Las elecciones europeas realizadas ayer, permiten muchas lecturas y lecciones, y en este escrito me centraré en el movimiento independentista catalán, que es el que más me preocupa.
La editorial de hoy (10 de junio) en Vilaweb, Vicent Partal la titula ‘Elecciones europeas: una UE tocada de muerte y una Catalunya triste y rota que necesita una catarsis’; en la que comenta la fuerte abstención y los decepcionantes resultados de Junts y de ERC, y concluye diciendo que:
‘(…) la cuestión ya no se arregla haciendo malabarismos. Y las elecciones de octubre pueden ser un auténtico desastre si no hay una importante reacción y un cambio de actitud. Por eso alguien, y pienso sobretodo en la nueva ANC de Lluís Llach, los ha de sentar en una mesa – Junts, ERC y la Cup si se deja -y obligarlos a hablar de forma seria. Que dejen de pelearse ahora mismo, que dejen de hacer el ridículo hurgando el ojo del otro y, sobretodo, que fijen una ruta creíble hacia la independencia. Porque es o esto o que el país continúe desangrándose, triste y roto’.
Ayer fueron vergonzosos los comentarios de los diferentes partidos, de todos, pues, como pasa siempre, todos encontraron argumentos para vestir y ‘celebrar’ sus resultados, retorciendo la realidad para ‘justificar’ haber salvado los muebles, cuanto menos.
Pero, como he comentado, en este escrito me centro, exclusivamente, en el movimiento independentista, y, de forma concreta, en Junts y ERC.
Y para este análisis, tomo como referencia las elecciones autonómicas del 2017, convocadas en diciembre de ese año por Mariano Rajoy (PP), justo tres meses después del referéndum, y en el momento más duro de la represión, que se iniciaba y que continúa.
Pues bien, en esas elecciones, los votos fueron: PSC/PSOE: 606.659, mientras que Junts + ERC tuvieron 1.889.094.
En las elecciones autonómicas para el Parlament de Catalunya del pasado mes de mayo, los resultados de esos partidos fueron: PSC/PSOE: 872.959, y Junts + ERC: 1.102.031.
Y en las elecciones europeas de ayer: el PSC/PSOE: 732.362, y Junts + ERC: 785.172.
Con estos resultados:
¿Cómo es posible que el PSC/PSOE puedan considerarse vencedores, hasta el extremo de decirnos que la ciudadanía ha pasado página de la ‘década perdida’ (que, para nosotros, fue ‘prodigiosa’)?
Y la explicación es clara e inmediata: es debido a la división, incompetencia y disputas entre Junts y ERC.
¿Por qué, desde el 2017 a las elecciones de ayer, el movimiento independentista ha perdido 1.098.922 votos, es decir, un 58% de los obtenidos en 2017?
Qué, de los votantes del 2017, únicamente nos mantengamos el 42%, es debido a muchos factores, entre ellos:
- La desconfianza en los partidos políticos independentistas Junts y ERC, al ver que no están por la labor de trabajar por la independencia.
- El cansancio de muchos de los votantes del 2017.
- Pero también me parece relevante destacar la posibilidad de que los casi 2 millones de votantes del 2017 no fueran todos independentistas de verdad, que muchos de ellos, como gran parte de los que participaron en las manifestaciones masivas de las diferentes Diadas, se dejaban llevar por el entusiasmo y, ante los primeros obstáculos, se han ido haciendo atrás.
- Etc.
Obviamente, estos datos reflejados no deberían ser tan decepcionantes como nos venden los unionistas, pero está claro que, si no se produce la catarsis que pide Vicent Partal, es decir, que, si no hay un ritual de purificación que nos libere de la tragedia que vivimos, la degradación irá en aumento.
¿Pero la abstención, o peor todavía, el voto a partidos unionistas, para ‘castigar a los partidos independentistas, es una respuesta racional?
Evidentemente, a mi modo de ver, NO, en absoluto. Nunca se puede reforzar al enemigo, ni por activa ni por pasiva. Y eso deberían ponderarlo los ciudadanos que han adoptado esa decisión. Pues, incluso desconfiando de las estructuras y líderes de Junts y ERC, siempre, y siempre es siempre, es preferible votarles y, claro, hacerlo de forma crítica, mostrando en las redes sociales y todos los medios disponibles, una actitud exigente.
Muchos sabemos que ERC, tras los indultos, se transformó, y, dirigidos por Oriol Junqueras, adoptaron una posición pactista, posibilista, evitando toda confrontación; y así les ha ido, pues ahora están en pleno proceso de redefinición, si bien su ya expresidente, Junqueras, sigue sin entender que él, es parte del problema; y si se vuelve a presentar para presidir el partido, difícilmente se conseguirá la unión que todos deseamos; pues su animadversión respecto a Carles Puigdemont, viene ya de origen.
Por su parte, Junts sigue siendo, también, un partido unipersonalista, ya que la figura de Carles Puigdemont, con su gran imagen, plantea muchos problemas; solo hay que ver que, en las elecciones europeas del 2019, que él se presentó como candidato a eurodiputado, consiguió 987.149 votos, mientras que Toni Comín, ayer, obtuvo apenas 430.925, menos de la mitad. Obviamente, entre el 2019 y ahora, hay importantes elementos que han modificado la situación, por ejemplo, la ley de amnistía (que, por cierto, sigue durmiendo la siesta, pues Pedro Sánchez todavía no se ha decidido a llevársela al rey para su firma y posterior publicación en el BOE; y eso es vergonzoso, pero, claro, el trilero y narcisista Sánchez, ‘juega’ y aplica un ritmo pensando en sí mismo, y, si de paso, puede dificultar el retorno de Carles Puigdemont y que acabe entrando en prisión, mejor para el PSOE, pues mostrará ante su público, que sus ‘leyes’ se cumplen)
Ante esta situación, deberíamos replantearnos muchas cosas, en realidad todo, desde las minúsculas e irrelevantes manifestaciones callejeras que seguimos haciendo, pues, a pesar de que nuestros líderes digan que somos necesarios y referentes, la realidad es la que es.
Deberíamos organizarnos para apoyar, masivamente, en todos los espacios posibles, en el momento del regreso de Carles Puigdemont, para mostrar a los unionistas que no estamos muertos ni anestesiados. Y, obviamente, si la INjusticia española encarcela a Puigdemont, el president legítimo, deberíamos provocar un gran paro, pacífico, pero contundente. Y, para ello, los jubilados tenemos margen de maniobra suficiente, claro; no sé si tenemos la resistencia y la resiliencia suficiente, pero, cada uno según sus posibilidades y disposición, deberíamos dedicarnos a tal fin. Hace unas semanas vimos los cortes de carreteras provocados por los agricultores y ganaderos, que comportaron grandes colapsos. Y nosotros, los jubilados catalanes, somos inmensamente muchísimos más que ellos.
Y, en paralelo, deberíamos exigir a ERC que no caiga en la tentación de apoyar, por activa o por pasiva, la investidura de Salvador Illa (PSC/PSOE), máximo representante en Catalunya de la represión y de la aplicación del 155. A tal fin deberíamos ser suficientemente activos en las redes sociales y medios disponibles, e, incluso, si es preciso, convocando manifestaciones en las diferentes sedes de ese partido.
Y en el supuesto de que Carles Puigdemont no pueda ser investido en esta primera instancia, provocar la repetición de las elecciones autonómicas, y, en octubre/noviembre, exigir que Junts y ERC se presenten conjuntamente, y, claro, votar masivamente, sin excusas ni elucubraciones diarréicas.
Si no hacemos esto, que es inmediato, acabaremos desangrándonos en sucesivas elecciones, y los unionistas españoles, seguirán convencidos de que nos han vencido, derrotado, y que ya estamos ‘pacificados’, domesticados.
En definitiva, que todo depende de nosotros, de nadie más. No valen excusas de que nuestra generación ya ha hecho lo posible, y que ahora toca reforzar nuestras instituciones, y que ya serán nuestros nietos los que se planteen, si lo consideran conveniente, una nueva confrontación. Esa postura, a mi modo de ver, es vergonzante.
Esta tarde se iniciará la nueva legislatura catalana, y se conformará la mesa y la presidencia, secretariado y demás cargos del Parlament. Y esa será la primera muestra del algodón, para ver los pactos y acuerdos más o menos ocultos. Si ERC nos vuelve a decepcionar … será cuestión de pasar página de ese partido, y descontarlo de cara al futuro.