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Colosos con pies de barro

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Gran parte de la población vemos a Donald Trump como el Goliat bíblico, ‘con anomalías cerebrales, que comportan una falta de coordinación de sus movimientos; así por más que lleve un casco que pesaba cinco mil siclos, y que también era de bronce, como lo eran las polainas que protegían las piernas y la jabalina que llevaba al hombro, sucumbió ante el pequeño David’. Y esa es la perspectiva que tenemos de su poderío, igual que el de otros similares, como intento explicar a continuación.

Todos tenemos ejemplos de colosos, de titanes, con los pies de barro, en referencia al sueño del rey de Babilonia, Nabucodonosor, un sueño que el propio rey hab a olvidado, pero que le seguía inquietando. Al no conseguir que los magos adivinaran el sueño, y, claro, tampoco su interpretación, los fue ejecutando. Fue entonces cuando Daniel, por inspiración de Yahveh, conoció el sueño y dio con su interpretación.

En ese sueño, Nabucodonosor había visto una estatua colosal con cabeza de oro, brazos y pecho de plata, vientre y lomos de bronce y piernas de hierro, y los pies, en parte de hierro   y en parte de barro. Así la estaba viendo el rey, cuando, sin que nadie la empujara, se desprendió del monte una piedra, golpeó los pies de la estatua y los deshizo, derrumbándose al instante la estatua y quedando desmoronada.

Daniel interpretó que la cabeza de oro de esa estatua representaba al propio Nabucodonosor y su imperio; las otras partes del cuerpo eran los diferentes imperios que le sucederían, siendo más frágiles. La plata, el imperio medo; el bronce, el imperio persa; y el hierro y el barro, los reinos helenísticos de lso Ptolomeos de Egipto y los seléucitas de Antioquía de Siria.

Volviendo a Trump, su aparente poder, en realidad presenta una gran fragilidad, de su propio estado, ya que la fragmentación cultural, y la gran diversidad económica y social, no vaticinan la solidez que necesita. Y su fanfarronería de chulo de barrio, no hace más que mostrar sus carencias. 

Y ya no digamos la debilidad intelectual que presenta y representa el propio Trump, un personaje que no sabe ni quiere saber lo que es la democracia, ya que no reconoció su derrota y ‘promovió’ la toma del Capitolio; y ahora, viene a la UE, a dar lecciones de democracia. 

Pero, claro, la UE tampoco entiende de democracia, su configuración y apariencia es una pura adulteración de ese concepto, ya que, en realidad, está configurada como una oligarquía, avalada por dos grandes grupos ideológicos, movidos por los mismos lobbies económicos.

Por eso, Trump es más una mala copia del Goliat bíblico, y no un Nabucodonosor.

Y mucho peor son las malas copias de ese grotesco Goliat, como son los ‘líderes’ de la extrema derecha europea; ya que, en realidad, son meros peones en el tablero de su ‘maestro’.

Y, como ha demostrado Trump, en este breve espacio que lleva ejerciendo su cargo, con su retórica belicosa, afirma que no tiene aliados, ni amigos, solo clientes.

Y yo diría más, tiene clientes y, los que no lo son, pasan a ser sus enemigos.

Y, desgraciadamente, esta retórica es la que predomina en todos los órdenes. Un claro ejemplo lo he estado y estoy viviendo personalmente, ante el ‘coloso’ que aparenta ser la Fundación Puigvert, cuando, en realidad, por su deficiente organización, sus reiterados errores en las programaciones, su despectivo trato y su discriminante protocolo edadista, en realidad, para el simple usuario, ese ‘coloso’, tiene los pies de barro.

Es verdad que todas las cadenas se rompen, siempre, por el eslabón menos resistente, el más débil; y, semanas atrás, señalé que la organización administrativa de dicha Fundación parecía ese frágil eslabón; pero, la mayor experiencia nefasta, me ha hecho rectificar, y me lleva a la conclusión que el denigrante trato debe ser atribuido a la incorrecta gestión de los pacientes derivados de la seguridad social, como clínica concertada; pues, los pacientes particulares, privados, o de mutuas, con toda probabilidad reciben un mejor trato.

Así que mediáticamente, pueden ser pioneros en investigación puntera, y recibir todos los premios y elogios, pero, fallando en temas tan básicos como la empatía y la comunicación con los pacientes, ese coloso no es más que pura apariencia.

Llegado a este punto, es preciso plantearnos si en el momento actual tienen algún valor la ética y la moral; ya que, si todo queda reducido al mercadeo entre socios y clientes, en realidad, ya no son necesarios ni los líderes, pues éstos son los multimillonarios poderosos, y, en especial, los ‘siete magníficos’ (Meta, Appel, Microsoft, Alphabet, Nvidia, Amazón y Tesla), como les llama Ferrán Requejo, en su artículo del Ara de hoy, 15 de febrero,

La realidad es que todos nuestros actuales ‘líderes’ tienen, también, los pies de barro; y esta metáfora, a mi modo de ver, podría interpretarse por la desconexión que tienen con la ciudadanía de base, y esa es su fragilidad, su talón de Aquiles.

La experiencia nos muestra y confirma que no podemos idolatrar a nadie, y esta es una dura lección que debemos asumir.

Pero no podemos rendirnos y asumir gobernantes como el nefasto Salvador Illa, gris, funcionarial, y mero obediente del gobierno de Pedro Sánchez y de Felipe VI, que aplica la anestesia más potente, para dormir / atontar a la ciudadanía; ya que ésta es la mejor fórmula para anestesiar y aniquilar nuestros anhelos de País, de la República Catalana.

Vimos que el represor Salvador Illa, el pasado día 13, en el Parlament, votó con el PP y Vox para rechazar que el catalán sea la única lengua vehicular en las escuelas. Y no pasa nada, la ciudadanía catalana calla, unos contentos y otros en plan pasota. Y así nos va.

Y es curioso, cuando en el congreso, Junts vota con el PP y Vox, por diferentes motivos, claro, en contra de determinado proyecto de ley de Pedro Sánchez, parece que es un pecado capital digno de todo desprecio, y los medios de comunicación unionistas, elevan a la enésima potencia ese hecho. Pero, cuando es el PSC/PSOE que vota con esos partidos de derecha y extrema derecha, parece que es la cosa más natural.

Y esa naturalidad, lo que hace, es confirmar el pacto de la transición / traición, para potenciar el bipartidismo institucional que garantice la continuidad de la corona del infame Felipe VI.

Así, ante una situación tan compleja, y, a la vez, tan sencilla, ya que los colosos / gigantes con los pies de barro, nos muestras que ‘las apariencias engañan’; los independentistas debemos saber y recordar que un gigante no puede quebrar a la vez cien juncos, pero un niño los puede ir quebrando de uno en uno.

El problema está en saber si la ciudadanía podemos movilizarnos otra vez, como en el período anterior al 2017; en ese momento, se consideró que la ciudadanía era la que tiraba hacia adelante, y que los políticos se subieron a ese carro, por conveniencia, más que por convicción (al menos en algunos casos)

La experiencia nos mostró que, en un momento de fervor y euforia, como el que vivimos hasta el 2017, apareció un líder, como el president Carles Puigdemont; pero, siguiendo con mi escrito de ayer, sobre la opinión de la juventud, vemos que esto ya no es ni suficiente ni estimulante para ellos.

Y debemos superar las opiniones inducidas por las diferentes redes sociales y medios de comunicación, ya que, como dijo el historiador Daniel oseph. Boorstin (1914 – 2004): ‘el famoso es una persona conocida por ser muy conocida’. Y esa frase, propia de Julius Henry ‘Groucho’ Marx (1890 – 1977) o de Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes (Cantinflas, 1911 – 1993) no deja de ser una triste y vacía realidad. 

Y, claro, dejarnos engañar y dirigir por esos pretensiosos ‘influencers’ faltos de los conocimientos mínimos, y de la ética y moralidad mínimas necesaria, es una muestra de nuestra fragilidad intelectual y sentimental, de nuestra mínima voluntad, resiliencia y nula capacidad de sacrificio.

Es muy cómodo criticar desde el sofá de casa, atontados por el ‘soma’, la droga de ‘El mundo feliz’, de Aldous Leonard Huxley (1894 – 1963); ya que, en esa sociedad imaginaria, la ciudadanía vive una felicidad artificial gracias al soma, una droga sin efectos secundarios que sume en un estado de bienestar a quienes la toman, ya que esa droga anula su voluntad y sus ideas. Y así, los habitantes de Utopía eran iguales en una felicidad impuesta, que anula los impulsos naturales.

Pero sabemos que todo aprendizaje y todo logro requieren sacrificios (efectos secundarios), y que las inquietudes y las inadaptaciones son enriquecedoras y estimulantes; que toda subversión crítica comporta infelicidad, pero, ese es el pago, el esfuerzo requerido para hacer el camino que nos lleve a Ítaca. 

Y, como dijo Kavafis (Konstandinos Petru Kavafis, 1863 – 1933), la riqueza está en el propio caminar, más que en la consecución del objetivo. Y para beneficiarnos de ese camino, debemos recorrerlo con la máxima lucidez, serenidad, confianza y conciencia. Ya que, si lo hacemos dormidos y atontados, no aprenderemos ni disfrutaremos.

Por eso no queremos ese mundo feliz que nos prometen Pedro Sánchez y Salvador Illa, ya que ese mundo lo consideramos infeliz y distópico, y no es el que deseamos.

Así que solo nos queda seguir mostrando nuestra disconformidad y nuestra rebeldía, que, por pequeña y testimonial que sea, egoístamente, nos satisfará, independientemente de si las nuevas generaciones deciden afrontar el problema y asumir las reivindicaciones, ya que soñar hacer posible lo imposible es una quimera, pero no se nos pueden exigir cosas irrealizables.