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Cuentas y cuentos

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Ayer, 26 de setiembre, el TJUE (Tribunal de Justicia de la Unión Europea) dio la razón al Parlamento Europeo, por lo que Carles Puigdemont y Toni Comín no podían haber sido eurodiputados en el 2019, como intento explicar a continuación; y, claro, en este momento, afecta a Comín, que no podrá acceder a su acta de diputado, menospreciando así, nuevamente, el derecho del sufragio activo de la ciudadanía que le votamos, y el derecho del sufragio pasivo del elegido Comín.

El TJUE confirmó la sentencia del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE) de julio del 2022, ya que España no los había incluido en la lista de los electos, por no haber jurado la constitución española de manera presencial.

Con esa sentencia, el TJUE dio un giro, desatendiendo el informe del abogado general de ese mismo organismo, que había dado la razón a Puigdemont y Comín.

Me parece evidente que el espíritu de estos tiempos, el zeitgeist (*), tiene un marcado tinte conservador, como puede observarse en la mayor parte de los estados; y ese giro actúa como la profecía autocumplida (**), es decir, que con el miedo de que viene el lobo de la extrema derecha, todos los partidos y gobiernos viran hacia ese extremo, para no perder votos, y así, acaban siendo y actuando como gobiernos conservadores, como los lobos, por más etiquetas de progresistas y de socialdemócratas que mantengan.

(*) concepto introducido en 1769, por el filósofo Johann Gottfried Herder (1744 – 1803), para ‘conciliar’ la figura del genio individual con el determinismo social; y que en síntesis se refiere al clima intelectual y cultural del momento.

(**) si bien se pueden encontrar múltiples ejemplos de profecías autocumplidas o autorrealizadas, esa expresión fue acuñada por el sociólogo Robert King Merton (1910 – 2003), en su ensayo ‘Teoría social y estructura social’ (1949)

Con esta sentencia, se empoderan los estados, permitiendo su arbitrariedad, ya que pueden ir imponiendo exigencias de cada vez más inverosímiles, para someter a los futuros eurodiputados.

Y, conociendo el poder judicial español, ya no me extrañaría que, además de jurar presencialmente la constitución, a los ‘independentistas’ les impusieran pedir públicamente perdón, purgar su pecado mediante la penitencia de participar en la procesión de la Macarena, de rodillas y flagelándose y, finalmente, someterse, arrodillados, delante de su excelentísima y reverendísima majestad el rey.

Es cierto que, como en toda buena burocracia, el TJUE comentó que Puigdemont y Comín, pueden recurrir al tribunal supremo español, pedir unas prejudiciales y medidas cautelares, para conseguir, el acta de eurodiputado, hasta que ese mismo TS no falle de forma definitiva sobre la exigencia de la jura o promesa de la constitución (de forma personal, claro, para, acto seguido, encarcelarlos)

Pero está claro, eso no es más que dejar que el zorro cuide a las gallinas, como en la fábula de Esopo (s. VII a.C.)

En realidad, siguiendo a muchos especialistas y a los mismos políticos implicados, yo tenía una gran confianza en los órganos judiciales internacionales, pues habíamos ido teniendo buenas muestras para confiar en su neutralidad y objetividad. Pero la realidad me ratifica que todos los poderes son imperfectos, como no puede ser de otra forma, al ser creaciones humanas formadas por humanos.

Y, en ese caso, siempre hay intereses, poderes ocultos, etc., más o menos confesables o inconfesables; pero, siempre, enmarcados y determinados socialmente, según las mencionadas tesis del zeitgeist. Y, claro, con el caldo de cultivo del momento, es difícil manifestar y defender una postura propia de un genio individual ante el determinismo social imperante.

Así, vemos que ese determinismo, habitualmente es el que acaba imponiéndose, implícita y explícitamente (siempre hay notables excepciones, claro).

Y eso no quiere decir que los jueces prevariquen, ya que muchos actúan de forma honesta y según su libre consciencia, pero, psicosocialmente, no pueden abstraerse del mencionado determinismo social, ya que no viven aislados en campanas neumáticas (si no que viven en campanas de eco, como mencionaré más adelante), por lo que no son ajenos a las representaciones sociales imperantes, potenciadas por los potentes medios de comunicación, que, en realidad, son meros apéndices de grandes grupos bancarios y financieros o de fondos de inversión, que son los que imponen el relato que les conviene en cada momento.

Y esto es grave, pues nos inundan de datos, de cifras, siempre interesadas, para dirigir y manipular el pensamiento colectivo; así, con sus cuentas, con sus números, nos imponen su relato, su cuento.

Y ese relato, ese cuento, como expliqué en mi escrito de ayer, no debe confundirse con la realidad; pues, cuando, acríticamente compramos sus tesis, más nos alejamos de la cruda realidad, que es la que quieren que no veamos, ni debatamos.

Y tenemos muchos ejemplos al respecto, como:

  • la delincuencia callejera en Barcelona (que, en realidad, quiere imponer un mayor control policial de la ciudadanía en general, atemorizada por los datos que, interesadamente magnifican),
  • el fracaso de la copa América de vela (que aprobó la incompetente Ada Colau cuando era alcaldesa, y que, ahora, desde la oposición, pide explicaciones por el fiasco económico),
  • la ‘corrupta’ actuación de Juan Carlos I (que ahora, se atreve a decir que está escribiendo su biografía, ya que le han robado su historia),
  • ERC, mediante su portavoz en el congreso de los diputados, Gabriel Rufián, que, con gran cinismo, criticó ayer de forma desaforada a Junts, por querer negociar el límite de déficit para Catalunya (aunque represente más recursos), pero, claro, para evadir la fotografía de mal negociador, de sumiso regalador de su apoyo a Pedro Sánchez, y de desviar la atención de su apoyo a la investidura del represor Salvador Illa. Y, Rufián solo vive para conseguir titulares para las redes sociales, pues sabe que, precisamente, las salidas de tono, la zafiedad, vende más que la cordura y la sinceridad,
  • etc.

pues, en todos esos casos, los diferentes poderes quieren que nos limitemos a mirar el dedo que señala la Luna, en lugar de mirar al satélite.

Y en este zeitgeist, en este caldo de cultivo, los independentistas de base tenemos muy difícil poder levantar la cabeza, oponernos y resistirnos, por más genio individual que se pueda disponer, ya que lo que cuenta es la gran apisonadora del sistema; y en ese barro, Pedro Sánchez se maneja muy bien, para acabar sacando siempre la mejor tajada que le garantice la continuidad en su poltrona.

Y para ‘garantizar’ la perpetuidad del actual sistema, todo se viste con la sacrosanta ‘legalidad’, interpretada, obviamente, por los gurús del propio sistema, es decir, cierran el círculo, marginando, descalificando y persiguiendo a los disidentes.

Yuval Noah Harari, en su último libro ‘Nexus’ al que he hecho diferentes referencias (pues me parece muy clarificador, como los anteriores ‘Sapiens’, ‘Homo Deus’ y ‘21 lliçons per el segle XXI’) explica la ‘creación’ de la Biblia y la Torá, y me parece que es muy ilustrativa para explicar la actual preponderancia de la constitución, y de las leyes en general, por lo que, a continuación, traslado un breve flash, al respecto.

‘La traducción más antigua de la Biblia, la Septuaginta griega, completada entre los siglos III y I a.C., es diferente en muchos aspectos de la versión canonizada posteriormente.

(…)

Fueron necesarios varios siglos de debates entre sabios judíos eruditos, rabinos, para incluir o excluir determinados documentos.

(…)

Una vez sellado el libro sagrado, se suponía que los judíos tenían acceso directo a las palabras exactas de Jahvé, que ninguna institución humana corrupta o falible podría borrar o alterar, por lo que impusieron normas muy estrictas para la copia y reproducción de los ejemplares.

(…)

Pero, un segundo problema y más grave, hacía referencia a la interpretación de esos textos; así, la Biblia establece, por ejemplo, que no se puede trabajar durante el shabat, pero no clarifica qué se entiende por trabajar, así, los rabinos discutieron y determinaron, por ejemplo, que leer la Biblia no era trabajar, pero romper un papel, sí, por lo que, actualmente, los judíos ortodoxos preparan una pila de papel higiénico ya roto, para utilizarlos durante el shabat.

(…)

Así, los rabinos se convirtieron en la élite tecnocrática judía, y así, en el siglo III d.C., canonizaron un nuevo libro sagrado, el Mixná, que incluía actualizadas todas las grandes dudas planteadas; pero, posteriormente surgieron nuevas dudas sobre determinadas interpretaciones, y en los siglos V y VI, confeccionaron un nuevo libro sagrado, el Talmud, pues los rabinos se dieron cuenta de la diferencia entre el texto y la realidad, pero pensaron que escribir textos sobre los rituales y discutir sobre estos textos, era mucho más importante que practicar los rituales.

(…)

En el cristianismo también se dieron esos problemas, pero de cada vez la balanza se inclinó a favor de la institución (la iglesia), en detrimento del libro.

(…)

Así, por ejemplo, todos los cristianos leían el Sermón de la montaña del evangelio de Mateo y aprendían que hemos de querer a nuestros enemigos, y hemos de parar la otra cara, y que los humildes poseerían la tierra. Pero ¿qué significaba esto realmente?, los cristianos podían leerlo como una llamada para rechazar el uso de la fuerza militar, o a rechazar todas las jerarquías sociales. La iglesia católica, consideró que estas lecturas pacifistas e igualitarias eran herejías, y su interpretación de las palabras de Jesús permitió que la iglesia se convirtiese en el terrateniente más rico de Europa, iniciase cruzadas violentas y estableciese inquisiciones asesinas.

(…)

La teología católica aceptó que Jesús nos dijese que quisiéramos a nuestros enemigos, pero la iglesia explicó que quemar herejes era un acto de amor, porque disuadía a otras personas a adoptar puntos de vista heréticos y, de esta manera, les salvaba de las llamas del infierno.

(…)

El inquisidor francés Jacques Fournier escribió, a principios del siglo XIV, un tratado entero sobre el Sermón de la montaña que explicaba cómo el texto justificaba la caza de herejes. La visión de Fournier no era marginal: llegó a convertirse en el papa Benet XII (1334 – 1342). La tarea de Fournier como inquisidor y, más tarde como papa, era asegurar que prevaleciese la interpretación del libro sagrado que hacía la iglesia católica. Para conseguirlo, tanto él como sus compañeros utilizaron no solo la coacción violenta, sino, también, el control de los libros.

(…)

La iglesia pretendía cerrar a la sociedad en una cámara de eco, permitiendo la difusión solo de aquellos libros que le iban a favor, de manera que la gente confiaba en la iglesia, porque todos los libros le iban a favor. Incluso los laicos analfabetos quedaban impresionados por la aparición de una institución extremadamente poderosa pero falible, como la iglesia católica, que aniquiló todas las opiniones que se oponían y las consideró erróneas, mientras que, a la vez, no dejaba que nadie cuestionase su punto de vista.

(páginas 133 – 153)

Pues bien, como he dicho, si nos centramos en la particular lectura de la constitución y demás leyes, efectuadas por los inquisidores Manuel Marchena, Manuel García-Castellón, etc., o, por los diferentes tribunales internacionales, en realidad, no tendremos nada que hacer, ya que ir ‘de la ley a la ley’, como ingenuamente se pretendía, no deja de ser una falacia, como vimos, pues el poder nunca cederá un ápice de sus prerrogativas autootorgadas que, en nuestro caso, no debemos olvidar, tienen un origen, un  poso, neofranquista, por poner un adjetivo suave.

Pero no por eso debemos caer en la depresión, en la resignación. Debemos combatir el pensamiento distópico que nos imponen, debemos rechazar los relatos, los cuentos, que nos impone la ideología dominante. Debemos poner en cuarentena sus cuentas (sus leyes, sus números y sus componendas), que no atienden a la percepción que tenemos la ciudadanía.

Pues, solo saliendo de la ideología del pesimismo que nos quieren imponer a los independentistas, del miedo a un futuro peor, podremos salir del estado catatónico en el que nos quieren.

Quieren nuestras aportaciones, pero que nosotros estemos anestesiados, con el encefalograma plano, y disciplinados, con el papel higiénico debidamente cortado el día establecido, como pretende el sistema, mediante la coerción de todos sus poderes: el judicial / policial y, claro, el tándem Pedro Sánchez / Salvador Illa, etc.; todos ellos a mayor honor del infame Felipe VI.

Sobre el particular sería interesante comentar la tesis del ‘problema 2 sigma’, del psicólogo y pedagogo Benjamín Bloom (1913 – 1999), sobre la necesidad e influencia de un tutor, de un líder, pero ya me he extendido demasiado, y lo dejo para un posterior escrito.