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A rose is a rose is a rose

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En estos momentos previos a un nuevo ciclo político, me parece interesante recurrir a Gertrude Stein (1874 – 1946), en concreto al verso que he tomado como título del presente escrito: ‘A rose is a rose is a rose’, de su poema conceptual ‘Sacred Emily’ (1913), que bien podríamos adaptar a ‘un independentista es un independentista es un independentista’, como explico a continuación.

En mi escrito de anteayer cité diferentes opiniones del sociólogo Salvador Cardús, y en este momento me parece preciso repetir la siguiente:

‘A los independentistas nos gustaría que pasase lo que a menudo se dice, que cuando una persona es independentista, no lo deja de ser nunca. Pero esto no es verdad. La lucha por la independencia tuvo ese punto emocional, que hizo que la gente se sintiera partícipe. Pero cuando desapareció la euforia, el momento de entusiasmo, la gente da un paso atrás’.

Efectivamente, analizando cuantitativamente los datos de las elecciones y las encuestas, es así, ese es un dato objetivo e inapelable.

Pero me parece que sería preciso un análisis cualitativo, para explicar ese descenso. Y a este respecto, me parece que hay que diferenciar de forma clara entre los plenamente convencidos de la necesidad de la independencia, por razones emocionales y racionales; y, los que, contagiados por el entusiasmo y la euforia que citó Cardús, se apuntaron al movimiento independentista, por mimetismo, como una expresión de castigo al modelo actual, etc., es decir, por motivos bien distintos a la emoción y a la racionalidad.

A mi modo de ver, este segundo colectivo es el que ha vuelto al redil españolista, ya que, siempre es más cómodo apostar por el caballo vencedor, y aplaudir a los represores Felipe VI e Illa, en su visita a Barcelona, para inaugurar la Copa América; visita que la mayor parte de medios de comunicación españolistas han ‘celebrado’ como ‘el regreso de Barcelona’ y ‘la vuelta a la normalidad’. Claro, su ‘normalidad’ que no es la que queremos, como muy bien refleja un mensaje en X, que, mostrando el saludo entre el rey e Illa, dice: ‘En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército catalán, han alcanzado las tropas nacionales españolas sus últimos objetivos militares. El Procés ha terminado’ (mensaje copiado al emitido, como último parte de guerra, por el dictador y asesino Francisco Franco, el 1 de abril de 1939)

Y, consecuentemente, el primer colectivo, el que se sentía independentista, por motivos emocionales y racionales, a mi modo de ver, nunca dejará de ser independentista, ya que no se puede justificar, de ningún modo, pasar a ser dependentista, Por eso he utilizado el símil de Gertrude Stein, para defender que ‘un independentista es un independentista es un independentista’. Y sabemos lo que queremos.

Con toda seguridad, este grupo, puede verse más o menos motivado para participar en nuevas manifestaciones, pero eso no quiere decir que, llegado el momento, cambie el sentido de su voto. Los más cabreados, han podido abstenerse en las últimas elecciones, acción que a mi me pareció un error, ya que permitió la victoria del PSC/PSOE; pero esos compañeros de viaje los tendremos siempre, si los partidos independentistas se ponen las pilas en los próximos congresos que tienen programados.

Por eso, los independentistas podemos presentar un trastorno ciclotímico, con altibajos emocionales, pero no son tan graves como los trastornos bipolares.

Y sabemos que todo proceso de cambio (personal y colectivo) comienza con una sensación de insatisfacción, que ha de dar paso a la concienciación para descubrir nuevas formas de actuar, y para eso es preciso un sereno análisis, que garantice que la decisión que finalmente adoptemos sobre las acciones a realizar, sean las más correctas y oportunas. Y, claro, una vez definida la estrategia y las acciones, es preciso ponerse en acción, trabajar y seguir trabajando con constancia y perseverancia.

Es sabido que los cambios pueden tener un origen interno (personal o colectivo), que actúan a modo de espiral, propagándose y amplificándose; pero también pueden ser causados por acciones externas, por nuevas o más acciones represivas por parte del estado español, o por más incumplimientos de los acuerdos. Por eso no es fácil tener recetas predefinidas, si bien es necesario tener una hoja de ruta dirigida hacia la independencia, ya que, sin ese objetivo, todo lo anterior pierde su sentido.

Por todo eso, me ha parecido que ante el nuevo ciclo político, son oportunos los mencionados versos de Gertrude Stein, que refleja el principio de identidad (A es A), y Stein ya dijo ‘escuchad, no soy idiota, sé que en la vida diaria no solemos decir ‘es esto es esto’, no soy tonta, pero pienso que con ese verso sobre la rosa, ésta se hizo roja por primer vez en la historia de la poesía en inglés’ (Four in America)

Por lo tanto, me parece necesario que nos sigamos reivindicando como independentistas, en todo momento y lugar, incluso haciéndonos pesados, ya que, es una forma de incidir en los dudosos.

Stein dijo, asimismo, que ‘los franceses consideran que una puerta está abierta o cerrada, pero, abiertas o cerradas, lo importante es la existencia de las puertas’. 

Y los independentistas sabemos que la puerta existe, y que, si ahora está cerrada a cal y canto, tenemos claro, asimismo, que los únicos que podremos abrirla, somos nosotros, todos.

Siguiendo con el pensamiento helicoidal, Stein escribió:

‘He estado exponiendo la historia de muchísimos hombres y muchísimas mujeres. En un determinado momento expondré la historia de toda clase de hombres y de mujeres, de todas las clases de hombres y de mujeres que existen. Ya he expuesto la historia de muchos hombres y muchas mujeres que existen. Ya he expuesto la historia de muchos hombres y muchas mujeres. En un determinado momento expondré la historia de todos los restantes. Ya he estado exponiendo la historia de muchísimos hombres y de muchísimas mujeres, ahora expondré la historia de muchos más y después de más y después de muchos más y entonces se terminará esta historia de muchísimos hombres y muchísimas mujeres’ (Ser americanos, 1925)

Por eso, intentando mal imitar, en cierto modo, el pensamiento de Stein, me parece que podríamos decir:

Hemos estado pidiendo la unidad de todos los independentistas y de todos los partidos que tienen ese objetivo. Ya hemos expuesto la necesidad de ir unidos todos los independentistas y partidos. En un determinado momento insistiremos en los defectos de la desunión. Ahora seguimos insistiendo en la unidad, pues, como la rosa, la unidas es la unidad es la unidad.

Esperemos que el fenómeno helicoidal de nuestra persistencia y constancia tenga el efecto expansivo de las espirales, perseguido por Stein, es decir, que promueva y remueva las emociones de los oyentes y lectores, pues sólo así enfocaremos el nuevo ciclo político con aires positivos.