Me parece que el momento presente, si tiene una calificación ajustada, es el de la confusión, que no es un patrimonio español, ni catalán, pues la confusión es generalizada; pero, en este escrito me centro en la que hay en el tratamiento de nuestro problema.
Estamos en un momento en el que no hay criterios fijos, racionales, ni estables en el tiempo, ya que todo es volátil, primario, instintivo, como vemos por la actuación de los fiscales, los jueces, los poderes ejecutivos, los partidos políticos, los medios de comunicación, etc.; y, así, los ciudadanos de base no tenemos manera de informarnos, para poder tener una idea coherente de la situación que vivimos.
Y no es consecuencia de la complejidad, ya que no se debate sobre la teoría de la relatividad, ni de la física cuántica, es debido a la falta de transparencia de los diferentes poderes, que se mueven por intereses corporativos, más o menos confesables, si bien, regidos por la defensa de su sacrosanta unidad de su España.
Así, por ejemplo, empezamos la semana con una entrevista a Pedro Sánchez, por parte de La Vanguardia, a la que me he referido en diferentes escritos; y, para matizar y encauzar sus palabras, van saliendo declaraciones de ministros. Y esta mañana (jueves 20) hemos visto que Margarita Robles, la ministra de defensa, nada menos, ha comentado que:
‘En Catalunya, el gobierno de Pedro Sánchez está haciendo una política de convivencia que ha bajado la crispación, por lo que, la petición de ERC de tener el control de todos los impuestos y su recaudación no es posible. El estado no puede darle la llave de la caja a Catalunya (…) esta comunidad necesita un gobierno ya, y apela al sentido común de los independentistas.
(…) Ante las divisiones internas de ERC (a raíz del manifiesto suscrito ya por más de 820 militantes de esta formación que aboga por abrir un proceso de renovación general de la cúpula dirigente) constata que, según el gobierno, esa es la política que los ciudadanos no quieren.
Respecto a las informaciones de que Carles Puigdemont y Marta Rovira están negociando la repetición de las elecciones, Robles ha opinado: no va a sentar bien en Catalunya, porque al final, son intereses partidistas. Catalunya necesita ya un gobierno que gobierne, un buen gestor como Salvador Illa, que pone a Catalunya por delante de todo, y confío que al final se impondrá el sentido común’
Que salgan los palmeros de la derecha extrema, como hicieron ayer Felipe González y Alfonso Guerra, criticando las exigencias de los partidos independentistas, no es nada nuevo ni extraño, pues llevan incorporado el anticatalanismo en su ADN, pero, que también salgan las fuerzas vivas, como es la ministra de defensa, metiéndose en temas que conciernen a otros ministerios, demuestra, obviamente, que a la colonia catalana no se nos puede dar nada, ya que no somos de fiar; y menos la llave de la caja, como tienen los vascos y navarros.
El citado Guerra, ayer, en el momento de recoger su galardón ‘Mérito por España’, en la clausura del instituto de estudios de la democracia de la universidad CEU san Pablo, de Madrid’, dijo: ‘Yo no voy a ver a Puigdemont en España; y tal como estoy viendo por dónde van las cosas, va a ser difícil, lo va a tener difícil, la última palabra la tendrá, en todo caso, el tribunal supremo’.
El president Carles Puigdemont, le ha contestado en su cuenta de ‘X’: ‘tiene razón, no iré a España; volveré al Principat de Catalunya y reprenderemos el camino para que ‘gamarussos’ (*) como él no decidan nunca más nuestro futuro’
(*) persona torpe y de maneras rudas.
Particularmente, y respondiendo a ese siniestro ‘personaje’ que dijo que él no vería el regreso del president, sólo se me ocurre decirle que, por lo visto, tiene una muy corta esperanza de su propia vida.
Y, claro, el caldo de cultivo de ese momento era el reflejo del estado, ya que, en representación de ese instituto, José Manuel Otero Navas, ministro de la UCD, en los años 1979 y 80, se refirió a los apoyos de partidos independentistas al gobierno de Sánchez y los comparó con las cesiones económicas del ministro británico Neville Chamberlain a Hitler, justo antes de la Segunda Guerra Mundial.
Es conocido el argumento ‘reductio ad Hitlerum’, como uno de los argumentos falaces, incluidos en le Ley de Wayne Michael (Mike) Godwin de la analogía con los nazis (1990), así que nada que añadir a ese exministro de educación, precisamente, nada más y nada menos.
Está claro que Catalunya es el tema nuclear, y lo es desde 1714, no ha cambiado nada, ni cambiará mientras sigamos siendo dependientes.
Que la ministra de defensa hable de sentido común, para apoyar a Illa, y que ‘ella sepa’ lo que queremos los catalanes, etc., son afirmaciones que se descalifican por sí solas, ya que, por ejemplo, olvida que las pasadas elecciones generales las ganó el PP, no el PSOE, y que fue Pedro Sánchez, que mediante su capacidad de encantador de serpientes, prometiendo a uno y a otro diferentes cuestiones, consiguió los apoyos para su investidura. Pero, claro, en ese caso, eso era sentido común, eso era lo que quería la ciudadanía, por lo visto.
Como muy bien explicó Vicenç Villatoro, en su artículo titulado ‘La guerra civil constitucionalista’:
‘A efectos prácticos, España tiene la Constitución más breve de la historia. De la Constitución sólo vale y tiene importancia medio artículo, la primera mitad del artículo segundo, donde dice: ‘La Constitución se fundamenta en la indivisible unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles’. Si haces tuya esta frase axiomática y la conviertes en la norma jurídica básica, el objetivo político a la que cualquier otro objetivo ha de quedar sometido, o, incluso, consideras que la unidad de España es un bien moral a preservar, como decía el cardenal Rouco, ya eres acreditadamente constitucionalista. Aunque te pases el forro los otros 169 artículos y medio de la misma constitución, incluidos aquellos que hablan de derechos y de deberes o del papel asignado a cada una de las instituciones del estado. O que interpretes estos 169 artículos y medio a tu gusto y conveniencia, de la manera que te parezca más oportuna para no entrar en colisión real o aparente con el único medio artículo que cuenta.
Gracias a esto, se pueden proclamar y considerar constitucionalistas partidos que reniegan abiertamente de los principios democráticos que figura que presiden el resto de la Constitución: si, de verdad, se está a favor del medio artículo, ya estás dentro, el resto no importa. Así se puede alabar como absolutamente constitucional un rey partidista que gritó el ‘a por ellos’ contra una parte de los que la ley establece como sus súbditos y que se afirma como un actor político, burlando el papel que la Constitución entera le otorga. Así algunos jueces y fiscales pueden retorcer las leyes, negarse a aplicarlas, hacer lecturas surrealistas alejadas de cualquier sentido común, y hacerlo proclamándose defensores y garantes de la ley (teóricamente de la Constitución, pero, en realidad, del único trozo del artículo segundo que de verdad importa) (…)’
(Elmon.cat, del pasado 18)
Está claro que, con esta confusión interesada, nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, haciéndonos creer como real, la siguiente respuesta que dio Giosue Cozzarelli (mis Panamá 2009) en unas declaraciones para el medio colombiano RPTV:
‘Confucio fue uno de los que inventó la confusión. Fue uno de los chinos japoneses de los más antiguos’
Ante esta situación de confusión, desorden y revoltijo ‘intelectual’, carente de ética y de moral, me parece pedagógico reproducir la siguiente fábula:
‘En la ciudad de Makandita se estableció un brahmán que había hecho voto de silencio absoluto. No vivía más que de limosna como otros brahmanes, y se había retirado a un convento agregado a un templo. En cierto día, mendigando, entró en la casa de un rico comerciante, cuya hija, muy bonita, le dio una limosna.
Apenas la hubo visto, el brahmán exclamó: ‘Oh, desgracia, desgracia’.
El comerciante lo oyó, pero lo dejó marchar.
El brahmán volvió a su convento, pero el comerciante, inquieto, fue a buscarlo y le dijo: ‘¿Por qué, rompiendo tu silencio, proferiste aquella exclamación?’
El brahmán respondió: ’Porque tu hija tiene un signo fatal. Si se casa, ella y su hijo te proporcionarán muchas penas. Porque estoy convencido de esa desgracia, lancé aquella exclamación. Si quieres salvar a tu hija, enciérrala en una caja que dejarás bogar en el Ganges; pero, a fin de poderla reconocer, ponle encima una antorcha’.
‘Muy bien’, dijo el comerciante. Y se fue a su casa y ejecutó lo que le había recomendado el brahmán. Éste dijo a sus discípulos: ‘Id al Ganges: en sus aguas veréis flotar una caja que lleva encima una antorcha: traedme esa caja, pero sin abrirla, aunque oigáis ruido en su interior’.
Los discípulos fueron al río; pero antes de que llegasen, un hijo de príncipe que había visto la caja flotante la cogió, la abrió, encontró en ella a la joven adorablemente hermosa y sde casó con ella. Colocó en la caja un mono vivo, la volvió a clavetear y la hizo transportar al río, en cuyas aguas siguió flotando.
Los discípulos del brahmán la encontraron, la recogieron y la llevaron al brahmán que la esperaba con impaciencia. Cuando la abrió, el mono dio un salto, se echó sobre él y a fuerza de arañazos, le destrozó la cara, mientras los discípulos reían a carcajadas.
Al siguiente día, se divulgó el suceso; el brahmán fue objeto de burla de las gentes, y el comerciante se alegró al saber que su hija se había casado con un príncipe’.
(https://search.app/7FJ9zrxGw7vw87qN7)
Pues bien, obviando moralejas simples, los independentistas catalanes sabemos que, como sí dijo Confucio (K’ung-fu-tzu, literalmente, ‘maestro Kong’, 551 a.C. – 479 a.C.):
‘Nunca des una espada a alguien que no es capaz de sonreír y bailar’,
por eso, no podemos dejarnos dominar más tiempo por el estado español, que únicamente siente venganza contra Catalunya, por más que lo intente disimular, para engañarnos.
Así que, debemos hacer lo posible y lo imposible, por tener la caja de nuestros recursos, y su llave, muy lejos de las negras manos del corrupto estado español. No queremos quitarles nada, sólo queremos tener lo que es nuestro, y dejar de pagarles sus ‘fiestas’.
En definitiva, que los independentistas debemos ser capaces de discernir, y evitar los ríos revueltos, convulsos y confusos; y una primera muestra ha de ser, inevitablemente, no facilitar la investidura de Salvador Illa (PSC/PSOE), a menos que queramos mantener el actual estatus quo, por lo que apelo a los militantes de ERC que no se dejen engañar por maravillosos acuerdos con Pedro Sánchez.