Por: Jorge Flores, gerente de Agronomía de Yara México
Para nadie es un secreto la gran historia y tradición del uso y consumo del agave para la generación de bebidas alcohólicas fundamentales en la celebración de rituales prehispánicos, que hoy se ha transformado en una de las actividades del sector agroalimentario más importantes a nivel mundial: la exportación de tequila. Sin embargo, esta industria enfrenta actualmente una crisis significativa debido al desplome en el precio del agave, lo que plantea serios desafíos para los productores y la sostenibilidad del sector; pues éste ha caído 92 % en los últimos tres años, bajando de 30 pesos mexicanos por kilogramo en 2021 a solo 2.50 actualmente[1].
Reconociendo su importancia, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) instauró el 24 de julio como el Día Internacional del Tequila, celebrando tanto los paisajes de los sembradíos de agave como las antiguas instalaciones industriales de Tequila, Jalisco. Esta emblemática bebida, símbolo de las festividades mexicanas, ha visto un auge global en su consumo en los últimos años. En 2022, la industria requirió 2.6 millones de toneladas de agave, un incremento del 136 % respecto a 2017, lo que también provocó un aumento del 287 % en el precio del agave. Desafortunadamente, este aumento ha sido seguido por una caída abrupta, generando diversas reacciones en el sector y afectando a los productores de agave.
Esto implica la necesidad innovar en sus procesos de producción para garantizar mejoras significativas en calidad y sostenibilidad, apoyando el trabajo manual que se ha llevado a cabo desde hace siglos y potenciándolo con técnicas modernas que van desde la cosecha, los procesos de fermentación y destilación, entre muchos otros.
El cultivo de agave, influenciado por factores bióticos y abióticos, afecta tanto a la fotosíntesis como a la formación de azúcares esenciales para garantizar una alta calidad en el tequila. Durante el verano y la temporada de lluvias, las raíces finas del agave -conocidas como ‘raíces de lluvia’- absorben agua y nutrientes que se detienen al finalizar el período estival; por ello, es esencial desarrollar sistemas de absorción eficientes y sostenibles para maximizar la nutrición del cultivo y garantizar piñas de alta calidad que permitan satisfacer la creciente demanda de tequila y seguirlo posicionando como una bebida mexicana de alta calidad.
Para enfrentar estos desafíos y optimizar la eficiencia y sostenibilidad en la producción de tequila, es fundamental garantizar la nutrición y fertilización del cultivo con un sistema sano y eficiente de absorción de agua y nutrientes, como nitrógeno, fósforo, calcio y zinc. Esto resalta la necesidad de contar con empresas especializadas como Yara, que brinden asesoría y soluciones como ExtraAgave by Yara, que apoyan a los productores de agave a optimizar sus prácticas de nutrición y manejo del cultivo para lograr cosechas más robustas y sostenibles, fundamentales para mantener la calidad y reputación del tequila mexicano.
Los retos que actualmente presenta la producción de agave requieren que el manejo del cultivo, a largo plazo, mantenga un enfoque integral ya que, de no ser así, podría ponerse en riesgo la producción, tanto en volumen pero más importante aún la calidad del tequila. Mezclando la tradición con la innovación para, así, poder asegurar la sostenibilidad y el futuro de esta industria que es parte esencial de nuestra identidad cultural y económica.