En este momento de pandemia, con las crisis que comporta a todos los niveles, precisamos que el nuevo ciclo empiece con energías renovadas y que, cuanto menos, sanitariamente tengamos una convivencia que nos vuelva a permitir ser sociales, que superemos este virus de la soledad, que nos está asolando.
Por lo demás, todo seguirá igual, pues volviendo al plano terrenal de la política, y como presagie, muchos lo hicimos, el rey, en su discurso navideño, no ha superado los niveles mínimos de ética, moral y responsabilidad, ya que:
‘Felipe VI se escuda en la pandemia y esquiva la corrupción de la monarquía:
(…) Felipe VI ha preferido pasar de puntillas sobre los escándalos de su padre. El rey ha centrado casi la totalidad de su tradicional discurso navideño en los efectos de la durísima crisis desencadenada por la pandemia de coronavirus. (…) El Covid-19 le ha servido a Felipe VI para esquivar el no menos grave momento de la institución monárquica. (…) A duras penas tres breves párrafos, al final de un texto de 5 páginas y 1697 palabras, leído durante 13 minutos y 30 segundos, ha dedicado el jefe de estado (…) a hacer una apelación a la necesidad de ‘preservar los valores éticos que son las raíces de nuestra sociedad. (…) Unos principios que nos obligan a todos sin excepciones; y que están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, hasta de las personales o familiares’.
‘Y contamos sobre todo con nuestro sistema de convivencia democrática. En un tiempo en el que la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales provocan tanta incertidumbre, nuestra Constitución nos garantiza nuestro modo de entender la vida, nuestra visión de la sociedad y del ser humano; de su dignidad, de sus derechos y libertades. Una Constitución que todos tenemos el deber de respetar; y que, en nuestros días, es el fundamento de nuestra convivencia social y política; y que representa, en nuestra historia, un éxito de y para la democracia y la libertad.
No olvidemos que los avances y el progreso conseguidos en democracia son el resultado del reencuentro y el pacto entre los españoles después de un largo período de enfrentamientos y divisiones. Son el resultado de querer mirar juntos hacia el futuro, unidos en los valores democráticos; unidos en un espíritu siempre integrador, en el respeto a la pluralidad y a las diferencias, y en la capacidad de dialogar y alcanzar acuerdos. Son principios que no pierden nunca vigencia por el paso de los años.
(…)
Eguberri on. Bon Nadal y Boas Festas’
‘Puestos a esquivar temas espinosos, el rey, que es el comandante en jefe de las fuerzas armadas, tampoco hizo ninguna referencia directa a los chats de los militares retirados o en activo en los que se defienden posiciones golpistas.
(…)
El problema de Felipe VI es que con este tipo de discurso se desconecta cada vez más de una parte muy importante de la ciudadanía española. (…) En cambio, la derecha, que antiguamente había recelado de su padre, se alinea ahora entusiásticamente con una institución que perciben como un eficaz freno a cualquier cambio en profundidad del sistema nacido del pacto del 78.
Sin una desautorización explícita de su padre, su reinado está condenado.
Y así, con cada año y cada discurso, la monarquía es cada vez más una institución de parte, en concreto, de la más conservadora, y menos un punto de encuentro. Y esto, a la larga, todos saben lo que significa’.
(editorial Ara, 25.12)
Es decir, más de lo mismo, el eterno eslalon demagógico, pasar página de la corrupción de la familia real; hacer referencia a la guerra incivil y al franquismo como un ‘periodo de enfrentamientos y divisiones’, es vergonzoso, denigrante; considerar la constitución como si fuera la Biblia, el bálsamo de Fierabrás; la apelación a la sacrosanta unidad de la nación (con particularidades); y para acabar, un saludo en las tres lenguas cooficiales (euskera, catalán y gallego), como ‘deferencia a esas peculiaridades, como si fueran unos rasgos folclóricos, nada más).
Ayer, Antoni Bassas, en su columna titulada ‘Libertad’, haciendo referencia a la felicitación enviada por el conseller Jordi Turull (en prisión), citando al padre Hilari Raguer (1928-2020), señaló: ‘La libertad se ha de ejercer, si no, no es nada. Y ejercerla, seguramente, es perderla. Si no la hacemos servir, no hay libertad’.
(Ara, 24 dic.)
Y vemos que la libertad, por ejemplo, la de manifestación, la tenemos siempre atacada, como comenté ayer, por parte de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o la agresión, el intento de atropellamiento que tuvimos ayer en el corte de la avenida Meridiana, un conductor, aparentemente ebrio o colocado que, afortunadamente no ocasionó daños personales, y que fue retenido inmediatamente por los Mossos (policía autonómica).
Por eso, en estas fechas navideñas, podríamos acogernos a:
‘Camael (Kamael, Chamael, Chemuel) que significa: ‘la fuerza’, ‘el que ve a Dios’, o ‘la ira de Dios’; es decir el arcángel que, según algunas fuentes, se apareció a Jesús en el huerto de Getsemaní. Camael no es reconocido por la iglesia católica, ya que fue incluido en la prohibición del Vaticano (Directorio sobre Piedad Popular, publicado por la Congregación para el Culto Divino, del 2002) sobre la veneración de los ángeles que no se mencionan en la Biblia. La iglesia anglicana si que reconoce a Camael (bajo el nombre de San Chamuel)’.
(Wikipedia)
pues, como él (y salvando las distancias), los independentistas catalanes también somos unos proscritos por los cánones, es decir, el Vaticano prohíbe a Camael y la constitución prohíbe actuar democráticamente a los catalanes. Siempre hay la correspondiente congregación inquisitorial (el antiguo santo oficio o, en nuestro caso, el poder judicial), que se ocupan de señalar, separar, castigar y repudiar a los que no son como ellos y, por eso les son molestos.
Por todo ello, y más en estas fechas, debemos reivindicarnos, ejercer la libertad … seguir haciendo camino, pese a quien pese.
Y ese camino nos lo marcó Francesc Macià i Llussà (1859-1933), 122 president de la Generalitat de Catalunya, fallecido justamente el día 25 de diciembre; una persona ética y moral, un referente a años luz de distancia del actual rey y de los que ocupan las cúpulas de todos los poderes del estado español.
FELIZ NAVIDAD y BUENA SANIDAD PARA UNA MEJOR SALUD.
Amadeo Palliser Cifuentes