Toda actividad humana es la expresión de sentimientos e intereses, conscientes o inconscientes, confesables o inconfesables, pero siempre difíciles de generalizar, como intento explicar a continuación.
Xavier Bosch, en su artículo ‘Junqueras resucitado’ señala que:
‘(…) la retórica de Junqueras funciona. Le conocemos desde hace tantos años que ya lo tenemos muy oído y sabemos que actúa por cansancio del rival. Sea un entrevistador o un candidato en un debate. Junqueras consigue la rendición por agotamiento. Siempre responde largo, a menudo huye del tema, los circunloquios van como el agua y, sobretodo, es el rey de las anáforas, aquella repetición de un grupo de palabras al inicio de cada frase, que le ayudan a enfatizar sus argumentos. A parte de dominar el lenguaje, de predicar con el tono de un sermón de domingo, juega con la ironía y es un pozo de historia, de economía y de ves a saber qué, y se sitúa en un púlpito de superioridad donde parece encontrarse cómodo. Visto fríamente, parece que todos los que le escuchamos seamos tontos o no le llegamos nunca a la suela de sus zapatos.
Esta inmodestia oral abrasiva se compensa con su gestualidad. Después de ver los debates de esta campaña, me he dado cuenta finalmente del truco comunicativo del personaje. El uso que hace de las manos, en posición de bienvenida, es la clave. Las tiene siempre abiertas, con las palmas hacia arriba, a la altura de la cintura. Es la imagen en que tantas veces le hemos visto representando al Jesucristo resucitado en las pinturas del Renacimiento. De Fra Angelico al Cristo en la tumba de Pietro Perugino que se puede contemplar en el Louvre. El presidente de ERC remarca cada frase con este movimiento de manos que denota honestidad, obertura, de persona que no oculta nada. El niño que dice mentiras esconde las manos. Él las enseña, las abre y las mueve compulsivamente para ayudar a retener el mensaje. Puede que no sea una postura estudiada sino, tan solo, un tic de comunicación no verbal inconsciente que se sirve, si conviene, para predicar sal y vender vinagre’.
(Ara, 16 de diciembre 2024)
Si bien todos aceptamos la incidencia del azar en nuestras vidas, ese azar es consecuencia de nuestro limitado conocimiento circunstancial y probabilístico; pero Franklin Delano Roosevelt (1882 – 1945), ya nos advirtió que: ‘En la política nada sucede por accidente o casualidad. Si sucede, puedes apostar que estaba planeado de ese modo’.
Efectivamente, Oriol Junqueras siempre ha hecho gala de su experiencia docente, y es verdad que toda exposición pedagógica requiere variados recursos para reafirmar las tesis expuestas; ahora bien, el principal requerimiento de todo docente es saber el tipo de alumnos a los que se dirige, sus características y sus necesidades, y adaptar las técnicas formales e informales al respecto, especialmente los medios lingüísticos.
Yo solo he dado clases a adultos (de postgrado y sindicales) y claro, eso limita mi experiencia.
Pero es evidente que en todo mensaje, los receptores deben determinar los recursos, ya que las clásicas clases magistrales, hace décadas que ya no funcionan.
Había un chiste que decía que hace 50 años, entraba el profesor en la clase, y todos los alumnos se ponían de pie, el profesor decía ‘buenos días’ y todos los alumnos, a coro, repetían, ’buenos días, señor profesor’. Décadas después, entraba el profesor y decía, ‘buenos días’, y los alumnos, sin levantar la vista de la libreta, apuntaban ‘buenos días’, y ahora, entra el profesor, dice buenos días, y nadie le hace ni caso.
Y ante una situación cambiante, el buen docente no puede mantener un mismo estilo didáctico; asimismo, el profesor ha de ser variable, pues las rutinas nunca son dinamizadoras.
Por todo esto, estoy de acuerdo con las críticas que hace Bosch respecto a los discursos de Junqueras; y estoy convencido que oír discursos prepotentes, de sujetos con un ego patológicamente exacerbado, no solo aburre, sino que hastía.
Y es así en el caso de Junqueras, que inicialmente me gustaba, pero la repetición teatralizada, y con unos mantras simplones, acríticos y, lo que es peor, que no se corresponden con los hechos, con los actos que ha ido realizando, me ha hecho aborrecerlo y, del amor al odio…
En el buen sentido, el arte es toda actividad humana consciente, capaz de reproducir cosas, construir formas, o expresar experiencias, para buscar el deleite, la emoción o el choque del espectador.
Por eso, en sentido amplio, la actuación de Junqueras se pude considerar arte, pero me parece que la puesta en escena de Oriol Junqueras obedece más a un conjunto de malas artes, es decir, con medios o procedimientos reprobables, de los que se vale para conseguir algún fin, pues no hay una correspondencia entre su teoría y sus hechos. Y el querer tenernos a todos infantilizados, no es propio de políticos / profesores éticos y morales.
Y ya estamos cansados de seguir a presuntos maestros del arte de magia o de birlibirloque.
Es verdad que cada acto comunicativo es un mundo, con su contexto específico, como vimos ayer, al leer que, en el Cine Girona (Barcelona), se había proyectado la película ‘Tú no eres yo’, el primer largometraje de los guionistas y directores valencianos Marisa Crespo y Moisès Romera, protagonizada por Roser Tapias y que ha contado con la participación de la Associació Naturista Valenciana. Y la proyección estaba destinada a un público nudista, con el fin de promover proyecciones especiales para público nudista en salas comerciales, que debían desnudarse al entrar en la sala, y poner una toalla o pareo en la butaca, por higiene. Por lo visto, esas sesiones se efectuaron, también, simultáneamente, en salas de Madrid y Valencia, y el objetivo es promover ‘el desnudo natural, desvinculado del sexo’.
No sé si ese acto comunicativo debe entenderse como artístico, en sí mismo, pero es cierto que efectivamente, buscaba conseguir un cierto deleite y una emoción en los participantes.
A mi se me escapa del todo, y no entiendo que esos naturistas precisen actividades nudistas de invierno. Entiendo el nudismo en la naturaleza, al aire libre, pero en un recinto cerrado…, pero allá cada uno, máxime si, como es el caso, es sumamente cuidadoso y atento con el resto del público, pues, como máximo, debían asistir a otras salas.
Pero que yo no lo entienda, no quiere decir nada, pues hay muchísimas cosas que se me escapan.
Hoy, por ejemplo, hemos visto la película documental ‘Anselm’ dirigida por Wilhelm Ernst Wenders (Wim Wenders, n. 1945) en 2023, que narra el arte del pintor y escultor alemán Anselm Kiefer (n. 1945).
Esta película es inmersiva, al estar rodada en 3D y es anunciada como tal, si bien, al llegar al cine nos han dicho que la sala no cuenta con proyector de 3D, pero, engaños aparte, el documental muestra el proceso de inspiración y de creación del artista y, en especial, los grandes espacios en los que trabaja y expone: grandes fábricas abandonadas y mínimamente restauradas.
Kiefer, según explica, intenta romper las fronteras (tema que traté ayer) entre el cine, la pintura, la escultura, etc.
Y buscando el choque contra la farsa, contra las mentiras y el fariseísmo, el autor, en sus obras, reflexiona sobre el tema del nacionalsocialismo, mostrándose haciendo el saludo nazi (sieg heil) en diferentes espacios; exponiendo aviones y submarinos, manipulados y ‘atrapados’ por la naturaleza (ramas, troncos, etc.); los campos de concentración, basándose en poemas de Paul Celan (Ucrania 1920 – Paris, 1970, suicidio), un poeta judío que, para expresarse, debía utilizar la lengua alemana, el mayor de los contrasentidos, como apunta el autor. Y la gran mayoría de obras presentan un proceso de quemado o de corrosión, para reflejar el resultado de las políticas nazis.
Del conjunto de obras, me ha parecido genial el contexto, el entorno de cada una de ellas, pues el autor busca que sea el entorno el que configure su obra, más que la obra se adapte al entorno.
Pues bien, aún así, hay obras, como las mencionadas del autor haciendo el saludo nazi (sieg heil), en diferentes lugares: Alemania, Francia, Italia, etc., me parecen de mal gusto, pues puede dar lugar a mal entendidos, si se observan de forma descontextualizada. Y toda esa serie me parece de mal gusto, aunque pueda ser considerada artística.
En general Kiefer, como la mayoría de artistas, intentan expresar libremente sus sentimientos, su inconsciente, y ese es su valor; otra cosa es cuando algún autor ‘vende’ obras que no son más que objetos mercantilizables.
Y ese factor utilitarista es el que caracteriza la puesta en escena de Oriol Junqueras, y está claro, que ese tipo de acciones (u obras, si se prefiere) al carecer de la sinceridad y honestidad, ya no son dignas de respeto y, elevando el nivel, tampoco sus autores.