenden los poderes de la metrópoli.
Y la ‘prohibición’ de que haya podido desplazarse el rey a la ‘colonia catalana’, no deja de ser una muestra más, de la concepción que tienen del estado de las autonomías, como mostró ya el rey al no querer recibir, en su momento (enero 2016), a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, para comunicarle el nombre del candidato electo a la Generalitat (Carles Puigdemont), le pidió que se lo comunicase por escrito a través de la casa real; rompiendo, de ese modo la tradición con todos los presidentes de los parlamentos autonómicos durante estos 40 años, según los trámites establecidos por la Constitución y el Estatut de Catalunya. Este es el talante del ‘preparao / prepagao’.
En el año 2012, Juan Carlos I también solicitó a la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, que la comunicación del nombramiento de Artur Mas se efectuase por escrito, pero, en ese momento, el rey estaba recuperándose de una operación de cadera, y no podía tener audiencias, por lo que no era un precedente.
Por todo eso, sólo nos queda la alternativa de proclamar nuestra república catalana. No hay otra alternativa válida ni plausible, si queremos ser lo que somos.
Amadeo Palliser Cifuentes