Buscar

Complejo de superioridad: Ada Colau, Pedro Sánchez, rey emérito…

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Tanto la historia como nuestra cotidianidad nos muestran claros ejemplos de personajes que acaban distanciados de la realidad; y estos días, en nuestro corrupto reino de España, hemos tenido claros ejemplos al respecto, como los citados en el título, pero, desgraciadamente, padecemos de muchos más.

Ahora bien, es preciso señalar que, para triunfar en una sociedad competitiva, los aspirantes a medrar ya tienen las características de soberbia, narcisismo, etc., y, con el ejercicio del poder, se les acrecientan esos rasgos, por lo que pierden toda ética y desconectan de la realidad moral.

Esa pérdida de la realidad viene potenciada por sus propios equipos, por las personas ‘beneficiadas’ (generalmente, también mediocres) y, por lo tanto, interesadas en el mantenimiento del statu quo.

Y, consecuentemente, los ‘estafados’, somos la población de base, los que no contamos para nada, salvo el voto puntual, que muchos ejercen / ejercemos manipulados por los engaños tan habituales.

Para tratar este fenómeno, en el presente escrito me centro en el ejemplo de Ada Colau, actual alcaldesa de Barcelona, que actualmente está entrando en el último año de su segundo mandato, y que ayer dijo que ‘aceptaba el encargo de las bases de su partido para ser nuevamente candidata en el 2023’. ‘será un honor y una alegría poder optar a un tercer mandato para consolidar un nuevo modelo de ciudad, que ya se está haciendo visible’.

Es preciso recordar que el propio partido de Colau, (Barcelona en Común) se presentó con el siguiente programa: ‘Gobernar obedeciendo. Código de ética política’, que en su punto 3.5 decía: ‘Limitar su mandato a dos legislaturas consecutivas, excepcionalmente prorrogable a un mandato más siempre que se dé un proceso de discusión y validación ciudadana’. Y, en el punto 3.6: ‘Compromiso de renuncia o cese de forma inmediata de todos los cargos, ante la imputación por la judicatura de delitos relacionados con corrupción, prevaricación con ánimo de lucro, tráfico de influencias, enriquecimiento injusto con recursos públicos o privados, cohecho, malversación y apropiación de fondos públicos, bien sea por interés propio o para favorecer a terceras personas (…)’.

Pero estos propósitos, vemos que no valen para nada, ya que dicho código fue ‘adaptado’, pues, respecto al tercer mandato, por ejemplo, se ha sustituido la ‘validación ciudadana’ por la aceptación de las bases de su partido, de los ‘Comunes’. Respecto a las imputaciones, algunas de ellas presuntamente espurias, pero en el código en cuestión no se diferenciaba nada al respecto.

Asimismo, en cuanto hace referencia al deseo de finalizar un proyecto propio de su partido, con escasa aceptación popular, como sabemos, es un deseo lícito, pero limitado, ya que todos sabemos que los proyectos de las grandes ciudades son mutantes, en función de múltiples variantes que van apareciendo. Si un proyecto fuera tan acotable, sería, forzosamente, limitado, simple.

Es evidente que históricamente ha imperado el ‘yoísmo’ y, en la situación actual, prevalece el mensaje de que ‘tu puedes llegar a ser lo que quieras’, fórmula del éxito, sin considerar las renuncias (la autoestima personal), ni a los que tienes que pisar / vencer (ya que al que no piensa como uno, lo vemos como enemigo).

Hay mucha literatura sobre el fenómeno que nos ocupa, pues el término griego ‘hubris o hybris’, significa orgullo, presunción, arrogancia, desmesura, etc., es decir, ‘endiosarse’. Y, según una frase atribuida (sin fundamento) a Eurípides: ‘Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco’. O sea, la desmesura y la insolencia acaban con el castigo de los dioses (la némesis).

Psicoanalíticamente, Alfred Adler (1870-1937) estudió el comportamiento humano, y, centrándonos en el sentimiento de inferioridad, mostró que, generalmente, es la base del comportamiento de superioridad.

David Anthony Llewellyn Owen, barón de Owen, (n. 1938), es un político y médico británico que ejerció de secretario de estado de asuntos exteriores y de la Commonwealth, consideró que el Hubris o Hybris es la enfermedad de los líderes, políticos, económicos y sociales, pues considera que esos personajes creen que ‘ellos los saben todo, y que de ellos se esperan grandes cosas, por lo que actúan yendo un poco más allá de la moral ordinaria’.

Las características del síndrome de Hybris son: un enfoque personal exagerado al comentar asuntos corrientes; confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad; sentimiento de superioridad sobre los demás; desmedida preocupación por la imagen, lujos y excentricidades; el rival debe ser vencido a cualquier precio; alejamiento progresivo de la realidad; la pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor; etc.

‘Las presiones y la responsabilidad que conlleva el poder, termina afectando a la mente’ (Owen).

En definitiva, que lo que popularmente se dice: ‘a éste se le han subido los humos’, muestra precisamente el síndrome hybris (acuñado por Owen), que olvida el ‘arete’ (la excelencia) y la ‘nemesis’ (justicia). Es decir, que prescinde del necesario equilibrio entre el delirio y la mesura. No hay que olvidar que el término ebrio viene del citado hybris; así que deberíamos esperar que a todos los que se han endiosado, y están ebrios de sí mismos, como Colau, Sánchez, Juan Carlos I, y muchísimos más, les caiga el castigo infligido a Aracne por Atenea.

Pero, a corto plazo, el castigo lo tendremos los ciudadanos, no votándoles.