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Carta al lector

España versus Catalunya: dos ideas y un consejo.

Estos días es difícil alejarse del monotema de la pandemia, pues es sumamente importante y nos afecta a todos, pero ahora me parece interesante analizar determinados aspectos colaterales:

Recuerdo / olvido:

Según la mitología griega, Mnemósine (recuerdo) era una Titán, hija de Gea y Urano, que engendró de Zeus a las nueve Musas; también era el nombre de un río del Hades, opuesto a Lete (olvido), otro de los ríos del Hades; y según se bebiera de una u otra agua, se recuerda o se olvida.

El paso del mito al logos, fuente de la filosofía occidental y, en definitiva, de nuestra forma de conocimiento, nunca es estrictamente racional, ya que inciden otros muchos factores inconscientes (instintivos–emocionales), que acaban modelando nuestra conducta. Y en este momento básicamente son éstos los que afloran, ya que el instinto de conservación es primordial en todas las especies. Ahora bien, deberíamos tener la capacidad de discriminar, y poder analizar diferentes problemas en paralelo, y uno de ellos, que era esencial hasta la aparición del coronavirus, era (y sigue siendo) la exigencia de justicia, reclamando la liberación de los políticos y representantes sociales catalanes presos o en el exilio, por hacer lo que mayoritariamente les solicitamos, es decir, dejarnos votar democráticamente si queríamos o no la independencia.

Pues bien, política y mediáticamente, ahora este tema se ha olvidado o, cuanto menos, ha pasado a un segundo lugar, como si Sánchez, presidente del gobierno, el sistema judicial y los redactores de la prensa sistémica, hubieran cogido una borrachera de agua del río Lete; o, en caso contrario, mostrando una falta de interés, de humanidad y de ética, ya que seguir limitando los derechos a nuestros representantes, manteniéndolos en prisión o en el exilio, es inmoral. Y nosotros no olvidaremos, no nos hace falta beber de ningún río, nunca olvidaremos ni perdonaremos.

Sánchez, en sus discursos semanales sobre el coronavirus, nos repite que su voluntad es salvar vidas: ¿realmente, la vida de los presos y exiliados no le importan?, ¿considera que es vida estar privado de libertad y lejos de sus familias?, ¿son vidas de segunda división? Está claro que Sánchez carece de la más mínima empatía con ellos, con sus familiares y con millones de catalanes.

Diálogo / imposición:

Dialogar no sólo es un intercambio de mensajes entre el emisor y el receptor, y que puede tener diferentes objetivos más o menos explícitos, siendo el principal el de intentar convencer al otro.

Ahora bien, cuando el llamado diálogo es un mero discurso, o un intercambio de discursos; cuando el que tiene el poder no tiene ni quiere tener un ápice de sensibilidad para dejarse convencer y quiere imponer sus decisiones predeterminadas y ya publicitadas, como viene haciendo Sánchez desde el inicio de la pandemia y, aún más, desde siempre, ya que nunca se ha prestado al diálogo (conocemos muchos giros, muchos Pedros Sánchez: el candidato, el presidente, el nuevamente candidato, etc.) y su común denominador es la falta de consistencia discursiva.

Por todo ello, el “diálogo” que “vende” Sánchez, es puro humo y un reflejo propio de una personalidad con complejo de inferioridad; o, en caso contrario, de una mala praxis para seguir imponiendo su visión unionista, defendida a capa y espada (nunca mejor dicho, pues ha sacado el ejército para luchar contra el virus).

Y un gobierno que únicamente está atento a las encuestas, y que su estrategia es pura campaña de marketing, no nos engañará, su diálogo es propio de un diálogo de sordos, de un diálogo de besugos, pues su falta de empatía con sus interlocutores, especialmente con Torra, presidente de la Generalitat de Catalunya, es más que notorio, ya que las propuestas que éste le transmite, siempre reciben un no por respuesta y, con el tiempo, cuando la necesidad lo exige, Sánchez adopta la propuesta, pero haciéndosela suya. Rectificar es de sabios, pero acertar sólo cuando se rectifica de forma reiterada, tiene otro calificativo.

Consejo final:

Hace muchas décadas, un excelente profesor de antropología tuvo el acierto de aconsejarnos la lectura de un librito titulado: “Los papalagi: discursos de Tuiavii de Tiavea, jefe samoano”, escrito en 1929 por Erich Scheurmann (1878-1957). Este librito ilustrado, de pocas páginas, narra las aventuras del citado jefe samoano que, tras su visita a Europa, intenta explicar a sus conciudadanos del Pacífico, de las incongruencias de los papalagii (los hombres blancos).

Creo que una sincera lectura de esta deliciosa e inteligente obra sería muy útil a los políticos y ciudadanos unionistas, ya que eso les permitiría entender la necesidad de ser empáticos con los ciudadanos que no opinamos como ellos, y dejarían de considerarnos súbditos, ya que podrían darse cuenta que no tienen el dogma de la infabilidad, afortunadamente.

Y sabiendo que ya sería pedir mucho, también les sería muy útil la lectura de los escritos del psicólogo social Serge Moscovici (1925-2014), en concreto “la disidencia de uno solo”, recogido en su obra “Psicología de las minorías activas”, respecto a Alexander Solzhenitsyn (1918-2008); y sacasen sus propias conclusiones, ya que aquí en Catalunya, la voluntad independentista no es de uno sólo, sino de millones de ciudadanos.

Amadeo Palliser Cifuentes