Según la ideología franquista, ‘España es una unidad de destino en lo universal’, pero mi percepción es que es ‘una diversidad de desgracia en lo particular’, ya que aquí no funciona nada, todo es improvisación disfrazada de pseudorazonamientos políticos y sociales. Todo es mentira, todo es impostura, todo es un fraude. Aquí, la moral y la ética sólo figuran en los diccionarios. Todo es puro teatro para seguir preservando el estatus quo. Y el problema no sólo es español, es europeo, o mundial.
Tenemos demasiadas pruebas de que en España todo es diferente y, desgraciadamente, lo sabemos, tenemos demasiadas pruebas, excesivos ejemplos.
Ayer, un descerebrado unionista, vino a visitarnos al corte diario de la avenida Meridiana de Barcelona, en reivindicación por la libertad de los presos políticos y sociales. Un descerebrado que vino a insultar y agredir a algunos de los pacíficos manifestantes. Pasó insultando y empujando y, como consecuencia, una amiga cayó y se golpeó contra un banco, y tuvo que ser llevada con una ambulancia al hospital y ponerle tres grapas.
Y ese descerebrado resulta que es un policía nacional fuera de servicio, según se identificó posteriormente a los Mossos (la policía autonómica catalana).
Parece mentira el nulo nivel democrático en determinadas personas, pues la manifestación nuestra puede disgustar y molestar, ese es nuestro objetivo, pues queremos manifestar nuestro desacuerdo con la sentencia del tribunal supremo contra nuestros representantes políticos y sociales. Las manifestaciones que hacemos son legales, pues están debidamente comunicadas, y el silencio administrativo es la debida aprobación. Por eso, tenemos, teóricamente, la policía municipal y los mossos, para defendernos.
A pesar de eso, cada día tenemos agresiones verbales y, a menudo, más subidas de tono, como ayer.
Sabemos que la ideología franquista sigue viva en ciertos estratos sociales, y los poderes policiales y judiciales deberían ir contra ellos, pero vemos que nunca es así. Si un independentista se pasa de la raya que estiman pertinente, por ejemplo, haciendo un fuego en un lugar donde no molesta, o respondiendo de modo fuera de tono, según la policía, rápidamente es identificado. Pero si el que hace la agresión, como ayer un motorista, la policía lo deja ir, sin más, sin identificarlo. O, como anteayer, un provocador que pasó insultando, y haciendo todo tipo de gestos, como bajarse los pantalones, a escasos metros de la policía, se fue de rositas, como si nada.
Ya sabemos que contra los independentistas todo vale.
También es verdad que ayer, una pareja de mossos que estaban próximos de la víctima, custodiándola hasta que vino la ambulancia, fueron muy atentos y sensatos, y nos dieron la razón. En todos los cuerpos hay personas de todo tipo, por lo que no es correcto generalizar.
El problema más grave lo tenemos con el poder judicial, un cuerpo que todavía sigue regido por la vieja ideología, pues seguro que la denuncia que se ha hecho contra el agresor quedará olvidada, ninguneada. Tenemos muchos ejemplos, como ayer, en el juicio en la audiencia nacional contra los tres acusados por el ataque terrorista yihadista del 17 de agosto del 2017 en Barcelona y Cambrils, que el juez Alfonso Guevara hizo declarar, a cara descubierta, al mosso que abatió a cuatro de los terroristas en Cambrils, pese a las quejas de su abogado defensor y del mismo mosso, que tuvo que declarar delante de uno de los hermanos muertos. Y eso es incomprensible, una vergüenza, pues, como dijo su defensa y el propio mosso, era ponerlo en la diana, era ponerlo en peligro, que ya, desde aquel momento, le marcó su vida.
Pero el juez es insensible, está claro. No valorar esas peticiones, y no permitirle declarar detrás de una mampara, una cortina, o por videoconferencia en un circuito cerrado, es una aberración.
Desgraciadamente, tenemos demasiados ejemplos de la judicatura que no respetan el sentir de la ciudadanía, por citar otro ejemplo, ayer, el tribunal superior de justicia de Catalunya, falló a favor de 11 colegios del Opus Dei, que quieren seguir beneficiándose de las subvenciones de la Generalitat, que quería evitar subvencionar como colegios concertados, los colegios que discriminan por sexo, que no efectúan la docencia mixta. Pero, ese tribunal aceptó sus quejas, ya que consideró que eso les perjudicaba económicamente (sin tener en cuenta la ingente cantidad de recursos de esa secta) y, el juez les ha dado la razón, así que durante seis años más, si seis, seguirán beneficiándose de las ayudas, a pesar de ir contra toda normativa local y estatal.
Está claro que el poder judicial siempre defiende a los poderosos, y eso es una pura vergüenza más.
No sé que prueba más tendremos que seguir soportando los independentistas.
Y tampoco sé cual es el umbral de resistencia moral de los unionistas, que prefieren seguir ciegos.
Realmente, ya no sé qué decir, estoy agotado, no tengo más argumentos, pues veo que los que voy repitiendo no sirven para nada. Aquí, los medios de comunicación dan la callada por respuesta, nada les altera. Lo deben considerar un mal menor.
Yo, con estos escritos, veo que apenas tengo utilidad, sólo ayer, por ejemplo, un amigo me manifestó su discrepancia por mi falta de respeto contra los antivacunas, y sé que se trata de una persona coherente, y que, si nos pudiéramos ver y debatir el tema en profundidad, seguramente llegaríamos a un acuerdo, pero las limitaciones por el covid, nos impiden realizar las comidas mensuales que efectuábamos, por lo que todo queda en unas meras líneas, que no facilitan la verdadera comunicación.
Y respecto al núcleo central, es decir, al problema de diferentes sensibilidades con el estado español, la verdad es que lo veo todo muy negro, pues los periódicos españoles no publican mis cartas, a pesar de reducirlas a los requisitos exigidos (1000 o 2000 caracteres), pues no las deben ver de utilidad general.
Pero no quiero rendirme, y agradezco la amabilidad de su diario, para desahogarme y, si es útil para alguno de sus lectores, lo celebraré.
Amadeo Palliser Cifuentes