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‘Ara o mai’ (ahora o nunca) es un famoso mantra de Joan Fuster i Ortells (1922 – 1992), y el título de uno de sus libros, publicado en 1981; convertido en frase icónica desde el acto efectuado en 1982, organizado por Acció Cultural del País Valencià (ACPV); y, tras más de cuatro décadas del constatado fracaso de los ideales que señalaba el autor, esa misma organización replanteó el lema, pasando a ser ‘Ara i sempre’ (ahora y siempre), y este lema es el que deberíamos asumir.
Hoy, 12 de febrero, el congreso de los diputados, tras un larguísimo y vergonzante período de vacaciones navideñas, ha reiniciado el curso parlamentario, mostrando una continuidad del más de lo mismo, con críticas y contracríticas pueriles, mostrando que los problemas de la ciudadanía son meras excusas para justificar sus trifulcas partidistas.
Una muestra de esa falta de moralidad, la hemos tenido con Alberto Núñez Feijóo (PP) criticando la retención de impuestos (por primera vez) a las personas que reciben el salario mínimo interprofesional (tema oculto incluso para Sumar, socio de gobierno); y la respuesta de Pedro Sánchez, riéndose con grandes carcajadas, ha sido que ‘ahora entendía por qué el PP había congelado ese importe en el pasado: para que no pagasen impuestos’.
Y que, encima, Pedro Sánchez saque a relucir los grandes ratios económicos, como el crecimiento del PIB, y de inversiones, respecto a la mayor parte de países de la UE, y eso lo muestre como un gran éxito de su gobierno, olvidándose de los ratios de pobreza, de precariedad laboral, de falta de vivienda social, de abandono escolar, etc., ratios que siempre colocan a España en la cola de la UE, es deprimente. Que Sánchez se felicite por potenciar un país de servicios basado en el turismo, en detrimento de la industrialización, y de los trabajadores del primer sector (agrario, ganadero y pesquero) y, claro, con trabajos de temporada y sueldos de miseria, muy por debajo de la media europea, es una clara demostración de su incompetencia y de su falta de ideas, así como su falta de voluntad para revertirlo
Si eso no es inmoral y falto de toda ética, ya no sé lo que es.
Unos personajes que tienen altas retribuciones y múltiples prebendas, que ‘trabajan’ en despachos con calefacción y moquetas, y, encima, tengan chollos de todo tipo, incluso en sus futuras pensiones, se tomen a la ligera las pensiones mínimas, requiere, cuanto menos, una revolución y enviarlos a todos al paro, como mínimo.
Y todo sigue igual, el tribunal supremo, también hoy ha confirmado la condena de 4,5 años de prisión a Laura Borràs (expresidenta del Parlament) y, encima, ese tribunal inquisitorial, tiene el atrevimiento de rechazar, de nuevo, la ley de la amnistía.
Como vemos, todo sigue igual, mostrando que la constitución de 1978, es un mero papelajo que, solo sirve para reprimir lo que interese al estado, manteniendo el espíritu del todo ‘atado y bien atado’, como decretó el dictador y asesino Franco.
Otro claro ejemplo de utilización partidista de ese papelucho, lo tenemos con la actual petición de León, de independizarse de la actual Comunidad autónoma de Castilla y León. Independencia que tiene el visto bueno y apoyo del PSOE; pero, vayamos a pasos:
Esa comunidad fue presidida por el PSOE en su primera legislatura (desde su constitución en 1983, hasta 1987), pero, desde entonces hasta ahora, el presidente siempre ha sido del PP, siendo uno de sus grandes bastiones, sólo hace falta recordar que José María Aznar fue presidente de esa comunidad, entre 1987 y 1989.
Así que, evidentemente, hay un claro interés partidista por parte del PSOE, para dividir ese bastión pepero. Y, claro, para eso recurren a la constitución, artículo 144, por motivos ‘de interés nacional’.
Ese férreo papelajo que defiende la estructura de las provincias (art. 143), inamovibles, pese a su trasnochada concepción; y, más grave todavía, el artículo 145.1 especifica que: ‘En ningún caso se admitirá la federación de Comunidades Autónomas’, un claro aviso contra Catalunya, para que no intentase trabajar por revitalizar els Països Catalans, federándose con Valencia y Baleares. Una clara contradicción interesada, ya que en la ‘justificación’ de las provincias, habla de ‘características históricas, culturales y económicas comunes’, pero esos argumentos, está claro que no valen, para justificar una posible federación.
Todo me parece tan evidente, que no entiendo que haya catalanes que prefieran seguir siendo colonizados.
Y, desgraciadamente, vemos que van pasando décadas y todo sigue igual, por lo que me parece interesante volver al mantra del citado Joan Fuster, recordando que la frase completa fue: ‘O nos recobramos en nuestra unidad o seremos destruidos como pueblo. O ahora o nunca’.
Esa frase la pronunció en un acto realizado el 25 de abril de 1982, en plena campaña para aprobar el estatut. Un acto organizado por Acció Cultural del País Valencià. Una fecha simbólica, para rememorar las ‘Normes de Castelló’ (las bases para la unificación de la ortografía valenciana, siguiendo las normas del Institut d’Estudis Catalans (IEC)), y, también, de forma simbólica, recordar la derrota en la batalla de Almansa (25 de abril de 1707), causada por las tropas borbónicas de Felipe V, comandadas por el nefasto duque de Berwick. Derrota que, unos meses más tarde se reprodujo en Xàtiva (6 de junio de 1707), villa que, tras pasar a cuchillo a todos los hombres, fue arrasada e incendiada, como castigo ejemplar, así son los Borbones (no en vano, en el museo Almodí de Xàtiva, tienen un cuadro con la efigie de ese rey, boca abajo).
Por todo eso, Joan Fuster resaltó la necesidad de la unidad de la lengua catalana, los peligros del cantonalismo valenciano dirigido por sus oligarcas, y los peligros de las maniobras hostiles contra el idioma, las dudas sobre el gobierno autónomo, y la defensa de la denominación de País Valencià, en contra de la de Comunidad valenciana. Opciones, todas ellas, que no fueron recogidas en el estatut valenciano, un estatut botifler.
Y vemos que, tras décadas y décadas, todo sigue igual, sin mejoras cualitativas a nivel político, por eso me parece de interés recordar los siguientes pensamientos de Joan Fuster:
‘Cuando una revolución es imposible, corre el riesgo de convertirse en lo contrario: en una reacción’.
‘El que manda quiere que los mandados sean dóciles. Hemos de partir de esta obviedad’.
‘Decir la verdad. Así os vengáis’.
‘Nada une tanto como una bestialidad compartida’.
‘No tengáis más convicciones que las decididamente imprescindibles’.
‘La verdad no siempre coincide con la justicia, te lo advierto’.
‘Nuestra patria es nuestra lengua’.
‘Reivindiquemos siempre el derecho a cambiar de opinión: es lo primero que os negarán vuestros enemigos’.
‘Todos, si llegamos a tener razón, la tendremos a medias’.
‘No hagas de tu ignorancia un argumento’.
‘No aceptes la derrota hasta que no veas que saldrás ganando’.
‘El mal de Europa es que todavía hay muchos jacobinos por civilizar’.
‘La libertad es un hábito, y no resulta nada fácil de adquirir. Sólo se adquiere con la práctica’.
‘No os hagáis ilusiones: el poder cambia de manos, pero raramente vacila’.
‘Hay maneras muy malévolas de hacer el bien’.
‘Y tú, que no tienes ni esperas nada, ¿para qué vives?, para no morir’
Y, la más icónica, tras el ‘ahora o nunca’:
‘Toda política que no hacemos nosotros, será hecha contra nosotros’.
En definitiva, que los independentistas catalanes tenemos mucho que pensar y repensar, pero ‘que la prudencia no nos haga traidores’, como dijo Jordi Carbonell i de Ballester (1924 – 2016)
O recuperamos nuestra unidad o seremos destruidos como pueblo. ‘Ara i sempre’ (ahora y siempre),