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Carles Puigdemont, la deseada pieza de caza mayor

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Todos sabemos que desde el referéndum del 2017, Carles Puigdemont, el president de la Generalitat destituido ilegal e ilegítimamente mediante la aplicación del artículo 155 de la constitución (que no contempla la posibilidad de la destitución), y desde ese momento en el exilio en Bruselas, es la pieza más deseada por el estado español.

Y el estado español, en toda su amplitud, no ha cesado de efectuar todo tipo de acciones, unas legales (si bien por medios leguleyos inverosímiles) y otras ilegales (mediante la participación de elementos del servicio de ‘inteligencia’ fuera del territorio español).

Una nueva prueba la tenemos estos días, pues vemos que se ha vuelto a reproducir la estrategia de la junta electoral central negando a Puigdemont su reconocimiento como eurodiputado (y también a Ponsatí, Comín y Solé).

Gonzalo Boye, abogado de Puigdemont, en una críptica piulada dijo: ‘aclarado, la tierra es plana’. Y ha comentado que sus argumentos ‘son poco jurídicos y muy esotéricos’, ‘es una situación de locos y kafkiana’, ‘alguien ha de poner orden para que dejen de hacer el ridículo’ (…) ‘es increíble, si no fuera una cosa tan seria, la situación sería incluso graciosa’ (…) ‘el incidente demuestra que no nos equivocábamos cuando decíamos que hay una persecución política de los exiliados, llegando a negar la condición que tienen de eurodiputados, que es una realidad material desde hace tres años (…) y esta cuestión ya se ha dirimido en otras instancias judiciales europeas, de manera que es un debate que hace peste a naftalina (…) están perdiendo cualquier sentido de la realidad y del ridículo’

(elnacional.cat, 3 de noviembre)

Nada nuevo bajo el sol, pues sabemos que la cacería y el ‘terraplanismo’ están en el ADN carpetovetónico del nacionalismo español; como expongo seguidamente:

La caza de montería es una modalidad de caza mayor, a pie o a caballo, con especial protagonismo de los perros sabuesos, que se practica o se ha practicado, en todos los países.

Todos sabemos que esa ‘afición’ ha sido y es popular entre los grandes y poderosos a lo largo de la historia española. Un buen ejemplo lo tenemos con Juan Carlos I, el mal llamado ‘emérito’ (pues el adjetivo latino ‘eméritus’ se aplicaba a lo merecedores de un estatus o recompensa por haber concluido cabalmente su servicio).

Y todos recordamos la fotografía del citado ‘emérito’, colgada en la web de Rann Safaris del año 2006, junto a un elefante abatido en un safari en Botswana, pero divulgada por las redes el 14 de abril del 2012, tras la repetición de los hechos, en los que el emérito sufrió una caída, con rotura de cadera, por lo que debió ser trasladado en un avión privado a Madrid. Y eso fue la gota que colmó el vaso; pues mientras el rey gastaba millonadas por sus excentricidades alocadas, la población española pasábamos una crisis económica y social.

Es ‘curioso’ resaltar que la intervención quirúrgica realizada el 14 de abril del 2012, por el doctor Villamor, que le implantó una prótesis en la cadera derecha, fue una ‘justicia poética’, ya que ese mismo día, de 1931, se celebraron las elecciones municipales en España, con victoria republicana, que comportó la huida, a los pocos días del rey Alfonso XIII, imponiéndose la II República.

Si Juan Carlos no se hubiera caído, esos medios de comunicación, vendidos a la casa real y a sus sabuesos del gobierno, hubieran continuado tapándolo todo; pero la caída forzó a la casa real a hacer un comunicado, y se desveló la compañía de su amante, Corina Larsen, así como que el emérito era, paradójicamente, el presidente de honor de WWF España, para la defensa de la naturaleza y el medio ambiente (por lo que también cobraba comisiones, claro). Por todo ello, el emérito acabó reconociendo: ‘lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a suceder’.

Pero todos sabemos que ‘la cabra siempre tira hacia el monte’; o: ‘el lobo muda los dientes, pero no las mientes’; ‘quién nace lechón muere cochino’, o ‘los hijos de las gatas cazan ratones’.

Ahora bien, todo había cambiado, y no sólo en los elefantes abatidos, está claro, si no, también, en el ‘gran cazador blanco’, pues desde ese momento la imagen del emérito fue deteriorándose, gracias a las redes sociales, descontroladas por el poder (para vergüenza de la prensa sistémica); y dos años más tarde, en el año 2014, se vio obligado a dimitir.

Ese deterioro no fue motivado por un cambio en su conducta, si no por la potencia divulgadora de internet, que hizo saltar por los aires la censura que hasta ese momento efectuaban los serviles medios de comunicación subvencionados, sobornados, comprados, en definitiva, como he comentado.

Como he dicho, la cabra tira al monte, así que:

‘El emérito ha salido al paso de las especulaciones sobre su supuesto deterioro físico insistiendo en que ‘estoy perfectamente, practico dos horas de caza al día y me encuentro muy bien’. Desde Abu Dabi, donde se encuentra desde el pasado tres de agosto, ha asegurado que ‘disparo con total normalidad y con mejor puntería que nunca’. En las fotos que ha divulgado la Casa real se puede ver a Juan Carlos I subido a una montaña de elefantes muertos por sus disparos. ‘Mejor que ellos estoy’, ha dicho mirando a los cadáveres. El emérito ha matado a una decena de paquidermos para demostrar que, tal y como ha adelantado el periodista Carlos Herrera, está ‘como un oso’. ‘Estoy genial, toda esta sangre no es mía’, ha añadido.

Si las especulaciones sobre el estado físico de Juan Carlos I no cesan, la Casa Real está dispuesta incluso a mostrar imágenes en las que se le ve manteniendo relaciones sexuales con varias mujeres a la vez. ‘Está igual que siempre, basta de mentiras’, han pedido desde Zarzuela’

(https://www.elmundotoday.com)

Pero la realidad es muy diferente, pues:

‘Uno de los detalles más desconocidos de la cacería de Bostwana fue que Juan Carlos, aunque utilizó para tumbar a su presa, un rifle Rigby Express del calibre 470, no pudo rematar al elefante. Ello motivó que sus escoltas que lo acompañaban se vieran obligados a sacrificar a la pieza con más de 30 proyectiles que fueron disparados con armas de asalto del tipo Franchi Spas-12 con cartuchos del calibre 18,53 mm. Ese tipo de munición no es rápida pero sí muy potente y capaz de abatir a los objetivos de gran tamaño.

El anfitrión del safari en Bostwana, el empresario sirio-saudí Mohamed Eyad Kayali, que financió la cacería en el Delta del río Okavango, tuvo que desembolsar 100.000€ para que su amigo Juan Carlos I pudiera abatir con sus disparos un majestuosos elefante.

(…) El elefante escogido para Juan Carlos I era un macho muy grande, joven y con los colmillos muy finos. En contra de la costumbre de Bostwana, que solían elegir piezas viejas o con alguna tara, el objetivo de la cacería del 11 de abril del 2012 era un ejemplar de los que provocan envidia entre los cazadores curtidos.

Según una persona que presenció aquella salvajada, parecía como si el elefante estuviera drogado como el famoso oso Mitrofán, que fue cazado por el ex monarca en Rusia: ‘Aquello se parecía más a una película de Berlanga con guion de Azcona’, manifestó.

El cadáver de la imponente pieza desapareció enseguida de la escena de la cacería, pero los colmillos de marfil fueron apartados y reservados para el entonces rey. Los colmillos pesaban unas 70 libras, unos 30 kilos. Y no eran los primeros que Juan Carlos I almacenaba en la residencia La Angorrilla, en El Pardo, que estaba decorada con marfiles.

Juan Carlos I organizó el safari africano para que el hijo de Corinna, Alexander Sayn-Wittgenstein, de 10 años, experimentara en directo lo que era un safari y la caza de un elefante (…)

Corinna evacuó al rey herido en su jet (contratado a la empresa australiana Vista Jet) ante la pasividad de la Zarzuela y la Moncloa, por miedo al escándalo, que había primado por encima de la seguridad del propio jefe del estado. (…) Cuando el avión aterrizó en la pista del aeropuerto de Torrejón, quienes no habían reaccionado tras el accidente, desplegaron todo un operativo más propio de una escena de película: francotiradores apostados en los tejados, ambulancias, fuerzas de seguridad militares y civiles … El jefe del estado ya estaba a buen recaudo y era trasladado directamente al hospital.

(…) El séquito de del rey estaba formado por dos médicos, el jefe de seguridad de Juan Carlos I, Vicente García-Mochales Gutiérrez, y cinco escoltas’

(https://okdiario.com)

Es decir, el putrefacto estado español está plagado y alimentado por corrupciones, que oculta por todos sus medios; y, como hemos visto, por miedo al escándalo, la Zarzuela y la Moncloa, primaron la pasividad por encima de la seguridad del propio jefe del estado Juan Carlos I.

Eso fue así, pues ese ‘emérito’ ya lo tenían amortizado, y ahora se trataba de proteger al heredero. A rey ‘muerto’, rey puesto. Esa es la ética y la moral del estado español.

Ese es su ADN, pues Juan Carlos I, que mató a su hermano menor por un ‘accidente’ con su arma, sigue entusiasmado con las armas de fuego, hasta el extremo de llevarse al hijo de Corinna, de 10 años, para enseñarle cómo se mata a los elefantes.

Y esa sed de sangre la siguen mostrando contra Carles Puigdemont, por haber puesto en jaque a su maldita unidad de España. ‘Pecado mortal’ que nunca olvidarán, y les llevará a hacer todo tipo de ridiculeces, fechorías, o lo que haga falta.

Y desgraciadamente, al no ser una democracia al uso, el gobierno, la INjusticia, la policía, los medios de comunicación, etc., sólo tienen dos únicos mandamientos divinos: proteger a la corona y a la unidad de España.

Desafortunadamente, los unionistas (españoles o catalanes) piensan como el siguiente cuento:

‘Tiranos sucesivos

Durante varias semanas el Mullah Nasrudín no había pagado su deuda al terrateniente local. Cierto día, el noble acudió a cobrar su renta y, viendo que Nasrudín no podía pagar, dijo a sus hombres que cogieran los muebles del Mullah como pago.

Cuando mesas y sillas estaban siendo cargadas en el carro, Nasrudín se puso de rodillas y empezó a suplicar: ¡Oh, Alá misericordioso, concede al amo de estos hombres la vida eterna!

¿Tratas de enfurecerme aún más con tu sarcasmo, preguntó el noble?

El sentimiento procede del corazón, respondió Nasrudín. Cuando tu padre vivía todavía. Todo hombre de la aldea rogaba por su pronta defunción. Pero cuando tú te convertiste en señor y demostraste ser mil veces peor que él, comprendimos nuestro error. Ahora pedimos a Dios que te haga vivir para siempre. ¿Quién nos dice que tu sucesor no resultará mil veces peor que tú?’

Desgraciadamente, los unionistas se conforman viviendo en un reino en el que el robo y la estafa, es decir, la inmoralidad es la regla generalizada, como en el siguiente otro cuento:

‘Detrás de lo obvio

Todos los viernes por la mañana Nasrudín llegaba al mercado del pueblo con un burro que ofrecía en venta.

El precio que demandaba era siempre insignificante, muy inferior al valor del animal.

Un día se le acercó un rico mercader, quien se dedicaba a la compra y venta de burros, y le dijo: No puedo comprender cómo lo hace, Nasrudín. Yo vendo burros al precio más bajo posible. Mis sirvientes obligan a los campesinos a darme forraje gratis. Mis esclavos cuidan de mis animales sin que les pague retribución alguna. Sin embargo, no puedo igualar sus precios.

Muy sencillo, dijo Nasrudín, usted roba forraje y mano de obra. Yo robo burros’.

(ambos cuentos extraídos de: https://puntocritico.com)

Realmente, si los unionistas fueran mínimamente críticos, tuvieran un mínimo interés por saber e informarse, y si tuvieran, en definitiva, un nivel ético adecuado, estoy convencido que la monarquía y toda la estructura de poder española caería, como cayó el 14 de abril de 1931, como he comentado anteriormente.

Y si fuera así, los unionistas catalanes dejarían de serlo, estoy convencido.

Pero, a mi modo de ver, viven alienados con el pan y circo que les lanzan, por eso se sienten fuertes para gritarnos ‘viva España, vive Franco’ a los que seguimos manifestándonos, pues, está claro que ver una ‘estelada’ (la bandera independentista catalana) les produce alergia. Y, dada esta situación, seguiremos siendo borboneados por los siglos de los siglos.

Pero, afortunadamente, aún podemos confiar que la justicia europea nos sirva de punto de apoyo para nuestra palanca independentista, y así poder mover el mundo unionista, incluido ERC (emulando a Arquímedes, 287 a. C.-212 a.C.)