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Acción – Reacción: interpretaciones

Es evidente que cada actuación, cada acción, tiene su reacción, como definió Isaac Newton (1642-1727) en su tercera ley de la dinámica: ‘cuando dos cuerpos interaccionan, aparecen fuerzas iguales y de sentidos opuestos a cada uno de ellos’.

Por eso, es impensable que podamos creer que una actuación sea inocua, neutra.

Ayer, el ex president de la Generalitat, Artur Mas, manifestó que “había decidido no sumarse al proyecto que representa Carles Puigdemont, y que tampoco irá a las listas del PdeCat, ya que, según ha dicho: ‘no quiero avalar un proyecto que puede llevar a la separación’, ‘estoy triste, decepcionado y enfadado’, y que ha decidido expresarse, para ‘evitar que nadie hable por él’. De entrada, Mas afirma que no piensa enfrentarse públicamente con Puigdemont, ‘no lo habéis visto, ni lo veréis. No pienso participar en operaciones contra el president Puigdemont’, pero, en cambio, sí que se muestra crítico con el president Quim Torra, ya que no comparte su remodelación del gobierno, que ha dejado fuera la figura ‘emblemática y eficiente’ de Àngels Chacón (PdeCat), decisión que, según Mas, ‘ni es neutra ni gratuita, y tiene consecuencias’.

Los intentos de los periodistas de encontrar un titular contra Puigdemont, han estado en vano, y hasta contraproducentes, ya que Mas a llegado a avalar la ‘confrontación inteligente’ de Puigdemont, el president en el exilio que en su libro de memorias explica que Mas, que no era partidario de la DUI (declaración unilateral de independencia), una vez hecha, le dijo ‘una veza ya está hecha, ahora no te dejes coger; en la cárcel no hay nada y te pasarás muchos años’.

La relación entre Mas y Puigdemont, entonces, hoy no ha quedado malparada, pero no se puede decir lo mismo de su relación con Torra, ni tampoco de su relación con el PdeCat, del que ha dicho que ‘es difícil hablar de unidad, cuando dentro no conseguimos garantizarla del todo’, unidad que él, como ex president, se impone rehacer dentro de su espacio, y también dentro del soberanismo, porque ‘sin unidad nos quedamos en la autonomía’.

‘¿Porqué no voy a Junts per Catalunya?, porque yo no quiero acabar avalando una separación, riesgo que tenemos en este momento. A pesar de que considero que Junts también es mi espacio político, no puedo ir a poner en riesgo la unidad’.

(…) ‘No propuse a Puigdemont como relevo para acabar confrontándome. La confrontación no la habéis visto ni la veréis. Me quedo en PdeCat y no quiero participar en operaciones contra el president. Más allá de si estoy de acuerdo con lo que él esta haciendo (que alguna cosa no me debe gustar si no me integro a Junts), no me confrontaré’.

‘Estoy triste, decepcionado y empipado, pero no me quiero quedar con estos sentimientos, y quiero ayudar en el futuro para recomponer estas unidades. La unidad soberanista y la unidad dentro de mi espacio político, que estoy convencido que se puede rehacer’.

‘Si no hay unidad dentro del soberanismo, nadie nos tomará en serio, ni en Madrid ni en Bruselas. Las plataformas unitarias han pasado a la historia, pero la hemos de buscar en la estrategia. Es la condición sine qua non, sin unidad no hay recorrido’”

(Vilaweb)

Tras estas declaraciones, y como era de esperar, se han multiplicado interpretaciones de todo tipo, desde los que quieren ver que no sumarse al movimiento de Puigdemont es significativo de la división, otros, por el contrario, opinan que, si se hubiera sumado, sería una muestra de esa división. También, si se hubiera mantenido en silencio, habrían salido interpretaciones variopintas.

Como es evidente, se cumple perfectamente la citada ley de Newton, toda acción tiene su reacción.

Y en política, más que en otras esferas, todo son estrategias para conseguir un fin último, y en estas declaraciones de Artur Mas, queda evidente que la estrategia pasa por la unidad, pero la unidad se comienza uniendo, no pidiéndola de forma abstracta desde fuera. Igual que toda maratón se empieza con un primer paso.

Que las estrategias sean diferentes es reflejo de una sociedad compleja y diversa. En los partidos unionistas también vemos divisiones, incluso dentro del propio PP importantes, que pueden comportar su división. Ahora bien, tienen un fin superior, la sacrosanta unidad de España, este es su denominador común e indiscutible. Y salvo ese fin último, sus estrategias son explosivas, de confrontación total.

Por nuestra parte, los independentistas lo tenemos más difícil, ya que nuestro fin último, que es la independencia, queda condicionado por la estrategia, si pasa por la confrontación con el estado español, o si queda supeditado a la negociación y al pacto.

Los unionistas no tienen esta complejidad añadida, la unidad está garantizada por el ‘atado y bien atado’ franquista.

Y en el contexto actual, que la ideología unionista parte de la premisa de que los independentistas nunca hemos superado el 50% de los votos, y es verdad, hemos estado rozando ese porcentaje, pero también es verdad que nunca, ningún gobierno español ha alcanzado ese porcentaje.

La democracia se basa en el reflejo de las mayorías, y esas sí que las hemos tenido, y las seguimos teniendo en el Parlament.

Y si consideran que no tenemos un voto popular, ya que la victoria en escaños es fruto de la ley electoral, lo tienen muy fácil, que nos dejen hacer un referéndum pactado y acordado. Nosotros aceptaremos claramente el resultado que saliese.

Pero está claro que el estado profundo español nunca aceptará un referéndum, ni los partidos unionistas tampoco; ellos están por la confrontación, nos quieren vencidos y derrotados, y, para machacarnos más, con toda probabilidad, este jueves el tribunal supremo inhabilitará al president Quim Torra, por haber desobedecido y haber mantenido una pancarta a favor de la libertad de expresión.

Y esa inhabilitación la ven muy ‘normal’, pero llegar a imputar a Mariano Rajoy por el caso Kitchen, lo ven ‘muy fuerte’, ya que procesar a un ex jefe de gobierno, es un paso ‘difícil de asumir’. Es decir, la corrupción profunda y a gran escala, la ven asumible, pero la libertad de expresión es del todo perseguible.

Obviamente, la diferencia está en el cargo en cuestión, un cargo del estado central es sagrado, mientras que un cargo autonómico, lo consideran de segundo o tercer nivel, y, por lo tanto, le dan una importancia menor.

Eso mismo lo hemos visto en repetidas ocasiones, el Estatut d’Autonomía, para ellos, es pura burocracia, y cuando quieren o les interesa, se lo saltan o lo anulan. No respetan su rango constitucional. Para los unionistas, la concepción del estado sigue siendo jacobina, borbónica, ese es su ADN.

Ante esta situación, los independentistas deberíamos ser menos cándidos, no se trata de tener una estrategia dialogante, si ese diálogo no es una negociación clara, con luces y taquígrafos.

Y no ser cándidos, comporta saber qué fortalezas podemos tener, y detectar los opositores que han dejado clara su posición y que nunca cambiarán, y eso en sectores de todo tipo de ámbitos, desde el clero, la policía, la economía, etc.; y también sabemos que estos poderes actúan tanto de forma lícita, ilícita o a-legal; les es indiferente, para ellos el fin justifica los medios.

Por nuestra parte, sabemos que nuestra fuerza es la población (en el referéndum del 1 de octubre del 2017, más de dos millones fuimos a votar, a pesar de las cargas de la policía y guardia civil), y entendemos que no es concebible que en el siglo XXI, la ciudadanía no pueda expresarse, y deba seguir prisionera de unas leyes ‘pactadas’ en una transición fraudulenta, que ha demostrado que, en realidad, en el fondo, preserva los ‘principios fundamentales’ de antaño.

Ante esta situación, creo que, efectivamente, la unidad es fundamental, y todo lo que sea dividir, nos debilita.

La ciudadanía, creo, está por esa unidad, y la ANC y Òminum Cultural así lo expresaron la pasada Diada, y en todas las Diadas de estos diez últimos años.

Y todos los que actúan para defender sus capillitas, para magnificar sus diferencias, o manteniéndose en el limbo, creo que no están en sintonía con el sentir popular, que es el que debería prevalecer, PUES TODA ACCIÓN U OMISIÓN TIENE SU REACCIÓN.

Amadeo Palliser Cifuentes

Es evidente que cada actuación, cada acción, tiene su reacción, como definió Isaac Newton (1642-1727) en su tercera ley de la dinámica: ‘cuando dos cuerpos interaccionan, aparecen fuerzas iguales y de sentidos opuestos a cada uno de ellos’.

Por eso, es impensable que podamos creer que una actuación sea inocua, neutra.

Ayer, el ex president de la Generalitat, Artur Mas, manifestó que “había decidido no sumarse al proyecto que representa Carles Puigdemont, y que tampoco irá a las listas del PdeCat, ya que, según ha dicho: ‘no quiero avalar un proyecto que puede llevar a la separación’, ‘estoy triste, decepcionado y enfadado’, y que ha decidido expresarse, para ‘evitar que nadie hable por él’. De entrada, Mas afirma que no piensa enfrentarse públicamente con Puigdemont, ‘no lo habéis visto, ni lo veréis. No pienso participar en operaciones contra el president Puigdemont’, pero, en cambio, sí que se muestra crítico con el president Quim Torra, ya que no comparte su remodelación del gobierno, que ha dejado fuera la figura ‘emblemática y eficiente’ de Àngels Chacón (PdeCat), decisión que, según Mas, ‘ni es neutra ni gratuita, y tiene consecuencias’.

Los intentos de los periodistas de encontrar un titular contra Puigdemont, han estado en vano, y hasta contraproducentes, ya que Mas a llegado a avalar la ‘confrontación inteligente’ de Puigdemont, el president en el exilio que en su libro de memorias explica que Mas, que no era partidario de la DUI (declaración unilateral de independencia), una vez hecha, le dijo ‘una veza ya está hecha, ahora no te dejes coger; en la cárcel no hay nada y te pasarás muchos años’.

La relación entre Mas y Puigdemont, entonces, hoy no ha quedado malparada, pero no se puede decir lo mismo de su relación con Torra, ni tampoco de su relación con el PdeCat, del que ha dicho que ‘es difícil hablar de unidad, cuando dentro no conseguimos garantizarla del todo’, unidad que él, como ex president, se impone rehacer dentro de su espacio, y también dentro del soberanismo, porque ‘sin unidad nos quedamos en la autonomía’.

‘¿Porqué no voy a Junts per Catalunya?, porque yo no quiero acabar avalando una separación, riesgo que tenemos en este momento. A pesar de que considero que Junts también es mi espacio político, no puedo ir a poner en riesgo la unidad’.

(…) ‘No propuse a Puigdemont como relevo para acabar confrontándome. La confrontación no la habéis visto ni la veréis. Me quedo en PdeCat y no quiero participar en operaciones contra el president. Más allá de si estoy de acuerdo con lo que él esta haciendo (que alguna cosa no me debe gustar si no me integro a Junts), no me confrontaré’.

‘Estoy triste, decepcionado y empipado, pero no me quiero quedar con estos sentimientos, y quiero ayudar en el futuro para recomponer estas unidades. La unidad soberanista y la unidad dentro de mi espacio político, que estoy convencido que se puede rehacer’.

‘Si no hay unidad dentro del soberanismo, nadie nos tomará en serio, ni en Madrid ni en Bruselas. Las plataformas unitarias han pasado a la historia, pero la hemos de buscar en la estrategia. Es la condición sine qua non, sin unidad no hay recorrido’”

(Vilaweb)

Tras estas declaraciones, y como era de esperar, se han multiplicado interpretaciones de todo tipo, desde los que quieren ver que no sumarse al movimiento de Puigdemont es significativo de la división, otros, por el contrario, opinan que, si se hubiera sumado, sería una muestra de esa división. También, si se hubiera mantenido en silencio, habrían salido interpretaciones variopintas.

Como es evidente, se cumple perfectamente la citada ley de Newton, toda acción tiene su reacción.

Y en política, más que en otras esferas, todo son estrategias para conseguir un fin último, y en estas declaraciones de Artur Mas, queda evidente que la estrategia pasa por la unidad, pero la unidad se comienza uniendo, no pidiéndola de forma abstracta desde fuera. Igual que toda maratón se empieza con un primer paso.

Que las estrategias sean diferentes es reflejo de una sociedad compleja y diversa. En los partidos unionistas también vemos divisiones, incluso dentro del propio PP importantes, que pueden comportar su división. Ahora bien, tienen un fin superior, la sacrosanta unidad de España, este es su denominador común e indiscutible. Y salvo ese fin último, sus estrategias son explosivas, de confrontación total.

Por nuestra parte, los independentistas lo tenemos más difícil, ya que nuestro fin último, que es la independencia, queda condicionado por la estrategia, si pasa por la confrontación con el estado español, o si queda supeditado a la negociación y al pacto.

Los unionistas no tienen esta complejidad añadida, la unidad está garantizada por el ‘atado y bien atado’ franquista.

Y en el contexto actual, que la ideología unionista parte de la premisa de que los independentistas nunca hemos superado el 50% de los votos, y es verdad, hemos estado rozando ese porcentaje, pero también es verdad que nunca, ningún gobierno español ha alcanzado ese porcentaje.

La democracia se basa en el reflejo de las mayorías, y esas sí que las hemos tenido, y las seguimos teniendo en el Parlament.

Y si consideran que no tenemos un voto popular, ya que la victoria en escaños es fruto de la ley electoral, lo tienen muy fácil, que nos dejen hacer un referéndum pactado y acordado. Nosotros aceptaremos claramente el resultado que saliese.

Pero está claro que el estado profundo español nunca aceptará un referéndum, ni los partidos unionistas tampoco; ellos están por la confrontación, nos quieren vencidos y derrotados, y, para machacarnos más, con toda probabilidad, este jueves el tribunal supremo inhabilitará al president Quim Torra, por haber desobedecido y haber mantenido una pancarta a favor de la libertad de expresión.

Y esa inhabilitación la ven muy ‘normal’, pero llegar a imputar a Mariano Rajoy por el caso Kitchen, lo ven ‘muy fuerte’, ya que procesar a un ex jefe de gobierno, es un paso ‘difícil de asumir’. Es decir, la corrupción profunda y a gran escala, la ven asumible, pero la libertad de expresión es del todo perseguible.

Obviamente, la diferencia está en el cargo en cuestión, un cargo del estado central es sagrado, mientras que un cargo autonómico, lo consideran de segundo o tercer nivel, y, por lo tanto, le dan una importancia menor.

Eso mismo lo hemos visto en repetidas ocasiones, el Estatut d’Autonomía, para ellos, es pura burocracia, y cuando quieren o les interesa, se lo saltan o lo anulan. No respetan su rango constitucional. Para los unionistas, la concepción del estado sigue siendo jacobina, borbónica, ese es su ADN.

Ante esta situación, los independentistas deberíamos ser menos cándidos, no se trata de tener una estrategia dialogante, si ese diálogo no es una negociación clara, con luces y taquígrafos.

Y no ser cándidos, comporta saber qué fortalezas podemos tener, y detectar los opositores que han dejado clara su posición y que nunca cambiarán, y eso en sectores de todo tipo de ámbitos, desde el clero, la policía, la economía, etc.; y también sabemos que estos poderes actúan tanto de forma lícita, ilícita o a-legal; les es indiferente, para ellos el fin justifica los medios.

Por nuestra parte, sabemos que nuestra fuerza es la población (en el referéndum del 1 de octubre del 2017, más de dos millones fuimos a votar, a pesar de las cargas de la policía y guardia civil), y entendemos que no es concebible que en el siglo XXI, la ciudadanía no pueda expresarse, y deba seguir prisionera de unas leyes ‘pactadas’ en una transición fraudulenta, que ha demostrado que, en realidad, en el fondo, preserva los ‘principios fundamentales’ de antaño.

Ante esta situación, creo que, efectivamente, la unidad es fundamental, y todo lo que sea dividir, nos debilita.

La ciudadanía, creo, está por esa unidad, y la ANC y Òminum Cultural así lo expresaron la pasada Diada, y en todas las Diadas de estos diez últimos años.

Y todos los que actúan para defender sus capillitas, para magnificar sus diferencias, o manteniéndose en el limbo, creo que no están en sintonía con el sentir popular, que es el que debería prevalecer, PUES TODA ACCIÓN U OMISIÓN TIENE SU REACCIÓN.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com