Ángeles y demonios: “El diablo quiere destruir España”.

“Ángeles y demonios”, la novela de Dan Brown, publicada en 2000, narra los misterios de una antigua hermandad secreta, los Il.luminati, surgida de las sombras, para acabar con la iglesia católica. Y el científico Langdon descubre y acaba con dicha secta.

Siempre se dice que la realidad supera la ficción, y es cierto, como lo muestra el siguiente ejemplo:

“Benedicto XVI le dijo a Jorge Fernández Díaz sobre Catalunya: ‘el diablo quiere destruir España.

El antiguo ministro del interior del gobierno de Rajoy explica en una videoconferencia los de su encuentro con el Papa emérito en junio de 2015.

La devoción del exministro popular Jorge Fernández Díaz es tan conocida como su animadversión con el proceso de animadversión catalán. Él mismo desveló que no abrazó al cristianismo, hasta un viaje que hizo a las Vegas – la meca del juego – en 1991 o que tiene un ángel de la guarda que se llama Marcelo y le aparca el coche.

También concedió una medalla policial a la virgen María Santísima del Amor.

En cuanto a Catalunya, el extitular del interior durante el mandato de Rajoy dejó el cargo empañado por las acusaciones de haber usado la policía para frenar la deriva soberanista, según unas grabaciones que se hicieron en su despacho.

El exministro ha desvelado recientemente que el papa Benedicto XVI le dio una explicación sobre el independentismo catalán ‘El diablo quiere destruir España’.

En unas imágenes que parecen ser una video llamada grupal durante el confinamiento que han sido difundidas en las redes sociales, Fernández Díaz explica los detalles de su encuentro de ’55 minutos’ con el pontífice el 17 de junio de 2015 en los jardines del Vaticano. Él todavía era jefe del interior del gobierno de Rajoy y Benedito como Papa emérito.

De acuerdo con su relato, el político -que está ligado al Opus Dei- le pidió al antiguo pontífice que rezara por España. “Le dije: Santidad, sabe los problemas que tenemos ahora en España, y me referí especialmente a Catalunya, le comenté los problemas que tenía España en esos momentos y me referí particularmente a Catalunya. Le dije que, por favor, rezara por España que hacía mucha fala. Su santidad seguro que es escuchado con mucho interés en el cielo.

A lo que Benedito XVI me hizo una rapidísima y sumaria tesis de ideología de la historia. Me dijo, el diablo y no el espíritu del mal. El diablo quiere destruir España. El diablo sabe los servicios prestados por España a la Iglesia de Cristo, conoce la misión de España, el papel de España, la evangelización de América por España, el papel de España durante la Contrarreforma, la persecución religiosa de los años treinta del siglo pasado. Me lo fue diciendo literalmente. El diablo ataca más a los mejores y por eso ataca especialmente a España y la quiere destruir.

Fernández Díaz ha revelado que le dio un mensaje de esperanza: No lo conseguirá, le dijo. Aunque para impedir los designios del mal es necesario – apuntó el Papa – que se apliquen cuatro herramientas: humildad, oración, sufrimiento y devoción a la Santísima Virgen” (La Vanguardia).

Es preciso recordar que Fernández Díaz es miembro del Opus Dei, miembro de la Orden Constantiniana de San Jorge y legionario de Cristo.

Y otros personajes como él, ocuparon y ocupan puestos clave en ministerios, guardia civil, tribunal supremo, audiencia nacional y tribunal constitucional.

Personalmente, todo el mundo puede tener las creencias religiosas que considere oportunas, no faltaría más, siempre y cuando queden en el ámbito privado. Ahora bien, cuando no hay una barrera entre el ámbito privado y el público, como es el caso, y, para colmo, esa ideología es la que engrasa las cúpulas de poder, la situación es paranoica y muy peligrosa.

Como sabemos, esa gangrena, en España, no es nueva, ya que el ilegal pronunciamiento y la guerra incivil provocada por el dictador y asesino Franco, apoyada con entusiasmo por la iglesia católica española, que consideró el levantamiento como una cruzada y como una guerra santa. 

La constitución de 1978, en su título I, sección 1ª, artículo 16.3 señala: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”, si bien hasta hace pocos años, las tomas de posesión de jefe de gobierno, ministerios, etc., se juraban sobre la Biblia y ante un crucifijo.

Vista esa gangrena paranoica, se ‘entiende’ que Fernández Díaz hiciera todo lo posible, incluso destruir la sanidad catalana, junto con el jefe de la oficina antifraude catalana, Daniel de Alfonso; el ministro le dijo: ‘esto la fiscalía te lo afina’. Asimismo, inventaron falsos informes contra Artur Mas, Xavier Trías, etc. Por lo visto, su ángel de la guarda Marcelo, le ayudaba a aparcar, pero no a tener una ética, una moral, una decencia, una honestidad, etc., que toda creencia religiosa preconiza y reconoce.

Y la responsabilidad máxima era de Mariano Rajoy, que lo nombró y avaló en todo momento; pero, claro, él se dedicaba a leer periódicos deportivos, mientras otros le hacían las faenas negras, dirigidas por la todopoderosa Soraya Sáenz de Santamaría, otra que sólo tenía de santa parte de su apellido.

Haciendo un paralelismo con la novela de Dan Brown, está claro los Il.luminati (orden de los ‘perfectibilistas’, creada en Baviera en 1776 por Adam Weishaupt), los iluminados, como Fernández Díaz y cia., en lugar de buscar un nuevo orden mundial, sin dependencia de la monarquía, lo que buscan, aquí en España es, precisamente, lo contrario, mantener la estructura, el status quo existente. Hasta en esto España es diferente. Realmente, se trata de una nueva contrarreforma sui géneris y tergiversada, obviamente.

Es preciso recordar que la Contrarreforma, que citó el papa emérito al ministro, fue un movimiento que surgió en el Concilio de Trento (1545-1563) y acabó al final de la Guerra de los Treinta años (1648), para contrarrestar el surgimiento del reformismo protestante de Martín Luther (1483-1546). En España, esa reforma tridentina fue defendida a ultranza por Felipe II, que ostentaba el título de ‘rey católico’, que el Papa había otorgado a Isabel y Fernando.

Felipe II fue el gran pilar del Santo Oficio (inquisición) y tenía la potestad de interferir ante él; “el rey favoreció a este órgano tanto moralmente como económicamente, y cuando se vieron afectadas personas de su entorno se abstuvo casi siempre de ayudarlas. Así ocurrió en el caso de Bartolomé Carranza (…) la represión española se distinguió menos por su crueldad que por el poder del aparato burocrático, policial y judicial del que dispuso, según el historiador francés Marcel Bataillon” (abc.es).

También actuó, por motivos políticos, contra Antonio Pérez del Hierro, secretario de estado de Felipe II; Antonio era hijo de Gonzalo Pérez, secretario Carlos V. Fue amante de la princesa de Éboli, y acusado del asesinato de Juan de Escobedo y de alta traición; debió huir al reino de Aragón, y de ahí a París, donde murió. En ningún momento Felipe II le apoyó (fuente Wikipedia).

Aunque la inquisición oficialmente fue abolida en España el año 1834, como se ve, esa represión sistémica, es la que sigue hoy día, y Felipe VI, como los anteriores reyes, mira hacia otro lado, pues ya le va bien, claro.

Y con estos mimbres tenemos los actuales cestos, caracterizados por una falta de ética y una amoralidad sin rubor alguno, como acabamos de ver estos días con el siguiente ejemplo: los medios de comunicación y partidos sistémicos se han alegrado del fracaso del medicamente compuesto por la hidroxicloroquina, contra el covid-19, patrocinado por el científico e investigador catalán Oriol Mitjà, prefieren el fracaso, antes que sea un catalán el descubridor del medicamento efectivo. Por el contrario, la prestigiosa revista científica Science News, ha reconocido su éxito médico, ya que ha servido para descartar dicho medicamento, y eso, para los científicos internacionales, ya tiene un importante valor.

Y ante una situación como la descrita en este y anteriores escritos, los independentistas catalanes encontramos a faltar el apoyo de intelectuales independientes (valga la redundancia, ya que, si no son independientes, su pensamiento no es intelectual, o viceversa, si su pensamiento es intelectualmente riguroso, forzosamente debe ser independiente). Pero en España, lo que abunda es mucho ‘iluminado’ acrítico y falto de escrúpulos, y no tenemos a ningún Langdon, que los desenmascare.

Amadeo Palliser Cifuentes

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