Hoy, hace cinco años, el Parlament de Catalunya proclamó la independencia, de forma legal de acuerdo con las nuevas leyes catalanas de transitoriedad.
Ahora bien, todos sabemos que no fue posible desplegar ninguno de los decretos, y que, inmediatamente, el gobierno se disolvió, unos marcharon al exilio y otros se quedaron para ser detenidos poco después; pues a ese día llegaron ya muy divididos. Cada uno asumirá sus responsabilidades, espero, pues confío que en un momento tendremos una historiografía completa y objetiva de todo lo que pasó y condicionó sus conductas.
Asimismo, confío que, en su momento, los organismos internacionales, desde la ONU hasta los tribunales de justicia de la UE, confirmen la ilegalidad de la actuación del estado español; pues el artículo 155 de su constitución no les permitía derrocar a los presidentes de la Generalitat y del Parlament, ni destituir al gobierno en pleno, ni a sus segundos escalafones, entre ellos, el mayor de los mossos d’esquadra (la policía autonómica).
Como muy bien ha venido explicando Vicent Partal estos días en su diario digital (Vilaweb), siempre se había considerado que el 155, tal como estaba redactado, era inaplicable; por lo que procedió a ‘violar profundamente tanto el estatuto de autonomía como la constitución española’; y, precisamente, espero que los organismos internacionales constaten este golpe de estado, dado por el estado profundo español.
El artículo 155 dice:
1 – Si una comunidad autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución o otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general.
2 – Para la ejecución de las medidas previstas en el apartado anterior, el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de las Comunidades Autónomas.
Es decir, que el gobierno central, puede dar instrucciones, pero NO destituir a los responsables del gobierno y parlamento.
Pero, como señala Partal, ‘Rajoy ya había anunciado el 20 de setiembre su intención de gobernar de manera directa Catalunya durante medio año, y después ya veremos’.
En esa línea, hemos sabido estos días, que el responsable del ejército, jefe del Jemad, Fernando Alejandre (autor del libro ‘Rey servido y patria honrada: Una visión de la defensa de España’; que demuestra su concepto de la ‘democracia’ española, servil y borbónica, como comenté en el momento de su publicación, el pasado marzo), junto a la ministra de defensa, María Dolores de Cospedal, habían tramado actuaciones preventivas, sin el conocimiento de Mariano Rajoy, que fueron aplicadas, parcialmente. Y eso confirma, a mi modo de ver, el golpe de estado, ‘dirigido’ o, cuanto menos, estando involucrado, el propio rey Felipe VI, jefe de las fuerzas armadas.
Es decir, una repetición calcada a la del golpe de estado del 23 de febrero de 1981, del capitán general Jaime Milán del Bosch, Antonio Tejero, etc.; que el rey Juan Carlos I y Felipe González, líder de la oposición, y demás, conocían, y, al ver que no había triunfado, traicionaron y se pusieron del lado de la constitución.
Ahora bien, en estos cinco años, los independentistas catalanes hemos aprendido muchas cosas:
En primer lugar:
Constatar que el estado español es capaz de todo, y todo es todo, para salvar la unidad de su patria; aunque para ello deban dar un golpe de estado como el que efectuaron, saltándose todas sus leyes ‘democráticas’; esa es su ‘democracia plena’, que ‘permite’ sus ‘auto golpes de estado’.
En segundo lugar:
Constatar que la UE carece de una visión democrática, y que únicamente vela por el mantenimiento del club de mercaderes que la conforman.
En tercer lugar:
Constatar la campaña que durante estos cinco años nos ha machacado, tanto por parte de todos los unionistas sistémicos (políticos, medios de comunicación, etc.), como de muchos unionistas camuflados, reforzando su idea: de que todo fue una tomadura de pelo, un engaño, de que no había nada preparado, de que no podemos hacer nada, que España es una democracia sólida, etc.
En esto coincido totalmente con Partal, que nos alerta, precisamente, ‘que debemos ser muy conscientes de esa campaña, por parte de los contrarios a nuestra independencia’.
En cuarto lugar:
Y en línea con la idea anterior, es constatar y conocer qué piensan y cómo son determinados políticos y partidos, que ahora se han reconvertido, o manifestado claramente, en posibilistas y, en definitiva, en meros autonomistas.
Ahora sabemos que no podemos confiar en el actual partido de ERC, no, mientras no depure a sus actuales responsables. Asimismo, igual con muchos de Junts y de la Cup.
También sabemos cómo han cambiado algunos medios de comunicación. Ahora, TV3 (la televisión catalana), dirigida por ERC, se ha vuelto autonomista; igual que otros medios, como RAC1, la radio que sigo cada día, y que recuerdo, que años atrás, su locutor ‘estrella’, Jordi Basté, apoyaba el independentismo y, ahora, dentro de su ‘simplonería’, se ríe de los que seguimos soñando. ¿Será por eso que ayer le dieron, nuevamente, el premio Ondas?, igualmente, el diario al que estoy subscrito, el Ara, antaño dirigido por su malogrado director Carles Capdevila, ahora se ha convertido en un mero panfleto de ERC.
Entre esos ‘amigos’ a mi modo de ver cabe señalar a Iñigo Urkullu, el lehendakari vasco, que, en el momento previo a la aplicación del artículo 155, medió entre Rajoy y Puigdemont, para que éste retirara la declaración de independencia, y aquél no aplicara el 155.
A mi me extraña que, en ningún lugar, radio, televisión ni prensa, nunca, y nunca es nunca, he visto ninguna crítica a Urkullu. Y, a mi modo de ver, en un momento tan crítico y determinante, muchos independentistas hubiéramos agradecido el apoyo del pueblo vasco, no su interés por mantener el statu quo.
Recuerdo el cariño e ilusión que muchos expresamos al lehendakari Juan José Ibarretxe, cuando en el año 2001 presentó el plan que lleva su nombre y que infructuosamente defendió en las cortes españolas. Ese plan, denominado ‘Propuesta de estatuto político de la Comunidad de Euzkadi’, se basaba en la identidad propia del pueblo vasco, para decidir su futuro, es decir, su derecho de autodeterminación, como estado asociado a España.
Pero, tristemente, tras el portazo del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) y de los partidos institucionales, vimos que el propio PNB lo archivó y … olvidó.
La editorial de hoy de Vicent Partal, se titula: ‘Y quién ha sentido la libertad, tiene más fuerza para vivir…’ y empieza diciendo:
‘Preguntaos cómo es que hoy tanta y tanta gente tiene tanto interés y pone tanto esfuerzo para que tengamos un recuerdo negativo del 27 de octubre del 2017’;
Y más adelante recuerda diferentes movimientos sociales de 1968, centrándose en el recital de Raimon, el 18 de mayo, en la facultad de ciencias políticas y económicas de la Universidad Complutense, de Madrid, ante más de seis mil estudiantes, cantó en catalán y concluyó con su ‘Diguem No’ (Digamos no), que conmocionó al mundo político y mediático del momento. Partal sigue comentando que, tiempo después, Raimon escribió ’18 de maig a la Villa’ (18 de mayo a la Villa), que contiene los siguientes versos: ‘Por unas horas / nos sentimos libres, / y quien ha sentido la libertad / tiene más fuerzas para vivir’.
En esa editorial, Partal resalta un artículo de Clara Ponsatí (eurodiputada exiliada), que hoy mismo se incluye en Vilaweb, titulado, precisamente ‘Diguem no’, enlazando el no de la militancia de Junts para seguir permaneciendo en el gobierno de Pere Aragonès (ERC), con el no de las bases de ERC, en 2006, al estatuto de autonomía elaborado por el gobierno tripartito. Y Ponsatí señala que, efectivamente, esos momentos de ruptura, aunque parezcan menores, acaban teniendo consecuencias importantes.
Pues bien, yo confío que se así, que realmente represente un punto de inflexión, una ruptura del seguidismo autonomista y subordinado que tenemos.
Para concluir, pues ya me estoy alargando bastante, creo que es importante pensar en el futuro y, con lo que hemos constatado, sabemos, varias cosas importantes:
Que ahora todo el mundo conoce la ‘determinación dictatorial española’ y que, cuando salgan los dictámenes de la ONU y de las instancias judiciales europeas, quedará claro que el estado español dio un golpe de estado ilegal. Así que, evidentemente, en el futuro no podrá repetir la jugada, ya no les valdrá nada ‘su experiencia’, pues no obtendrá ningún aval democrático.
Así, no podrá aplicar de nuevo el 155, ni encarcelar a los líderes independentistas; ni, mucho menos, lanzar alocadamente a sus jueces, policías, militares, medios de comunicación, empresas, etc.
El rey, si todavía dura como tal, deberá permanecer callado, y tragarse sus ideas de ultraderecha, que comparte con Vox.
Por nuestra parte, no deberíamos repetir el referéndum, ya lo ganamos, por mucha irrelevancia que quieran endosarle los de siempre, los que viven mejor con el ‘atado y bien atado’.
Eso sí, los independentistas deberemos ir unidos, libres de todos los ‘posibilistas actuales’ (con los que no podemos confiar, de nuevo).
Sólo es cuestión de unos meses, ya que el año 2023 tendremos las resoluciones internacionales. Y, en ese momento, desde las bases, deberemos forzar, democrática y pacíficamente a nuestros representantes, para que afronten sus responsabilidades.
Yo, habitualmente, soy muy pesimista al respecto; ahora bien, en este momento, creo que Vicent Partal está muy acertado y, aunque sea excepcionalmente, creo que es interesante trasladar esa visión optimista.