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Ayer, lunes 20 de enero 2025, efectivamente fue un día de tristeza y desánimo, confirmando la denominación del Blue Monday, ya que la toma de posesión del nuevo presidente Trump representa la antítesis del concepto de la democracia; a continuación, traslado mis comentarios al respecto.
Introduciendo la idea de la decadencia actual, el lema estrella de Trump ha sido ‘Make America Great again’, abreviado como MAGA; lema que no es original, Ronald Reagan, en su campaña electoral de 1980 utilizó el eslogan ‘Let’s Make America Great Again’. Y expresa la idea ‘hacer América grande otra vez’. Y otro lema de Trump: ‘America First’ (América primero) refleja, asimismo, un cierto aislacionismo prepotente.
Nada que objetar, sus votantes ganaron las elecciones, sabiendo lo que votaban. Y Donald Trump, si tiene una virtud, es que es claro y directo.
Y es lógico presuponer que, si cumple con su programa, como empezó ya ayer, firmando más de un centenar de decretos ejecutivos, las consecuencias las sufriremos muchos países, comunidades y personas individuales; ya que la ley física y química de los vasos comunicantes, se cumple con carácter general.
Pero no debemos engañarnos, Joe Biden no es un cordero, en su mandato se han producido más expulsiones de inmigrantes que nunca, la financiación y armamento de Israel ha alcanzado cifras nunca vistas; y los indultos presidenciales a sus familiares, llegaron ayer al summum de la ilógica jurídica, al ‘indultar preventivamente’, retorciendo el principio causal.
En el presente escrito no pretendo comentar lo que todo el planeta ha visto; por lo que me centro en el carácter mesiánico expresado por el mismo Trump: ‘Fui salvado por Dios para hacer grande de nuevo a Estados Unidos’.
Esa idea de Trump, tras el atentado que sufrió, le aumentó su visión mesiánica, que es el narcisismo en grado extremo.
Esa conexión ‘divina’ es propia de personajes absolutistas, como Francisco Franco, dictatoriales, pues éste se consideró ‘Caudillo de España por la Gracia de Dios’, rememorando el concepto medieval del derecho absoluto del soberano, sacralizado por Dios y, por lo tanto, de forma independiente a los súbditos (el concepto de ciudadanía fue posterior a la Revolución Francesa, que abolió el Antiguo Régimen, si bien, en la actualidad, sigue siendo una mera etiqueta, ya que la mayoría se sigue sintiendo más cómoda en el papel de súbdito)
‘Durante la guerra civil española, el jefe de los rebeldes, Francisco Franco Bahamonde insistió en su misión divina. Ya en el 1939, el Catecismo patriótico español, publicado el 1939 en Salamanca escribía ‘el Caudillo es como la encarnación de la patria y Dios le otorgó el poder de gobernarnos’. Con el objetivo de recobrar un cierto respeto internacional, el reconocimiento por la iglesia de su ‘misión divina’ y el derecho de poner el añadido ‘Caudillo por la Gracia de Dios’ alrededor de su retrato en las monedas son dos cosas que tuvieron un papel importante durante las negociaciones del Concordato con la Santa Sede, del 1953. A cambio, el dictador tuvo que conceder importantes privilegios a la iglesia católica y el nacionalcatolicismo se convirtió religión de Estado, con monopolio en la educación, derecho a la censura de prensa, abolición del derecho del divorcio, etc.’
(Wikipedia)
Las monarquías, manteniendo su genealogía mítica, siguen teniendo esa prerrogativa ‘divina’, si bien la ocultan, con excepción del:
- emperador japonés, que sigue siendo considerado descendiente de la diosa Amaterasu, relación que legitima su dinastía, y
- la monarquía británica, pues el arzobispo de Canterbury los sigue ordenando por ‘la gracia de Dios’, y su lema real es ‘Dios y mi derecho’
Así que, ideológicamente, Trump y Franco están unidos por esa autoasignada gracia divina, pues, invocando su legitimación por encima de todo poder terrenal, consideran que el respaldo de Dios les confiere la autoridad a su gobierno. Y, como dice Shadi Hamid, columnista del Washington Post, el nuevo gobierno de Trump, en realidad, se está presentado como un cambio de régimen.
Para concluir el presente escrito, y siguiendo con el contexto referencial con Franco, me parece interesante reproducir, parcialmente, un escrito del artista Joan Pere Viladecans, como respuesta a la multi-celebración organizada por Pedro Sánchez:
‘Una altra vegada Franco, collons!’ (otra vez Franco, cojones) (*)
(…) Dirán: ‘muerto el perro se acabó la rabia’. Señores celebrantes, no fue así. El dictador murió podrido, pero en la cama y dejó su legado de miedo y muerte. Se diría que murió matando, Puig Antich y los últimos fusilamientos del franquismo en 1975, un ejemplo. Sangre y miedo. ¿Y no sería más adecuado celebrar el fin de su herencia que su muerte? Que también. La historia, ¡ay! La historia se tergiversa por intereses espurios y partidistas.
El franquismo, señores, fue también una obsesión personal para millones de españoles. Todo el horror y la muerte representados en una figura abyecta. Cabe tener en cuenta: a los allegados que le preguntaban a Picasso por su vuelta del exilio, indefectiblemente respondía: ‘¡coño, cuando muera Franco!, y si llega otro peor … ya veremos, él es mi problema’.
Entre enero y junio de 1937 Picasso grabó unos aguafuertes titulados: Sueño y mentira de Franco. Lo que llamamos en catalán un auca, un cómic con 18 escenas emparentadas con el Gernika, en que aparecen las imágenes del dictador ridículo, sanguinario, afeminado, coprófago, grotesco …La evidente rabia picassiana en su primera obra política era la de muchos. Se estampó un tiraje inusualmente largo para recaudar fondos para la causa republicana. Se mostraron en la Exposición Internacional de París de 1937. ‘¿Cómo imaginar siquiera que yo pueda estar de acuerdo un instante con la reacción y la muerte, contra el pueblo y la libertad?’, Picasso 1937. Uno de tanto. ¿No?
(La Vanguardia, 19/01/25)
(*) es curioso, por decirlo suave, que, en la versión castellana, la propia Vanguardia haya traducido cojones por coño.
Yo no recordaba esos aguafuertes, y un compañero me reenvió el citado artículo de Viladecans, así que, buscando en Wikipedia, he localizado esa auca, y he podido ver que Picasso los efectuó en dos momentos de 1937: las primeras 14 están datadas el 8 y 9 de enero, por lo que son anteriores en diversos meses al Guernica, y los restantes 4 datan del 7 de junio, tres días después de haber concluido ese cuadro.
(…) es preciso señalar que el orden de realización de las imágenes estampadas es al revés, de derecha a izquierda, ya que Picasso las efectuó el derecho en las planchas y, al imprimirlas, quedaron invertidas por el efecto especular. También por eso, las inscripciones se leen invertidas.
Las imágenes denuncian la guerra en general y, más explícitamente, critican a Francisco Franco. Algunas son caricaturas satíricas del general, de carácter grotesco y escatológico, mientras que otras son alegorías sobre la crueldad y los males de la guerra. En una de las viñetas Franco está representado vestido de mujer de dudosa reputación, con mantilla; en otra, adora un relicario que contiene una moneda de duro (alusión a los vínculos del bando nacional con la banca). En otras viñetas, el general aparece representado con un falo gigante y botas, como un pólipo o célula indefinible, y como una criatura con cabeza de patata, por influencia de la obra teatral ‘Ubú rey’ de Alfred Jarry. En otras viñetas aparecen luchando un caballo y un toro, figuras que reaparecerán en el Guernica.
Las 18 imágenes de la plancha I (8 de enero de 1937):
- Franco sobre un caballo, con una espada y una bandera.
- Franco anda sobre una cuerda, con un falo gigante, una espada y una bandera.
- Franco ataca un busto clásico (la República Española) con una piqueta.
- Franco vestido como una cortesana, con una flor y un abanico.
- Franco recibiendo una cornada de un toro.
- Franco reza a una moneda de un duro, luciendo una tiara papal y un sombrero marroquí; le envuelve un alambre espinoso.
- Franco expele colobres de su cuerpo.
- Franco caza un caballo alado (Pegaso).
- Franco con una lanza, cabalgando un cerdo.
Primeras imágenes de la plancha II (datadas el 9 de enero de 1937):
- Franco devora un caballo muerto.
- Los restos de una batalla: un cuerpo femenino yace en el suelo.
- Los restos de una batalla: un caballo abriga con su cuello a un hombre; parecen muertos.
- Franco y un toro se miran.
- Franco (como un centauro deforme) y el toro, luchando.
Imágenes añadidas en la plancha II el 7 de junio de 1937 (algunas, relacionadas con esbozos del Guernica):
- Mujer llorando y mirando hacia arriba.
- Madre con un niño, huyendo de una casa en llamas.
- Madre e hijo muertos.
- Mujer herida por una flecha se alza entre las ruinas delante sus dos hijos.
(Wikipedia)
Nota: aconsejo al lector que busque los mencionados aguafuertes, ya que son muy interesantes.
Si bien en el momento presente, en Occidente, no se prevé, afortunadamente, una situación belicosa (salvo Ucrania), desgraciadamente, el nuevo ‘reinado’ de Donald Trump, elevará todo tipo de tensiones, así que, como escribió ayer Xavier Bosch, ayer, al menos tuvimos dos buenas, excelentes, noticias: ya falta un día menos para que acabe su gobierno, y que no podrá repetir una nueva ceremonia de investidura.
Pero, claro, eso es conformarse con el ‘ir tirando’ que mencioné en mi escrito de ayer; y los independentistas catalanes no queremos eso, queremos y necesitamos romper el férreo cordón umbilical que nos sigue manteniendo aprisionados. Queremos y necesitamos iniciar un nuevo auca, que refleje nuestra república catalana, democrática y laica.
Pero eso requiere dejar el pseudo-confort con el que nos mantienen anestesiados, pues ese pseudo-confort es el soma, la droga alucinógena, citada en los versos védicos, y que Aldous Leonard Huxley (1894 – 1963) reflejó en su obra ‘Un mundo feliz’ (1932), proponiendo que el estado disponga de medidas fisiológicas (selección y manipulación genética) y psicológica (la hipnopedia (*), la repetición de eslóganes y mantras desde la cuna a la tumba) para condicionar el pensamiento de un individuo pasivo.
(*) educación a través del sueño.
Así que, aunque nos parezca difícil e infructuoso, todo depende de nosotros, y lo primero, es rechazar el soma que nos facilitan por todos los medios, oficiales y oficiosos.
