Coral tiene apenas tres meses, por lo que todavía desconoce el simbolismo que acarrea su linaje para millones de mortales. Es un perro xoloitzcuintle, una milenaria y peculiar raza sin pelo que se encarga de guiar a las almas y que se ha convertido en un símbolo del Día de Muertos y de México.
Mientras revolotea por la falda de su dueño, Jorge Alvarado, este acaricia su piel, suave como la de una aceituna, y de un color bermejo poco común en los xolos, habitualmente negros.