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Hay momentos en los que nos parece que todo es rutinario, repetitivo, que todo y todos, seguimos unas costumbres y hábitos de forma mecánica y acrítica, sin tener ni ver una salida, del tipo que sea, pero que sea disruptiva, que represente una ruptura.
Vemos que los temas y problemas, mediáticamente, siguen ciertos patrones, por ejemplo:
- el del péndulo, que aparece y desaparece según convenga a los que controlan dichos medios;
- el de la espiral, que da vueltas y revueltas a los temas, pero, con el tiempo, alejándose del núcleo del problema, así que de cada vez incorpora elementos ajenos al mismo;
- el del holograma, es decir, creando ilusiones ópticas de los temas y, por lo tanto, visiones alejadas a la realidad.
- etc.
Y estos formalismos, además de provocar confusión, que seguramente es lo que pretenden en muchos casos, también produce un desinterés en los asuntos cívicos, políticos; y eso, con toda seguridad, también es su objetivo básico.
Que los líderes políticos trabajen y negocien con sigilo los temas importantes, y así, todo pase a formar parte de los secretos de estado, además de buscar ese desinterés, pretende potenciar su posición elitista, como poseedores de unos conocimientos privados a las masas que quieren infantilizadas.
Por eso no podemos evaluar completamente las conductas de ciertos partidos y políticos, pues nuestro desconocimiento es notorio y nos priva de un correcto análisis. Por ejemplo, pasado un año y medio de los indultos de los líderes independentistas catalanes, desconocemos si ese acto comportó la aceptación de pactos secretos, de letra pequeña, que se mantienen cerrados bajo siete llaves, como el libro con siete sellos que nadie podía abrir (Apocalipsis 5:1-4)
Y claro, los poderosos emulan al apóstol Simón Pedro, conservando las llaves del papado particular: estado, partido, personal, etc. Ellos se creen la piedra angular del sistema al que pretenden proteger, pues tal cual ya les va bien.
Así, vemos que ahora, por ejemplo, los políticos que olvidan que nos representan o nos deberían representar, levitan para ‘negociar’ la redefinición del delito de malversación de los bienes públicos.
Todos tenemos claro lo que representa ese término, pero, visto el precedente de las subjetivas e imaginativas interpretaciones de los jueces del juicio farsa de los líderes independentistas, que inventaron violencia donde no la había; o los jueces que interpretan de forma magnánima con los delincuentes la ley del ‘solo sí es sí’, es evidente que todo reglamento ha de quedar muy bien clarificado, tasado y ejemplarizado, para que no qued lugar a interpretaciones subjetivas.
Evidentemente, nunca es prudente legislar en caliente, ni pensando en personas y casos concretos; ahora bien, en el caso que nos ocupa, es preciso efectuar una derogación de la modificación del código penal que impulsó Mariano Rajoy en el 2015, para revertir la persecución a los líderes independentistas catalanes.
Hasta la publicación de la ley orgánica 1/2015, el delito del artículo 433 del código penal castigaba: ‘a la autoridad o funcionario público que destinare a usos ajenos a la función pública los caudales a efectos puestos a su cargo por razón de sus funciones’; y las penas de prisión podían ser de uno a dos años, multa e inhabilitación. Y tras la modificación de Rajoy: ‘La autoridad o funcionario que, de forma idónea para causar perjuicio económico a la entidad pública de la que dependa, y fuera de los supuestos previstos en el artículo 390, falseare su contabilidad, los documentos que deban reflejar su situación económica o la información contenida en los mismos, será castigado con la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de uno a diez años y multa’
Pero, claro, mientras que es objetivo que los políticos destinasen dinero para organizar el referéndum, cumpliendo, de ese modo, con su programa y el mandato de las urnas. Los jueces, subjetivamente, quisieron entender que la utilización de ordenadores y colegios públicos, etc., eran usos ajenos o no idóneos a la función pública asignada.
Por eso, si los políticos fueran transparentes y no hubiese gato encerrado tras la ‘actualización’ que se pretende, todo el mundo lo entenderíamos. Rajoy incluyó a la ‘administración desleal de caudales públicos bajo el paraguas de la malversación’ la ‘idoneidad para causar perjuicio’. Y esos términos abstractos, como ‘desleal e idoneidad’, son la fuente de la discordia, como lo será la ‘intimidación’, en el nuevo delito de desórdenes públicos agravados, que está en trámite.
Como vemos, los términos, las expresiones, son fundamentales, y por eso, cuando son tan abiertos como los citados de ‘desleal’, ‘idoneidad’, ‘intimidación’, etc., requieren ser clarificados con ejemplos concretos y precisos que todos entendamos, especialmente todos los jueces, para que sentencien en la línea de los legisladores. En caso contrario, cuando ‘inventan’, muestran su prepotencia y menosprecio de la separación de los poderes.
Ante esta situación, es incomprensible que los ciudadanos de base queramos pasar de todo, ‘hacernos el sueco’ (*); pues es imposible que no nos empapemos de todo lo que nos rodea, incluso a pesar de que hayamos puesto barreras.
(*) ‘El origen de este dicho que se aplica al que se hace el distraído, está en la palabra latina ‘soccus’, que designaba una especie de pantufla que calzaban los cómicos en el antiguo teatro romano. De soccus proviene el término zueco, surdo, zoquete, etc.’ (…) otros lingüistas refieren la expresión a los marineros suecos que, desconociendo el castellano, interpretaban lo que les interesaba’.
A mi me gusta más la primera explicación, me parece más documentada.
Y si rutina se basa en la espiral del silencio que nos imponemos por miedo a expresar nuestras ideas, por no saber argumentarlas o por temer a ser aislados, se habrá confirmado el éxito represivo.
Los independentistas catalanes de base, alejados de las cúspides de nuestros partidos, y opuestos a los unionistas, vemos que desde hace años en el reino español priva y tiene premio el tiro al mono catalán, tienen la veda abierta para ello. Y por eso sufrimos los efectos de la siguiente teoría:
‘La teoría de las ventanas rotas:
Catherine Coles y George L. Kelling escribieron un libro en 1996, y explican que, en criminología, una ventana que tenga un cristal roto la convierte en una mayor candidata a terminar completamente rota, más que una ventana nueva.
Es decir, que conviene arreglar los problemas cuando aún son pequeños: injusta o no, esta teoría hace pensar acerca de nuestras dos vidas actuales, la real y la virtual, ventanas que inevitablemente están abiertas (…) y no es sino la mentalidad de crecimiento’ la que hace que mejoremos nuestras opiniones’
(https:/www.elespanol.com)
Tanto esta teoría como la de la ley del silencio impuesto y/o autoimpuesto deberían enseñarnos que no podemos seguir como hasta ahora hemos hecho, debemos actuar democrática y pacíficamente, para romper el círculo vicioso vestido de espiral, péndulo, holograma o de la estrategia que hayan determinado los poderes.
No podemos caer en la rutina pesimista y depresiva, esperando que llegue el mágico día del: Mene, tekel, peres (parsín) (cuenta, pesa y divide) (*) y que los políticos, nuestros y ajenos, nos vendan su sopa de ajo, que es obvia para ellos (sus intereses), pero no para nosotros.
(*) (El profeta Daniel 5:24-28, interpretó ese mensaje a Belsasar, hijo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, diciéndole que el juicio de Dios está a la puerta: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin; Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado en falta; Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas)
En definitiva, debemos reparar los cristales que nos rompieron y nos siguen rompiendo, y, en paralelo, esforzarnos para evitar que se multipliquen las pedradas; debemos romper la ley del silencio, ya conocemos a todos los políticos, y ahora sabemos con los que podemos contar, y hemos pesado y roto con los que ya no son merecedores de nuestro reconocimiento; por lo que debemos pasar a la acción con presión real y pacífica desde las calles. No hay otra.