NAIROBI, 18 ago (Reuters) – Científicos que luchan contra el reloj para salvar de la extinción al rinoceronte blanco norteño han recopilado 10 óvulos más de las dos últimas hembras vivas, que esperan logren crear embriones viables que puedan ser incubados por otros rinocerontes que actúen como surrogados.
Ninguno de los rinocerontes blancos norteños que queda sobre la faz de la Tierra -una madre y su hija- puede llevar a término un embarazo, por lo que los científicos quieren implantar los embriones en rinocerontes blancos sureños en su lugar.
El último rinoceronte blanco norteño, llamado Sudán, murió en el área de conservación Ol Pejeta de Kenia en 2018. Esta especie vivió una vez en el este y centro de África, pero sus números declinaron por la caza furtiva.
Los rinocerontes blancos norteños -el mamífero en mayor peligro de extinción en la actualidad- tienen orejas y colas más peludas, son más pequeños y fornidos y tienen genes diferentes a los de sus primos sureños.
Los científicos recolectaron primero óvulos de las hembras hace un año, dentro de un equipo compuesto por Ol Pejeta, el Servicio de Vida Salvaje de Kenia, el italiano Avantea Lab, el Dvůr Králové Zoo de República Checa y el Instituto Leibniz para Zoos y Vida Salvaje de Alemania.
El equipo produjo tres embriones puros de rinocerontes blancos norteños que están congelados ahora. No obstante, los científicos se dieron cuenta de que deben sincronizar la implantación de embriones con el ciclo reproductivo de las madres surrogadas, por lo que cuantos más tengan, mejor.
Un problema potencial es que los humanos no saben cómo detectar cuándo es el momento correcto para insertar el embrión y aquí es cuando entra en juego el señuelo romántico: un rinoceronte blanco sureño será esterilizado, transportado a Ol Pejeta y liberado junto a potenciales madres surrogadas. Su respuesta indicará cuando están en celo.
“Gracias a sus actividades podremos identificar el momento correcto para insertar el embrión”, dijo el coordinador del equipo, Jan Stejskal, del Dvůr Králové Zoo, a Reuters.
Escrito por George Obulutsa; editado en español por Carlos Serrano