La gentrificación urbana es un proceso cada vez más común en el que residentes de mayores ingresos se mudan a zonas populares provocando un aumento en los precios lo cual orilla a los habitantes originales a migrar.
El término «gentrificación» surgió en 1964 para describir el cambio sociodemográfico en barrios londinenses. Implica el desplazamiento de residentes de menores ingresos por otros de mayores ingresos debido al incremento en los precios de la vivienda.
En México, ejemplos claros son las colonias Roma y Condesa de la CDMX, donde comercios históricos cerraron y las rentas se volvieron prohibitivas para los habitantes locales. La gentrificación tiene orígenes en el siglo XX cuando clases medias-altas invertían en vecindarios obreros en decadencia de Europa y Estados Unidos.
Guadalajara, Jalisco, ha experimentado un acelerado proceso de gentrificación en barrios emblemáticos como Americana y Arcos Vallarta. La revalorización inmobiliaria y la llegada de nuevos residentes de alto poder adquisitivo han encarecido los alquileres, forzando el desalojo de familias locales.
En Mérida, la capital de Yucatán, el boom turístico y la remodelación de casonas para fines hoteleros han detonado la gentrificación. En barrios como Santiago, el alza desmedida en las rentas expulsa a los moradores, desdibujando la convivencia interclasista.
Oaxaca presenta uno de los casos más graves de gentrificación en México. La reconfiguración de zonas aledañas al Zócalo como el espacio gastronómico «Pochote» y la proliferación de megaproyectos inmobiliarios han desplazado violentamente a residentes de toda la vida.
Otro caso es el de San Miguel de Allende, donde la compra de viviendas por extranjeros apoyados de políticas públicas permisivas con fines recaudatorios, han transformado la fisonomía sociocultural del primer cuadro.
Factores como la mejoría de infraestructura, el desarrollo inmobiliario y el atractivo cultural y turístico de un lugar suelen potencializar el proceso de gentrificación. Entre los pros se citan la revitalización urbana y el aumento en los precios de la vivienda. Entre los contras figuran la pérdida de identidad cultural local, asfixia de negocios y desplazamiento de residentes con menos ingresos.
Esto ha llevado a que activistas promuevan regulaciones para mitigar los impactos negativos, a través de protecciones a los arrendatarios, vivienda accesible y límites claros a plataformas como Airbnb.
Estudios recientes señalan que la gentrificación se extiende a más ciudades medianas, aumenta entre las clases medias y hace que crezcan los mecanismos indirectos de desplazamiento vía alza en rentas.
La gentrificación es un fenómeno que está modificando el paisaje humano de las ciudades de forma acelerada. Su expansión plantea retos sociales, económicos y culturales que requieren soluciones integrales para mitigar impactos no deseados sobre residentes vulnerables.
Es posible planear ciudades dinámicas e incluyentes que preserven su identidad y mejoren la calidad de vida en todos los barrios. Con información, diálogo y compromiso social pueden construirse espacios urbanos que beneficien a todas las clases sociales por igual, sin dejar a nadie atrás. La cooperación y la innovación en las políticas urbanas serán claves para lograr ese objetivo. Al tiempo.