Una norma no escrita, pero prácticamente confirmada desde la instauración de la ‘democracia española’, ha permitido que entre los presidentes de la Generalitat y del Parlament, se diera una cierta complementariedad entre partidos.
Así, en la presidencia de la Generalitat a cargo de Jordi Pujol (1980 – 2003), de CíU, en concreto de la UDC, se dieron los siguientes presidentes del Parlament: (ERC) Heribert Barrera (1980 -1984); (PSC) Raimon Obiols (1984 – 1988); (UDC) Joaquim Xicoy (1988 – 1995); (PSC) Joan Raventós (1995 – 1999); (UDC) Joan Rigol (1999 – 2003)
En las presidencias de la Generalitat a cargo de miembros del PSC Pasqual Maragall (2003 – 2006) y José Montilla (2006 – 2010): El presidente del Parlament fue: (ERC) Ernest Benach (2003 – 2010)
Durante la presidencia de la Generalitat a cargo de miembros de CiU, en concreto UDC, y, posteriormente, actualizados a JuntsxCat: Artur Mas (2010 – 2016); Carles Puigdemont (2016 – 2017) y Joaquím Torra (2017 – 2020), se dieron los siguientes presidentes del Parlament: (UDC) Núria de Gispert (2010 – 2015); (ERC) Carme Forcadell (2015 – 2018) y (ERC) Roger Torrent (2018 – 2021)
Finalmente, en la presidencia de la Generalitat por (ERC) Pere Aragonès (2021), el Parlament estuvo presidido por: (JxCat) Laura Borràs (2021 – 2022)
Es decir, en 49 años desde la implantación de la democracia, apenas en un 27% del tiempo han coincidido ambos cargos de la máxima relevancia, en un mismo partido.
Y esa complementariedad me parece muy adecuada, ya que responde, asimismo, a la pluralidad social de nuestro país.
Ahora bien, ayer, en una entrevista, Pere Aragonès (ERC) comentó que no quiere avanzar acontecimientos y esperará a la sentencia definitiva de Laura Borràs, pero que ‘considera superado el pacto que daba la presidencia del Parlament a Junts: ‘Junts decidió romper ese acuerdo saliendo del gobierno. Si quieren rehacer propuestas conjuntas, estoy muy abierto a escucharlas’.
Efectivamente, la hemeroteca desmiente totalmente el discurso de Aragonès, ya que el que rompió su gobierno, cesando al vicepresidente Jordi Puigneró, por no haberle adelantado que le amenazarían con una moción en el Parlament, fue la chiquillada de Aragonès, mezclando temas del ejecutivo con el de los partidos.
Asimismo, en un gobierno de coalición que costó tanto configurar, el presidente, legalmente, puede cesar a quien quiera, no faltaría más; pero legítimamente, debería haberlo negociado con su socio de gobierno.
Y ese fue el detonante para que JuntsxCat saliera del ejecutivo.
Pero, en absoluto esa ruptura tiene nada que ver con la presidencia del Parlament. Pero, claro, ahora ERC se ve que puede tener ambos poderes en sus manos, la mayor cuota que nunca ha tenido ese partido; y, claro, es un caramelo muy goloso, y más para criaturas mal criadas.
Máxime cuando ERC obtuvo 603.607 votos y 33 diputados; mientras que JuntsxCat obtuvo 568.002 votos y 32 escaños.
Es preciso recordar que el PSC/PSOE obtuvo 652.858 votos y los mismos 33 diputados; pero la unión de los partidos independentistas, incluida la CUP, permitió tener un 52% de diputados independentistas, y por eso, el PSC/PSOE no pudo gobernar.
Pido perdón a los lectores por esta ardua y pesada introducción, pero me ha parecido interesante y necesaria para reflejar la coyuntura de contrapesos entre los partidos actualmente independentistas.
Y, claro, que Pere Aragonès, con 1 diputado más que JuntsxCat, crea que puede hacer y deshacer a su gusto los pactos, y, encima, dictarnos la interpretación ‘ex cátedra’ que da en cada momento, para quedar, siempre, como el niño bueno (repelente) que no ha roto ningún plato ni ningún juguete, y, eso sí, hacer de ‘acusica’ a su oponente, sólo tiene un tipo de explicación: al nivel psicológico, un complejo de inferioridad; y al nivel social, una actitud más bien propia de una secta, que sólo diferencia entre blancos y negros, conmigo o contra mí.
Sobre el particular me parece interesante reproducir la siguiente breve fábula:
‘El agua y el espejo, de Juan Eugenio Hartzenbusch (1806 – 1880), erudito español:
Disputaron el agua y el espejo,
y fue la riña del tenor siguiente.
Él: yo, de genio duro lo reflejo
exactamente todo sin aprensión.
Ella: Pues yo, con mi carácter blando,
todo lo pinto a medias y jugando.
El defecto menor, el más pequeño
tizne que manche un rostro, yo lo enseño.
La mancha enseñarás, pero, amiguito,
hago yo más que tú, pues yo la quito’
(https://www.futurodelagua.com)
Y ahora lo vemos claro, pues una vez ha alcanzada la presidencia de la Generalitat ERC, aplica su puño de acero, olvidando que, si el PDeCat no se hubiese decidido por presentarse en solitario, los 77.059 votos, con toda seguridad, hubieran ido a parar a JuntsxCat, que hubiera ganado a ERC.
Pero la memoria es muy débil, cuando interesa; y muy terca y dura, cuando se trata de mantener en el disco duro presuntas vejaciones, rencillas, etc. Y esta última actitud también me parece muy propia de un partido como ERC, con tintes opusdeísticos.
En definitiva, vemos que ERC está reproduciendo todos los defectos, todos los tics y vicios de la vieja política. Y, todo esto envuelto en un celofán de colores propios de los antiguos hippies de los años 60, pues Oriol Junqueras, su líder, decía en las campañas, que ‘el junquerismo era amor’. Y ya se ve, que del amor al odio hay un estrecho trecho.
Y, la clave fundamental, a mi modo de ver, es la envidia que le tienen a Carles Puigdemont, ya que sigue siendo considerado el líder con más carisma del independentismo, claro que no es muy difícil, puesto que ERC ya se bajó de ese movimiento, para convertirse en simple autonomista, como hemos visto con sus pactos, y acordando que siempre actuarían dentro de la constitución. Como se ve, con Pedro Sánchez, guante de seda, olvidándose que es parte de los represores.
Nada más que decir, señorías.