El presente escrito tiene por objetivo efectuar un pequeño homenaje a Arcadi Oliveres (Barcelona, 1945), un activista catalán referente de los movimientos sociales que ha participado en numerosas luchas en favor de la paz, la justicia social y los derechos de los pueblos, y ha sido un promotor perseverante de las finanzas éticas.
Arcadi Oliveres, catedrático de economía en la Universidad de Barcelona, participó en innumerables manifestaciones, como la Caputxinada (marzo 1966), y en 1968 fue procesado por el tribunal de orden público, por participar reuniones clandestinas, si bien fue absuelto gracias al decano de la facultad de económicas.
Es autor de gran cantidad de obras: (1989) ‘Nord-sud, diagnòstic i perspectives’; (2001) ‘El ciclo armamentista en España’; (2004) ‘¿Quién debe a quién? Deuda ecológica y deuda externa’; (2004) ‘Aldea global, justicia parcial’; (2006) ‘Contra la fam i la guerra’; (2007) ‘Un altre món’; (2009) ‘El meu camí cap a la utopia’; (2009) ‘¡En qué mundo vivimos!’ (2011) ‘Aturem la crisi. Les perversions d’un sistema que és possible canviar’; (2013) ‘Diguem prou!; (2014) ‘Conversa entre Arcadi Oliveres i Celestino Sánchez. El rescat de la democrácia’; (2021) ‘Paraules d’Arcadi. Què hem après del món i com podem actuar’
Ha sido premiado con importantes distinciones: (2019) medalla de oro al mérito cultural, científico, cívico o deportivo de la ciudad de Barcelona; (2017) premio ICIP constructores de la paz; (2012) premio Pere Casaldàliga a la solidaridad; (2011) premio internacional Alfons Comín; (2000) premio memorial Lluís Companys, etc.
Y esos reconocimientos dan una clara idea del perfil de este personaje que ha desarrollado gran cantidad de actividades: miembro y expresidente de Justícia i Pau de Barcelona, presidente del patronato de la Universidad Internacional de la Pau de Sant Cugat; director del Institut Víctor Seix de Polemología; miembro del Comité Internacional de la Fundación per la Pau, etc.
(Wikipedia)
Y el pasado miércoles 3 le diagnosticaron un cáncer de páncreas que, según los médicos, le permitirá vivir unos pocos días más, como máximo dos meses, y lamenta, únicamente, que su última utopía no será posible: conocer a su futura nieta Aila, que nacerá en mayo.
(Sílvia Marimón, Ara, 7 febrero 2021)
‘Arcadi Oliveres se encuentra ‘gravemente enfermo’. Así ha definido su salud Victòria Oliveres, una familiar suya, que ha publicado este miércoles 3 de febrero, un inesperado mensaje en twitter.
La joven periodista ha relatado en su perfil de la red social que el horizonte de Arcadi Oliveres es ‘breve’, pero que está ‘lleno de amor’. Por eso, la familia del economista y activista barcelonés ha creado una web para que quién quiera le envíe mensajes de despedida. ‘Así Arcadi, mientras pueda, os irá leyendo’, ha explicado Victòria.
Las últimas voluntades de Oliveres han trascendido con fuerza en las redes sociales, y ya son muchos los que se han animado a dedicarle unas palabras en dicho portal’.
Es importante resaltar que Arcadi Oliveres ha defendido dos conceptos básicos: la libertad y el compromiso.
Respecto a la libertad, Arcadi señala que nunca ha formado parte de la política institucional y no ha tenido nunca el carnet de ningún partido político.
Y en cuanto hace relación al compromiso, que significa responsabilidad, obligación por el deber pactado, acordado, obligación contraída, palabra dada, es evidente que Arcadi ha mantenido una vida coherente con sus principios, y se ha comprometido con ellos.
Evidentemente, no en vano tuvo un buen profesor en los Escolapios de Barcelona, el doctor en filosofía, sacerdote y activista político contra la violencia, Lluís María Xirinacs i Damians (1932-2007); y cuando se juntan un buen maestro, y un buen alumno, el resultado es óptimo.
Una frase célebre de Xirinacs es: ‘Hasta que no cortemos el último hilo que nos mantiene ligados, no dejaremos de ser títeres’; y este mensaje supongo que debió calar en Arcadi, y deberíamos tenerlo todos presente, que, ilusamente nos creemos libres.
Etimológicamente, el término ‘compromiso’ viene del latín ‘compromissum’, compuesto del prefijo ‘cum’, preposición que significa ‘con’, y el adjetivo ‘promissus’, promesa.
Ahora bien, está claro que comprometerse en o con algo, es una actitud positiva, siempre y cuando el objetivo de ese compromiso sea ético y moral; pues si nos comprometemos con movimientos filonazis, con comportamientos consumistas contrarios a la ecología, con movimientos violentos, etc., es evidente que el compromiso es negativo, destructivo.
Y también son negativas las actitudes de falta de compromiso. Antónimos de compromiso son: desacuerdo, disculpa, traición, irresponsabilidad, despreocupación, etc.
Y esas actitudes acomodaticias, desgraciadamente, son muy frecuentes, pues el sofá y la tele tiran mucho.
Sobre el particular, la filósofa y activista Simone Weil (1909-1943), a pesar de su filosofía pacifista, en momentos importantes decidió actuar, siendo coherente con su famosa frase: ‘Puedo, por lo tanto, soy’:
‘No me gusta la guerra, pero lo que siempre me ha horrorizado más es la situación de los que se encuentran en la retaguardia. Cuando comprendí que, todo y mis esfuerzos, no podía evitar de participar moralmente en esta guerra, es decir, de desear cada día, todas las horas, la victoria de unos y la destrucción de los otros, me dije que París era para mí la retaguardia, y cogí el tren hacia Barcelona, con la intención de comprometerme’
(Carta de 1938)
Por eso se alistó en las brigadas internacionales en Barcelona y en Aragón, hasta que fue herida.
Es evidente que todos somos responsables de nuestros actos, que cada acto tiene un efecto, tal como me comentó un fotoperiodista.
Sabemos que si, por ejemplo, nos manifestamos en la avenida Meridiana de Barcelona, o escribimos recordando que tenemos presos políticos y exiliados, eso puedo tener efectos entre los vecinos contrarios al corte; pero allá cada uno con su nivel de moralidad, con sus propias líneas rojas.
Y salvo que inconscientemente seamos títeres, somos responsables de nuestros actos. Si lo somos conscientemente, el delito es doble.
La siguiente fábula oriental, me parece interesante, para ilustrar este tema, considerando que, a veces, los efectos, son de un orden exageradamente más duros y agresivos que los actos en sí mismos:
‘La mariposa azul
Cuentan que hace mucho tiempo, en el lejano oriente, un hombre quedó viudo, y tuvo que quedarse al cuidado de sus dos hijas pequeñas.
Las niñas eran muy inteligentes y curiosas. De hecho, estaban constantemente preguntando cosas a su padre. Y él respondía con mucha paciencia. Pero llegó un día en el que el padre de las niñas se vio incapaz de responder a las complejas preguntas de sus hijas, y decidió enviarlas una temporada con el hombre más sabio del lugar, un anciano maestro que vivía en lo alto de una gran montaña.
Las niñas preguntaron al sabio muchísimas cosas, y él arecía tener respuesta para todo.
¿Por qué las estrellas no se caen?, ¿y por qué el mar viene y va?, ¿por qué no vemos la luna durante el día?…
Y él, con bondadosa sonrisa, respondía con calma a cada una de las preguntas. Las niñas estaban sorprendidas … ¡no podía ser que lo supiera todo! Tal es así, que una de las hermanas, deseosa de dejar al anciano sin respuestas, le preguntó a su hermana:
¿Por qué no buscamos una pregunta que el sabio no sea capaz de responder?
¿Y cuál puede ser?, preguntó su hermana.
Espera, tengo una idea…
La niña salió de la habitación, y a los cinco minutos regresó con algo envuelto en un trapo.
¿Qué llevas ahí?, preguntó su hermana con curiosidad.
Entonces la niña levantó ligeramente el trapo y dejó ver una hermosa mariposa azul.
¡Oh!, ¡qué bonita!, exclamó su hermana, pero ¿qué pregunta le haremos al sabio?
Verás, iremos a verle y sostendré la mariposa en mi mano. Le preguntaremos: ¿Qué crees que tengo en la mano: una mariposa viva o una mariposa muerta?
Si él responde que está viva, apretaré la mano sin que se de cuenta y así la mariposa estará muerta cuando la abra… Y no habrá acertado. Si responde que está muerta, la dejaré libre, y el sabio tampoco habrá acertado…
¡Qué lista eres, hermanita!, dijo entusiasmada su hermana.
Así que las hermanas corrieron a ver al viejo sabio. Al llegar, la niña le hizo la pregunta que habían acordado:
Tengo una pregunta para ti, gran sabio … ¿Qué crees que tengo en la mano: una mariposa viva o una mariposa muerta?
El anciano se quedó mirándola a los ojos y respondió muy sereno: Todo depende de ti, está en tus manos’.
Volviendo a Simone Weil: ‘un acto dañino es la transferencia a otros de la degradación que llevamos en nosotros mismos’, y justamente es eso lo que demuestran ciertos actos que sufrimos los manifestantes.
Y, entre nosotros mismos:
‘El vínculo entre el otro y yo, no puede ser como el vínculo entre el ciego y su bastón, ni tampoco a la inversa’
(Dídac P. Lagarriga, ‘La amistad según Simone Weil’, Ara, 8 febrero 2021)