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AMLO y los tamales de Xóchitl

Miguel Ángel Sosa
@Mik3_Sosa

A pesar de que para muchos la irrupción de Xóchitl Gálvez representa una bocanada de aire fresco, la verdad dista de ser un escenario alentador para la oposición. Una vez más, en Palacio Nacional se relamen los bigotes al ver lo fácil que es marcarles el rumbo a los detractores del régimen.

Xóchitl es la candidata de la oposición soñada para López Obrador, cumple con la máxima de “divide y vencerás”. Sin restarle méritos a la hidalguense, su candidatura difícilmente podrá amalgamar a la sociedad que arenga contra el obradorismo.

Es una política a la que, aún con experiencia, le falta esencia. Xóchitl es como cualquier bien intencionado ciudadano que, tras una historia de esfuerzo, igual a lo que viven millones, dice que quiere hacer algo por su pueblo. En fin, no hay nada nuevo en ese afiche malgastado y que ahora se pretende vender como algo innovador.

A los partidos que la impulsan, o mejor dicho, a sus dirigencias, también les conviene que Xóchilt alce la mano: a Marko, a quien solo mueven los dineros, le da igual quién sea el candidato, mientras la gallina de los huevos de oro esté en su corral.

Por su parte, a Alito, ese que se va quedando a la cabeza del cascarón llamado PRI, tampoco le hace mal que Xóchitl se mueva. El PRI, ahora sin candidatos ni credibilidad, solo sigue la ola en espera del momento triunfal en el que, sí o sí, se arrodillará ante el tlatoani de Palacio Nacional.

El PRD pues es el PRD, la historia de un muerto viviente al que Xóchitl da cuerda suficiente hasta que llegue la siguiente prerrogativa. En los partidos, que tanto se llenaron la boca con los procesos de selección, ahora hacen mutis y dejan pasar a alguien que aún perdiendo les va a representar continuidad de mando al interior.

Entre las corcholatas también se ve con buenos ojos a Xóchitl, ¡qué mejor que una mujer entrando al ring para pegarle, de tú a tú, a otra mujer! Marcelo y Adán Augusto están felices de que Xóchitl juegue y llegue a ser la candidata. En el equipo de Claudia, por el contrario, analizan con pinzas lo que pudiera llegar a representar Xóchitl, quien, imagínense, a pesar de la somnolencia que proyecta, hasta tiene más carisma que la ex jefa de la Ciudad de México.

Mientras tanto, la agenda que la oposición dice haber arrebatado a López Obrador, habla de tamales, de lo que sí es y de lo que no es ser indígena, de los orígenes humildes de uno y otro, de las historias de éxito que ha engendrado la pobreza y, también, de la reivindicación de la cultura, como si tratara de un juguete de acción al que se le puede cambiar la indumentaria a placer.

La candidatura de Xóchitl es un buen proyecto incluso para ella misma, quien, a pesar de tener la derrota asegurada, podría negociar con ambos bandos gracias al derechismo selectivo y al rojo corazón que la acompañan por igual. La mejor candidata para muchos es Xóchitl, incluso para López Obrador, sí señor.