El cantautor Raimon, (Ramón Pelegero i Sanchis) compuso la canción ‘Al meu país la pluja’ (álbum ‘Entre la nota i el so’, 1984), en la que exclamó: ‘¿Quién me resarcirá de mis años de desinformación y desmemoria?’.
Y esa es la constante a lo largo de toda la historia, siempre nos falta información, o la tenemos falsificada. Así, nuestro olvido personal (como mecanismo de defensa) se complementa con el olvido social, colectivo.
Es evidente que al poder, de todo nivel y color, siempre le interesa controlar la información, ya que no han evolucionado, están anclados en el siglo pasado, cuando la información todavía era una mercancía controlable y, consecuentemente, su control favorecía el poder. En la actualidad, con las redes sociales, ese control se ha perdido, afortunadamente, pero hemos caído en otras trampas, las modas, los ‘likes’, etc.
Y si desconocemos en profundidad los sucesos cotidianos, y vemos que la ‘historia’ la escriben los medios de comunicación actuales, estamos bien servidos. Nuestros descendientes tendrán que efectuar un verdadero esfuerzo para desbrozar entre tanta basura.
Todos sabemos la desinformación ejercida por el estado español, tergiversando y mintiendo sobra la realidad catalana. Hoy mismo, Pedro Sánchez sigue diciendo que los que nos manifestamos el jueves pasado, ‘éramos unos nostálgicos que queremos romper España’.
Cuanta desvergüenza, cuanta falta de cultura y de ética. Nosotros no queremos romper nada. Queremos recuperar lo que nos quitaron, nuestra identidad. Y que ellos continúen siendo como eran antes de 1714.
Pero los Borbones castellanos son la muestra camaleónica de como utilizar todos los resortes de poder, para mantener su negocio familiar. Hemos visto ‘ayudas’ de todo tipo, desde los ‘cien mil hijos de san Luis’, enviados por el rey Borbón francés, Luis XVIII, en 1823; o el apoyo de Francisco Franco, para restaurar el negocio borbónico.
Siempre han precisado tener un punto de apoyo sólido (tipo, el primo de Zumosol), ya que por sí mismos, nunca han tenido el respaldo popular.
En este momento sus apoyos siguen siendo las palancas del poder: ejército, jueces, policías, medios de comunicación, empresas del Ibex35, etc. Nada nuevo, ya que forman parte del círculo vicioso, convenientemente engrasado con prerrogativas y grandes beneficios.
Ayer fuimos a ver la obra de teatro ‘América’, de Sergi Pompermayer, dirigida por Julio Manrique, en la que narra la historia de una gran familia de la burguesía barcelonesa, que se ve conmocionada, al ver que su hijo les presenta a su novia, una chica de raza negra. Y en esa obra se muestra lo mucho que se llega a olvidar, y lo poco que llegamos a saber. En esta obra, la familia burguesa había sido esclavista, tratante de esclavos, y, pasadas las generaciones, habían apoyado a Franco y habían hecho grandes negocios; pero, claro, el cabeza de familia actual se desvincula de todo, argumentando que eran otros tiempos; y el joven actual, quiere ser como los demás, pero manteniendo su gran patrimonio y nivel de vida.
En esa obra se dice que todas las naciones, todos los países tienen sus luces y sombras, y que Catalunya no es una excepción, y se relacionan las grandes familias: Comillas, Pérez, Goytisolo, Güell, Vidal Quadras, etc.; que siguen formando la élite actual y, en realidad son los que tienen el poder efectivo.
Y es una vergüenza, que hayan pasado gobiernos llamados socialistas, pero todo siga igual.
No es de extrañar que, por más que nos esforcemos, vivamos en el caos, en la ‘fauda’ (como le denominan los árabes), eso garantiza la perpetuidad del poder de los mismos de siempre.
Los poderes nos tienen donde y como quieren, nos consideran meros polichinelas a los que distraer con tonterías varias, como la del show mediático sobre la negociación de los presupuestos catalanes, o con los paseos electorales del narciso Pedro Sánchez.
Y nosotros seguimos anestesiados, por convicción, por temor, por comodidad, o por lo que sea. Y eso les va bien, pues Pedro Sánchez, Oriol Junqueras, Ada Colau, etc. saben que, llegadas las elecciones, acudiremos como ovejas obedientes y acríticas, y …. les votaremos, ya que el control que ejercen de los medios, y la utilización de los recursos presupuestarios, para, indirectamente comprar votos, es una forma segura, claro. Por eso ‘casualmente’ concentran la mayor parte de las obras hacia el final del mandato, para ser inauguradas convenientemente. Y así, siempre y en todo.
Pero la mayoría de los independentistas catalanes prefiere no cuestionarse nada, seguir con el maná que nos dan, y punto.
Y así nos va y nos irá.