Después de las elecciones, la hora del ‘pactómetro’

Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

Es habitual que, una vez conocido el escrutinio de unas elecciones, todos los partidos tengan mensajes ‘victoriosos’, pues todos buscan los matices que les puedan ‘avalar’ sus propios discursos demagógicos.

Ahora bien, hoy tenemos varios mensajes objetivos:

El censo total, de 5,6 millones de electores, era un 1,24% superior al censo de las últimas elecciones, del 21 de diciembre del 2017.

La participación total ha sido de un 53,55%, de los cuáles, el 1,43% han sido nulos, y el 0,84% en blanco. Es decir, una participación muy inferior a la habitual en Catalunya (el 79% en 2017, unas elecciones especiales, es verdad), y debemos remontarnos al 1992, para tener una participación tan baja como la de ayer.

La abstención, del 46,45% es debida a múltiples factores, propios de cada elección, como el mal tiempo, la desidia, la desmotivación, etc.; pero, en este caso, debemos considerar, asimismo, la pandemia del covid, que está teniendo una gran incidencia en la sociedad, por lo que muchos no pudieron ir a votar, por estar ingresados, confinados, o por temor a contaminarse (la alternativa del voto por correo, muy utilizada esta vez, no permitía cubrir los problemas sanitarios aparecidos en los últimos días: contaminación, contactos con positivos, etc.; y la alternativa de ir a votar en la franja entre las 19.00 y las 20.00 h, reservada para ellos, no fue apenas utilizada.

Debemos recordar que la fecha de las elecciones, fijada legalmente por los plazos establecidos, al no haber presentado un candidato sustituto al president de la Generalitat inhabilitado por los tribunales, por no retirar a tiempo una pancarta pro libertad de los presos políticos; pues bien, esa fecha, fue acordada por todos los partidos, excepto el PSOE-PSC, que apostaron por mantener la fecha del 14 F, en contra de los epidemiólogos y especialistas sanitarios; y, obviamente, la junta electoral central falló (decretó y erró) manteniendo esa fecha. El PSOE-PSC había apostado que su candidato, Salvador Illa, ex ministro de sanidad, sería su gran baza.

Dada esta situación, vemos que:

El partido vencedor, el PSOE-PSC, obtuvo más votos (23,0%) pero en escaños (33) quedó igualado a ERC.

ERC dio el ‘sorpasso’ a JuntsxCat (32 escaños), su eterno contrincante; rivalidad que Oriol Junqueras (ERC) ha mantenido versus Carles Puigdemont (JuntsxCat).

JuntsxCat durante esta campaña electoral, no tuvo los espacios publicitarios obligatorios en TV3, la televisión pública catalana, y tampoco los espacios físicos en las calles, ya que la junta electoral, con una ideología marcadamente unionista, concedió legalmente esos espacios a la anterior formación PedeCat.

Los partidos independentistas, por primera vez, hemos superado el 50% de los votantes. ERC + Junts + Cup + PedeCat, obtuvieron 1435.896 votos, en concreto, el 50,05% de los votos; y 74 diputados (la mayoría absoluta son 68).

Vox, el partido de extrema derecha entró al Parlament de Catalunya, con una notable fuerza (11 escaños). Que aquí tengamos 217.371 ciudadanos que voten a la extrema derecha, es muy grave, y debería hacernos recapacitar.

Ciudadanos (partido de derechas y anticatalanista) ha sido el gran perdedor, pues de tener 36 escaños ha pasado a tener 6. El PP también ha perdido 1, pasando a tener 3. Ambos partidos han pasado a ser residuales.

El PedeCat, liderado por el ex president de la Generalitat, Artur Mas, obtuvo 76.987 votos, es decir, un 2,7%, que, por no alcanzar el 5%, queda fuera del Parlament. Es triste ver que una división interna, haya restado votos a Junts, ya que, de no haberse producido, Junts habría obtenido 37 diputados, el PSOE-PSC habría perdido 2, ERC habría sumado uno, Vox habría perdido 2 y la Cup habría ganado 1. Es decir, los partidos independentistas habrían tenido 81 diputados, en lugar de los 74 actuales.

Dada esta situación, Salvador Illa (PSOE-PSC) ha manifestado su idea de negociar su candidatura a la presidencia de la Generalitat; pero lo tendrá muy difícil, mejor dicho, imposible, si los partidos independentistas que 3 días atrás firmaron su compromiso a no pactar con él, por ser partícipe de la aplicación del art. 155, que cercenó nuestro gobierno.

Así que el que tiene posibilidades reales es Pere Aragonés, de ERC, si bien tendrá que negociar su programa ‘pactista con Pedro Sánchez’.

Obviamente, si los partidos independentistas no estuvieran tan divididos, hubieran arrasado, ya que la ley de Hont, beneficia a los vencedores en cada localización. Es una pena que los personalismos, los intereses partidistas, siempre estén por encima de los ideales políticos.

Esta división también la vemos estos días en el partido independentista escocés (SNP, Partido Nacionalista Escocés, según las siglas en inglés), pues el ex líder Alex Salmond está rivalizando con la actual ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, su sucesora.

Esa rivalidad, que amenaza con romper el partido y sus buenas expectativas electorales en los cruciales comicios de dentro de tres meses, se basa en la consideración de Salmond, que estima que su sucesora no le defendió adecuadamente, cuanto en 2018 fue detenido y acusado de 13 cargos de agresiones sexuales, incluyendo dos intentos de violaciones; si bien Salmond ganó la demanda civil, por falta de pruebas concluyentes.

Es interesante ver que los líderes de un momento, difícilmente tienen encaje pasado el tiempo. Ese fenómeno es habitual. Consideran que el refrán ‘genio y figura hasta la sepultura’ les hace justicia, dada su soberbia, su fuerte ego, les impide hacer un paso atrás. En su momento, Felipe González dijo que los ex presidentes eran como los jarrones chinos, muy bonitos, pero que molestan, no sabes dónde colocarlos.

Respecto al ego de esos personajes, es interesante el siguiente cuento tradicional zen:

‘El primer ministro de la dinastía Hing era un héroe nacional por su éxito como estadista y líder militar. Pero, a pesar de su fama, poder y riqueza, se consideraba a sí mismo como un humilde y devoto budista.

Visitaba a menudo a su maestro zen preferido para estudiar bajo su instrucción y parecían llevarse muy bien.

El hecho de que era el primer ministro no tenía, aparentemente, ningún efecto en su relación, que parecía ser simplemente una de un reverendo maestro y un respetuoso estudiante.

Un día, durante su usual visita, el primer ministro le preguntó al maestro: ‘Su Reverencia, según el budismo, ¿cómo nos damos cuenta de nuestro ego? La cara del maestro se puso roja y en un tono de voz muy insultante, increpó a modo de respuesta: ‘¡Qué clase de pregunta estúpida es esa!?

Esta imprevista respuesta conmocionó tanto al primer ministro que llegó a fruncir el ceño y a enfadarse. Entonces, el maestro de zen sonrió y dijo: ‘Esto, Su Excelencia, es el ego’.

(www.infobae.com)

Asimismo, y volviendo a la división y confrontación entre los partidos independentistas, me parece interesante transcribir la siguiente fábula zen:

‘El cielo y el infierno:

En un reino lejano de Oriente se encontraban dos amigos que tenían la curiosidad y el deseo de saber sobre el Bien y el Mal. Un día se acercaron a la cabaña del sabio Lang para hacerle algunas preguntas.

Una vez dentro, le preguntaron: ¿Maestro, díganos: ¿qué diferencia hay entre el cielo y el infierno?

El sabio contestó:

Veo una montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo. Alrededor hay muchos hombres y mujeres con mucha hambre. Los palillos que utilizan para comer son más largos que sus brazos. Por eso cuando cogen el arroz, no pueden hacerlo llegar a sus bocas. La ansiedad y la frustración cada vez van a más.

Más tarde, el sabio prosiguió:

Veo también otra montaña de arroz recién cocinado, todavía sale humo. Alrededor hay muchas personas alegres que sonríen con satisfacción. Sus palillos son también más largos que sus brazos. Aún así, han decidido darse de comer unos a otros.

Esta es la diferencia, concluyó el maestro’.

(www.terapiapsico-corporal.com)

Pues bien, los partidos independentistas catalanes deberían aprender de este cuento, y darse de comer mutuamente (como el segundo grupo mencionado), en lugar de querer ser autosuficientes (como el primer grupo).

Si no son capaces de ceder, de rebajar sus egos, nos provocarán más frustración a la ciudadanía que siempre respondemos, participamos en sus actos, nos movilizamos, les votamos, etc.

Y esto deberían ponderarlo adecuadamente los líderes de estos partidos, deberían considerar que el objetivo final ha de ser determinante, que la independencia de Catalunya ha de ser el deseo compartido. Deberían olvidar las rencillas partidistas para el día después de la independencia.

De no ser así, nuestro futuro será muy negro.

Y sería muy deprimente, ya que esta vez los independentistas catalanes hemos conseguido una mayoría tanto en votos como en escaños. Y si ni así son capaces de plantarse ante el estado franco-borbónico, no lo harán nunca.

La ciudadanía estamos, creo, dispuestos a la confrontación democrática e inteligente, que pidió Puigdemont.

Y ‘el movimiento se muestra andando’, como dijo Diógenes de Sínope (n. entre el 391 y 399 a. C. – 323 c. C.):

‘El filósofo griego Diógenes el Cínico, recurrió a esta frase, cansado de una disputa filosófica en la que participaba y en la que se ponía en duda la verdadera existencia del movimiento (…) mostrando que, en algún momento, hay que pasar de las palabras a los hechos’

(www.15-15-15.org)

Algunos lo mostramos manifestándonos en la avenida Meridiana de Barcelona, otros en diferentes puntos de Catalunya; pero somos pocos, y vemos que nuestros movimientos no tienen efecto. Deberíamos ser muchos más, todos los independentistas. Así sí que sería efectivo. Ya lo hicimos en octubre del 2017, el día 1 con el referéndum y el día 3 con el paro general. Así que, a ver si nos animamos y así, los partidos se verán obligados a seguirnos, o quedar en la cuneta.

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