Desde el pasado martes 5, que el president Carles Puigdemont presentó su plan para llegar a un acuerdo histórico con el estado español, y, así, superar la crisis política en la que estamos desde el 2017, tras nuestro referéndum de independencia, reprimido por tierra, mar y aire, como todo el mundo sabe, por las huestes castellanas y los unionistas españoles; huestes que ahora están fuera de sí, pues ven tambalear su statu quo.
No conciben que Pedro Sánchez, el futuro posible jefe de gobierno, acabe asumiendo, para ello, las tesis propuestas por Puigdemont; lo ven y lo viven como un chantaje y como una venta de ‘su estado’.
Esa es la concepción que tienen de la democracia. Entienden y aplican la aritmética parlamentaria, cuando les beneficia, como hicieron para evitar que Xavier Trías (de Junts) fuera alcalde de Barcelona, y, a tal fin, pactaron con el PSC/PSOE y los Comunes.
Pero ahora, no aceptan, no pueden ni quieren entender, que esa misma aritmética parlamentaria, sobrevalore los 7 diputados de Junts, esenciales para alcanzar la mayoría simple en la segunda votación de investidura del citado Sánchez (ya que, si no se produce un ‘tamayazo’, compra de tránsfugas, Alberto Núñez Feijóo (PP) no superará su investidura).
Ellos entienden precisamente eso, que se compren y amañen votos, como hicieron con Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, ambos del PSOE en la Comunidad de Madrid, en las elecciones del 2003; así, ambos votos permitieron que no ascendiera a la presidencia Rafael Simancas (PSOE), y, en su lugar, fuese investida Esperanza Aguirre (PP).
La derecha y extrema derecha española entienden de guerras de conquista, de compra de votos, lo que sea; para que, una vez llegados al poder, puedan controlar todos los resquicios para seguir actuando de forma extractiva, por eso fueron imputados en múltiples causas judiciales, que el poder judicial y la fiscalía les suavizó.
Y ese aspecto supremacista lo tienen incorporado en su ADN, ya que se ha perpetuado durante siglos (desde la reconquista contra los árabes y la conquista de América) y perdura en la actualidad.
Esto lo demuestran siempre, pero, como digo, desde el pasado día 5, se muestran más agresivos, y utilizan todo momento y sistema, para atacar a los independentistas catalanes.
Obviamente, eso no es más que una muestra de su debilidad, pues perciben, acertadamente, que les mantendrá en la oposición de nuevo, cuando aspiraban a alcanzar toda la gloria.
De todos modos, no hay que descartar que Pedro Sánchez, siguiendo a sus asesores, dirigidos por el ‘spin doctor’ (Iván Redondo, actualmente exdirector del gabinete de la presidencia del gobierno de Sánchez, lo fue hasta el 2021, pero todavía con una gran ascendencia sobre el presidente), le aconsejan que es preferible no ceder un ápice, y que es mejor presentarse ante las futuras elecciones del 14 de enero, como el gran valedor de la unidad de España, la España ‘una, grande y libre’ franquista, en la que todo está ‘atado y bien atado’, como dejó instaurado el dictador y asesino Francisco Franco.
Seguro que Sánchez ve más apropiado y rentable, presentarse como el gran valedor de esa España rancia, antes que hacerlo como el demócrata que ha solucionado el conflicto que nos ocupa y preocupa.
Particularmente, yo creo que Sánchez preferirá no ceder ante los independentistas, y presentarse como el gran héroe de la nueva reconquista, esta vez contra los independentistas.
Sánchez, siguiendo su manual de resistencia y resiliencia, quiere ser el nuevo Cid Campeador (Rodrigo Díaz de Vivar, 1045 – 1099), un personaje que, en realidad, fue un mercenario que combatió bajo el mejor postor. Una famosa frase del legendario Cid, fue ‘que buen vasallo sería, si tuviese buen señor’, tras tener la osadía de hacer jurar al rey Alfonso VI, antes de servirle como nuevo rey de Castilla, que no había tenido nada que ver en el asesinato de su hermano, Sancho II de Castilla. Y esa osadía le costó el primer destierro.
El ‘trilero’ Pedro Sánchez no aceptará el trágala que le impone Carles Puigdemont, no aceptará la amnistía, como paso previo a la negociación, preferirá que éste siga en el destierro (el exilio, en este caso). Así, Sánchez se verá como un excelente vasallo de la actual monarquía y de los verdaderos poderes del estado.
Pero este no es el motivo del presente escrito, pues todavía falta tiempo para que se inicien formalmente las negociaciones. El motivo de este escrito es el ‘cabreo’ de la derecha, que, como he dicho, muestra brutalmente.
Nosotros vemos ese despropósito a menudo, y esta semana son más frecuentes los insultos que nos gritan a los que nos manifestamos diariamente en la avenida Meridiana de Barcelona.
Insultos antidemocráticos y fuera de lugar, como ayer, que mientras hacíamos un minuto de silencio por las víctimas del terremoto en Marruecos, un descerebrado antidemócrata gritó que ‘lo hacíamos por Franco’.
En esa misma línea, hoy (10 de setiembre), en la Plaza Sant Jaume de Barcelona, donde está el Palau de la Generalitat y l’Ajuntament de la ciudad, mientras las autoridades efectuaban un minuto de silencio por ese mismo motivo, un centenar de manifestantes de la derecha y extrema derecha (entre ellas, Marta Rius, de lo que queda de Ciudadanos) con grandes banderas españolas, gritaban ‘Puigdemont a prisión’.
Esa es su ‘democracia’, que siguen considerando como la ‘democracia orgánica’ franquista, claro.
Y esa es su educación, respeto y civismo, reventar todo tipo de acto. Y mañana, por poco que puedan, harán lo imposible para boicotear nuestra Diada, ese es su estilo, siguiendo a su ídolo’ Tomás de Torquemada (1420 – 1498), el fraile dominico castellano, confesor de la Reina Isabel I de Castilla, que llegó a ser el gran inquisidor, el presidente de la ‘Santa Inquisición’, responsable de miles de muertes y torturas a los judíos, a los conversos, moriscos y marranos, como les llamaban.
Y siguiendo ese patrón, ahora, los perseguidos somos los independentistas catalanes.
Eso nos muestra que si bien, a nivel general, los humanos tenemos un cerebro que pesa el 2% del total del cuerpo, y que consume el 20% de la energía global, con fines adaptativos y de progreso, en el caso de esos actuales ‘torquemadas’ lo utilizan para ‘adaptarnos’ y a reprimirnos a nosotros, a porrazos, con prisión y multas, como sabemos.
Y nosotros ya no queremos ni aceptamos a más Torquemadas, ni a figuras como Girolamo Savonarola (1452 – 1498), el gran represor de los florentinos, y que acabó quemado en la hoguera.
Como ya expliqué en un escrito anterior, los antiguos romanos (en la República y también en el Imperio), tenían fijado un ‘cursus honorum’, que configuraba la carrera política de acuerdo con un orden y jerarquía por la que se regían las magistraturas romanas: cuestor, pretor, cónsul, censor, tribuno, edil, etc.
Y, al final de su ‘cursus honorum’, esos romanos honorables, ya en la vejez, inscribían en el frontispicio de sus mansiones la leyenda: ‘Cursom perificio’ (mi viaje se acaba aquí).
Pues bien, hagan lo que hagan, griten lo que griten esos torquemadas actuales, con el gran inquisidor a la cabeza, cabeza hoy coronada, los independentistas no nos rendiremos, y únicamente adoptaremos el lema ‘Cursom perificio’ (mi viaje se acaba aquí), cuando seamos realmente independientes, nunca, antes.