Está claro que la historia enseña a los que tienen voluntad de aprender; los que sólo quieren castigar preventivamente, como hizo ayer Borrell, siempre seguirán en el lado oscuro de la historia.
Hoy, 30 de abril, se cumplen 76 años del suicidio de Adolf Hitler, de su esposa Eva Braun y de la familia de Goebbels (1945). Asimismo, se cumplen 46 años del final de la guerra de Vietnam contra los EUA (1975), al ocupar Saigón las tropas del Viet Cong.
Ambas fueron excelentes noticias, ya que representaban el final de sendos períodos nefastos; si bien no comportó el final del nazismo, como sabemos por la permanencia de esa ideología, aunque, de forma residual, pero no por ello menos preocupante. Asimismo, y respecto a los EUA, como pudimos ver con la guerra de Irak, por ejemplo, constatamos que su ambición de poder, su ideología neoliberal, no se ha alterado en absoluto.
Salvando las distancias, lógicamente, pues no es posible extrapolar directamente las debidas lecciones, me parece que sí que podemos extraer sendas lecciones: el rechazo de una ideología asesina y subhumana como el nazismo, y la desconfianza del poder omnipotente y censor, como el americano.
Es evidente que, en siglos precedentes, la historia la escribían los vencedores, pero, afortunadamente, en la actualidad hay muchos historiadores libres, que han hecho estudios objetivos, dentro de lo posible, ya que la subjetividad es imposible de eliminar del todo.
Por eso tenemos estudios críticos con los EUA respecto a la guerra de Vietnam, mostrando sus matanzas con napalm y demás armamentos inaceptables contra la población civil (en realidad no hay ninguna arma aceptable, pero sabemos que España, por ejemplo, es de los que más gastan en armamento, y eso es vergonzoso y despreciable).
Por lo tanto, sabemos que debemos huir de la historiografía oficial, ya que, por ejemplo, vemos que los poderosos, como la UE, utilizan guantes de seda para tratar el conflicto entre la República Popular de China y la Región Autónoma del Tíbet. Y eso no deja de ser una muestra vergonzosa de que siempre predomina la economía sobre los derechos humanos.
Otro ejemplo del uso abusivo del poder, lo tenemos, como no, con España y su no reconocimiento de la República de Kosovo.
Y es importante señalar que ese no reconocimiento se debe, única y exclusivamente, por haber declarado su independencia de Serbia en 2008, de forma unilateral, tras un conflicto armado entre ambos países (1998-1999). Y España no quiso, ni quiere ni querrá, que esa declaración unilateral sirva de precedente para Catalunya. Por eso, España antepone sus intereses particulares, sobre la voluntad y deseo de los kosovares.
Ayer tuvimos un nuevo ejemplo de ese empecinamiento español, y del triste personaje Josep Borrell, que sigue ampliando su currículum de actuaciones miserables y vergonzantes; pero, claro, todo sea por la unidad de la patria española.
‘El alto representante de la UE para asuntos exteriores, advirtió ayer al primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, que su país no podrá formar parte de la UE mientras no llegue a un acuerdo con Serbia, el país del cual se independizó unilateralmente en el año 2008.
Borrell lo dijo después de reunirse en Bruselas con el líder del país balcánico, un encuentro incómodo para el jefe de la diplomacia europea porque España no ha reconocido todavía la existencia de Kosovo, a diferencia de la mayoría de estados de la Unión.
‘El camino europeo de Kosovo está ligado al diálogo con Serbia. No hay alternativa’, dijo Borrell, que añadió ‘Es evidente que, sin un estatus internacional ampliamente reconocido, el camino europeo de Kosovo no tiene futuro’
(…)
Actualmente 22 de los 27 países de la UE reconocen a Kosovo; los que no lo han hecho son: España, Rumanía, Eslovaquia, Chipre y Grecia.
(…)
‘Puede contar con mi buena voluntad’, le respondió Kurti.
(A.C.R, Ara, 30 de abril de 2021)
Y también es miserable e imperdonable que la UE acepte ese posicionamiento vergonzante, que es incomprensible, máxime cuando 22 países reconocieron a Kosovo. Es injustificable que ‘ahora’ se ponga la condición del pacto entre Kosovo y Serbia; y que sea este país, el que tenga el poder de seguir impidiendo la independencia en cuestión.
Obviamente, Borrell, pensando en Catalunya, está sentando un precedente, ya que, en un futuro, España se apoyaría en ese ‘diálogo’ con Catalunya, que nunca efectuaría, ya que nunca reconocería nuestra independencia.
Por eso, vemos que tanto España, como sus tristes políticos, siguen aplicando una política miserable, escudándose en maniobras torticeras, para seguir manteniendo su hegemonía, por encima de la voluntad popular.
De España ya no nos extraña nada, y de Europa tampoco, pues aceptando estas tesis, está cerrando nuestras puertas. Y esto también es miserable y vergonzoso.
Por eso, me parece muy adecuada la siguiente fábula de Esopo (siglo VII a. C.):
‘El león y el mosquito.
El pequeño e insignificante mosquito, se despertó un buen día sintiéndose valiente e invencible. Pensó que aquel era su gran día y que todo el mundo había de saber lo importante que era. Así fue como se fue volando hasta la casa del león y, en su camino, iba anunciando a grandes voces:
¡Soy invencible! Nadie puede conmigo, ni siquiera el poderoso león.
Los animales, escuchaban atónitos a su paso los gritos de aquel insignificante mosquito. Sorprendidos por su actitud, decidieron seguirle para ver lo que ocurría.
Cuando el mosquito llegó a la casa del león, llevaba detrás un enorme grupo de animales ansiosos por ver qué iba a hacer el mosquito.
León, yo puedo vencerte en un combate. Puedo, puedo y puedo.
Mosquito, dijo el león con voz cansada y mirándole de reojo, eres demasiado pequeño para enfrentarte conmigo.
Si, soy pequeño, pero también soy valiente y soy invencible, contestó el mosquito. Y acto seguido hizo sonar su trompetilla tan fuerte como pudo. ¡Vamos a pelear! Gritó envalentonado.
Si es lo que deseas … y acto seguido, el león lanzó un rugido que hizo estremecer a todos los animales. Con su zarpa lanzó un manotazo al aire para aplastar de un zarpazo al mosquito insolente.
El mosquito esquivó el manotazo, y voló directo a la nariz del león. Una vez allí, se colocó en posición de ataque y comenzó a picarlo una y otra vez en la punta de su nariz, justo allí donde el león era más sensible.
El león, de pronto, se mostró desesperado y comenzó a darse manotazos a sí mismo y, con sus garras puntiagudas comenzó a rasgarse la piel. Sin embargo, ningún zarpazo alcanzó al pequeño mosquito que se movía veloz y ágil. Hasta que, desesperado, dijo el león:
Basta ya mosquito, me rindo, has ganado la pelea.
Nada más pronunciar estas palabras, los animales comenzaron a aplaudir y el mosquito exultante gritó:
¡Soy el mejor!, ¡soy invencible!, ¡soy muy valiente!
Sí, eres muy valiente, de eso no cabe ninguna duda, pero invencible … eso ya es otra cosa, dijo el león.
El mosquito, orgulloso por su victoria, no prestó atención al león y se fue volando mientras tocaba su trompetilla, contento por su éxito.
Entonces, absorto recordando su logro, sin darse cuenta, se enredó en la tela que una araña había tejido entre dos ramas. La araña, al ver atrapado el mosquito, saltó sobre él, y se lo comió’
ya que, haciendo un claro paralelismo, España es el león, la UE es la araña, y nosotros, igual que Kosovo, intentaremos no acabar como el mosquito, pues hemos aprendido que todo el mundo tiene un punto débil, nadie es invencible, por más poderoso que sea o parezca.
Sabemos, que los aparentemente poderosos, como España, tienen múltiples defectos, como los tenía el bíblico (libro de Samuel) gigante Goliat, héroe de los filisteos, vencido por el joven israelí David, que ya he cité ampliamente en un escrito anterior.
Es sabido que Goliat, por su gigantismo, tenía problemas de visión, muy común en personas con acromegalia o gigantismo, además de su hexadactalía (seis dedos).
Por lo tanto, por ser débiles, en comparación con Ñordistán, la España más casposa y vengativa, debemos encontrar el camino para no serlo, debemos dejar de apelar a la épica, para conseguir la victoria.
El camino podrá marcarlo la justicia europea, pero, debido a su burocracia, sabemos que tardará años. Y no podemos esperar.
Y si el precio de nuestra independencia es no estar en la UE, tampoco pasa nada, también hay vida fuera de ese clan de mercaderes dominado por los estados, como vemos.
En definitiva, sólo tenemos un camino, la movilización popular, para confrontarnos, democrática, pacífica e inteligentemente, con el estado borbónico. Y si nos movilizamos masivamente, tendremos posibilidades. Y para eso, debemos superar nuestro actual estado depresivo, y saber que todo cuesta, todo tiene un precio.
Sabemos que se tiende a confundir el precio y el valor de las cosas. Pues bien, nuestra independencia tiene un valor incuestionable, y el precio que nos hará pagar Ñordistán, será incomparable, seguro.
Ayer nos visitó en el corte de la Meridiana, Albert Botran i Pahissa, historiador y actual diputado en el congreso de los diputados por la CUP (Candidatura de Unidad Popular), y nos recordó que, contra lo que muchos piensan, los catalanes no celebramos derrotas (por nuestra Diada, el 11 de setiembre), en que fuimos vencidos por las tropas borbónicas de Felipe V, el primer Borbón. Nos recordó que lo que hacemos es conmemorar nuestra resistencia, y que ese espíritu es el que ha ido pasando de generación a generación.
Por eso, no podemos desfallecer, y traicionar a nuestros antepasados, debemos persistir.
Asimismo, hizo un repaso histórico, comparando la situación actual con la de la Primera República Española, pues, en base a las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, Francesc Macià i Llussà (1859-1933) proclamó el Estat Català, antes de que en Madrid proclamasen la República española.
La República catalana proclamada, posteriormente fue definida como integrada en la Federación de Repúblicas Ibéricas (federal o confederal). Pero aún así, duró tres días, ya que las presiones del gobierno central fueron impresionantes, como siempre, pero sirvió de base para conseguir nuestro gobierno autonómico.
Botrán señaló que los resultados de las mencionadas elecciones municipales, entre los bloques monárquico y republicano, fueron similares a los actuales del 14 de febrero, por eso, recordó que los ejes básicos de 1931 fueron tres:
· la base social, movilizada tanto en las ciudades como en el medio rural;
· la crisis del régimen monárquico, con Alfonso XIII aliado con el general Miguel Primo de Rivera, desprestigiado por la dictadura impuesta, y por la corrupción de la casa real; y
· por la decisión política valiente de nuestros políticos, que no esperaron a tener los resultados de las elecciones, para dar el paso.
Por todo eso, debemos aprender de la historia, no olvidar a nuestros antepasados, y aprovechar el momento actual, ya que se dan los mismos tres ingredientes:
· la crisis del régimen no puede ser mayor, la corrupción en todas las esferas del poder central es tremenda;
· la decisión política también la tenemos, ya que contamos con nuestro líder Carles Puigdemont, nuestro president legítimo de la Generalitat;
· y la voluntad popular también la tenemos, como se demuestra en todas las elecciones; sólo falta que dejemos el sofá, y nos movilicemos.
Así, que Goliat puede ir temblando, que tendrá que irse, como debieron marchar las tropas de los EUA de Vietnam. Pero, en nuestro caso, les forzaremos pacífica y democráticamente.
Y, de ese modo, se cerrará el ciclo, el círculo vicioso, pues, para nosotros, Felipe VI será nuestro último rey; y si ellos lo quieren, que se lo confiten juntos a todos sus cortesanos, Borrell, incluido.
Todo depende de nuestra voluntad.