Por Marien Garza, Miembro del Consejo Consultor de Nutriólogos de Herbalife Nutrition
La mayoría de las personas cerramos el año con ideas y deseos para iniciar un nuevo ciclo, mejorando nuestra alimentación, nuestra salud, nuestra imagen o incluso nuestro ambiente.
Desafortunadamente los últimos días del último mes del año, en muchas ocasiones se vuelven un caos, se rompe la rutina, las prisas y las cosas urgentes ocasionan que las intenciones se esfumen y quizá hasta se olviden.
Como lo he mencionado en otras ocasiones, es momento de cambiar los “deseos” por OBJETIVOS, ya que un objetivo tiene las cualidades de ser medible, especifico, temporal y accesible, mientras que un deseo puede ser tan irreal como nuestra imaginación y fantasía nos lo permitan.
Hoy deseo proponerte un objetivo: incluir los alimentos que México nos da.
Esta sencilla acción tiene múltiples ventajas: los alimentos mexicanos deliciosos, de excelente calidad nutrimental y accesibles a nuestra economía. Y no solamente es por una idea romántica; los datos científicos actuales respaldan a los alimentos tradicionales que conectan la etnicidad y con los patrones de ingesta dietética, para promover estilos de vida saludables.[1]
La dieta prehispánica mesoamericana, tuvo seis alimentos clave: maíz, frijoles negros, nopal, chile, calabaza y semillas de chía.[2] Además el pavo, el pescado, las aves e insectos se incluían ocasionalmente como fuentes de proteína de gran calidad.[3]
A estos grandes alimentos de la dieta ancestral mencionados anteriormente también añadiría:
· El jitomate, que es fuente de licopeno; un poderoso antioxidante, que, en investigaciones epidemiológicas actuales, se menciona que puede contribuir a reducir el riesgo de obesidad y diabetes.[4]
· El amaranto, conocido nutrimentalmente como un pseudocereal, cuyo interés ha aumentado en los últimos años debido a su excelente valor proteico de origen vegetal y su versatilidad culinaria.[5]
Como nutrióloga, considero que todos los alimentos prehispánicos mencionados en este breve texto merecen su propio texto individual. Será mi tarea ahondar en cada uno de ellos, en futuros escritos.
Por lo pronto, te deseo que empieces a incluir alimentos muy mexicanos como taquitos de frijoles, ensalada de nopales con chile y jitomate, agua de limón con chía y alegrías de amaranto.
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[1] Bilyk, HT. Papel de los nutricionistas dietistas registrados en la investigación y promoción de alimentos nativos y culturales. J. Dieta Acad Nutr. 2014: 114, 1736-38.
[2] Iturriaga, J. Las cocinas de México. Fondo de Cultura Económica. México, 2000.
[3] Ramos-Elorduy, J. Los insectos como fuente de proteínas en el futuro. Limusa. México, 1982.
[4] Zhu R, Chen B, Bai Y, et al. Licopeno en la protección contra la obesidad y la diabetes: una revisión mecánica. Pharmacol Res. septiembre de 2020.
[5] López DN, Galante M, et al. Propiedades funcionales de las proteínas de amaranto, quinua y chía y las actividades biológicas de sus hidrolizados. Alimentos Res Int. 2019 febrero; 116:419-429.
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