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Con pena y sin gloria

Martha Nava Argüelles
Martha Nava Argüelles
Imagogenia
@mar_naa

La reunión de La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), encabezada este año por el presidente, Andrés Manuel López Obrador puede catalogarse casi como “lamentable” para la imagen pública de nuestro país -recordemos que AMLO es la titularidad y, por ende, es en él en quién recae gran parte de la imagen de México, lo que proyecta o dice él, es lo que el mundo percibe de nosotros-.

Vaya, aplico la palabra “lamentable” con mucho cuidado ya que seguramente hubo algunos acuerdos en esta cumbre latinoamericana, sin embargo fue el trabajo de relaciones públicas y los mensajes -verbales y no verbales- que en este foro se expusieron lo que dejó mucho que desear, pues no sólo quedó en claro la polémica postura de México frente a algunas problemáticas, sino también se evidenció la percepción de algunos países sobre México y su titular; lo que, políticamente hablando, deja un tanto débil la imagen de nuestro país ante el mundo.

El primer punto que no podemos pasar por alto fue la notable ausencia de países de vital importancia comercial, geográfica y política en Latinoamérica: Argentina, Brasil, Chile y Panamá es decir México, no tiene, hoy por hoy, el suficiente poder de convocatoria, por lo que la CELAC se quedó, en este encuentro, sin mucho que hacer. Ahora, recordemos que el objetivo de la Comunidad, es lograr la cordial cooperación entre las naciones latinoamericanas, para contribuir al desarrollo económico de todo América Latina y el Caribe, evidentemente estos países también incluyen a Cuba y Venezuela. Lo cierto aquí es que, si bien la presencia de estos es requerida en este evento, México tuvo a mal recibirlos con bombo y platillo cuando, en dichos países, sus ciudadanos están viviendo situaciones lamentables derivado de las políticas implementadas por sus gobernantes; y, como evidencia, están los millones de personas que emigran de estos porque las condiciones de vida no son, en absoluto, dignas.

También, resultó lamentable que las propuestas del presidente mexicano no tuvieran eco pues no son malas, ni descabelladas -aunque de momento no sean viables-, y es que, por ejemplo poner sobre la mesa la sustitución de la Organización de los Estados Americanos (OEA) por la CELAC no fue la mejor idea porque de momento el interés de los países que la integran es librar las múltiples crisis que están atravesando, porque conceptos como derechos humanos o cambio climático son entendidos y atendidos de forma diferente, porque las creencias políticas no empatan -por algo la ausencia de cuatro grandes-, y la lista podría seguir.

Ciertamente, lo más interesante del encuentro fueron los enfrentamientos verbales del presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou y el presidente de Paraguay, Mario Abdo contra los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro y el de Cuba, Miguel Díaz-Canel, dónde se dejaron ver las marcadas diferencias de conceptualización sobre lo que es: derechos humanos y democracia, por ejemplo.

Más allá de la crítica, resulta lamentable, que a México le tocó presidir un evento de este calibre en un momento de estridente crisis social, económica y de salud, de las cuales ninguno de los países que la integran está exento; y que, de haber llegado a genuinos acuerdos de migración, desarrollo, medio ambiente, comercio y más, todos nos habríamos beneficiado. En fin, lamentable.