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Diferencias entre los ‘emperadores’ Calígula Donald Trump y Nerón Pedro Sánchez

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

La fotografía efectuada por IA, de Trump, camuflado de Papa, y la actuación de Sánchez tras el apagón eléctrico, confirman, a mi modo de ver, que ambos han traspasado todas las líneas rojas. Por eso, a modo de divertimento (en la línea de Charlie Bedo), en este escrito los comparo con Calígula y Nerón, que están entre los peores emperadores romanos, cada uno con sus características propias, como explico a continuación.

En un principio, al ver la fotografía de Trump, pensé que era una de las muchas manipulaciones que corren por las redes, pero, al saber que esa foto fue trucada y divulgada en X por la propia Casa Blanca, unos días después de que el propio Trump dijera que ‘él sería el mejor candidato para ser el nuevo pontífice’, me confirmé en la idea de que Trump es un verdadero trampantojo, un tramposo que nos engaña para hacernos ver lo que no es. Pero, en ese sentido, le supera Sánchez, ya que, al menos, Trump es más transparente.

Y ambos son desmedidos, desproporcionados, pues a Trump, con su afán de gobernar el mundo, como si estuviera dirigiendo su empresa particular, le importan un bledo las vidas y sufrimientos de los que considera sus enemigos; su afán por los minerales de las tierras raras de Ucrania, son otro claro ejemplo. Y Sánchez, igualmente, carece de términos, como vimos con su ‘retiro fake’ de cinco días, hace un año, para recapacitar sobre su futuro, dados los ataques judiciales a su esposa (los ataques a los independentistas los veía y ve ‘correctos’); y ahora, tras el apagón eléctrico, sigue sin descartar la opción del ciberataque, para ‘justificar’ su desmesurado incremento en defensa militar, y no reconocer la responsabilidad de su gobierno en la empresa Red Eléctrica Española.

Así, vemos que Trump, dentro de su imprevisibilidad, es directo, y va al grano, saltándose toda ética, moralidad y política, si quiere Groenlandia, no parará hasta conseguirla. Por su parte, Sánchez ‘intenta’ ejercer del dios Jano, en la mitología romana; un dios con dos caras, bifronte, una cara mirando al pasado y otra al futuro, es decir, Sánchez dice blanco y después hace lo que le place en cada momento, y ocultándolo, si no le conviene que se sepa. Pero ambos políticos, patológicamente narcisistas, egocéntricos, y con una desmesurada ambición por el poder; y ambos abusan de los débiles y se someten a los más fuertes.

En la campaña electoral para la primera presidencia de Trump, se constató que el gobierno de Vladimir Putin interrumpió en las redes, para desinformar y tergiversar noticias, contra Hillary Clinton y a favor de Trump.

Marc Marginedas, corresponsal de guerra y reportero en Moscú, el pasado mes de marzo publicó su libro titulado ‘Rusia contra el mundo, más de dos décadas de terrorismo de estado, secuestros, mafia y propaganda’ (editorial Península) en el que señala que:

‘Rusia siempre se cobra los favores (…) pues se trata de un estado mafia (…) el número dos del régimen de Putin lo explicitó al señalar que Trump había llegado al poder -en su primer mandato en 2016- a partir de ‘ciertas fuerzas’ y eso le obligará a devolver favores (…) por eso, según Marginedas, está claro que Trump, con Putin, está actuando en contra de los intereses nacionales de los Estados Unidos (…) y Marginedas también mira hacia España, y pone en evidencia a diferentes ‘personales curiosamente comprensivos con Putin’ y señala a García Margallo, a Pablo Iglesias, al escritor Arturo Pérez-Reverte y al pintor Augusto Ferrer-Dalmau’ (sobre cada uno de ellos expone sus razones, que, en este escrito no vienen al caso, y lo alargarían en exceso), pero en todos ellos, el autor señala un deseo de propaganda de Rusia, y para ello no dudan en ‘alimentar muy bien el ego de sus interlocutores (…) y repite, ‘siempre se cobra los favores’’

(https://cronicaglobal.elespañol.com)

Por su parte, Pedro Sánchez, también por su narcisismo exacerbado, no duda en aprovechar todas las crisis: la represión independentista (desde el 2017); el Covid-19 (2020); las explosiones de los volcanes de Santa Cruz de Tenerife (2020) y La Palma (2022); la invasión rusa de Ucrania (2022); la traición al pueblo saharaui (2024) como ‘pago’ a Marruecos tras el espionaje telefónico; la inundación de la DANA en tierras valencianas; y ahora, el apagón eléctrico del lunes 28 de marzo pasado. En todos esos casos, Sánchez ha utilizado la situación, para ‘manipular’ los sentimientos de la ciudadanía, y llevar el agua a su molino particular, ya sea para ‘mejorar’ su imagen de estadista y de salvador de la patria, si bien, ocultando o tergiversando la información, para no desmontar su ‘relato’, y, en paralelo, ir tirando la legislatura y perpetuándose en el poder.

Puede parecer que estoy haciendo un ‘totum revolutum’, un revoltijo injustificado, pero, a mi modo de ver, en el tratamiento de todos ellos hay un cierto común denominador, que no es otro que el de buscar su beneficio personal y ocultar sapos que les desagradan, como la incompetencia de su gobierno y/o respaldar implícitamente determinadas medidas (como el mayor gasto en armamento), o esconder la traición al pueblo saharaui (para, por lo que parece, ocultar el contenido espiado de su teléfono por parte de Marruecos; otra muestra de fortaleza con los débiles).

Y tanto Trump como Sánchez, tienen sus límites. 

Por ejemplo, Trump, que hasta el 2020 se declaraba de religión presbiteriana (luterana), desde ese año se proclama cristiano no ‘denominacional’, es decir, que se identifica con la fe cristiana, sin alinearse con ninguna denominación cristiana específica (bautista, católica, metodista, etc.), Por eso, no ha tenido ningún problema, ni respeto, en mostrarse en la fotografía como el Papa católico y, en paralelo, apoyar al cardenal estadounidense Raymond Burke, un trumpista manifiesto.

Y eso, como he dicho, es un ejemplo de hacerse el fuerte con los débiles, pero sería incapaz, creo, de vestirse y hacer esa broma con el quinto y actual gran califa islámico, (Abu Hafs al-Hashimi al-Qurashi, nombrado en 2023), o con Mahoma. 

Y esa es la diferencia con los demócratas del semanario satírico francés Charlie Hebdo, atacado en diferentes ocasiones, siendo el más trágico el atentado del 15 de enero del 2015. Pero, claro, Trump está y se siente súper acorazado y, en uno de sus delirios, podría hacer lo que fuere, ya hizo con el desgraciado vídeo mostrándose con Elon Musk en Gaza.

Por todo lo expuesto, y siguiendo la línea del mencionado Charlie Hebdo, en el presento escrito he planteado las comparaciones de Trump con Calígula y Sánchez, con Nerón, y que cada lector juegue a encontrar similitudes (salvando las lógicas distancias):

Calígula, Gaius Iulius Caesar Augustus Germanicus (12 – 41). Según estudios actuales, padecía encefalitis o epilepsia, y su personalidad fue consecuencia del ambiente inestable de su infancia y adolescencia. Entre sus excentricidades, ordenó asesinar a diversos miembros de su propia familia, senadores, políticos aliados; concedió el cargo de cónsul a su caballo Incitatus y mandó esculpir su cabeza en todas las estatuas de divinidades de Roma, ya que se consideraba, a sí mismo, un dios. Los historiadores Fabius Rusticus, Marcus Cluvius Rufus, Gaius Suetononius Tranquillus, Lucius Claudius Cassius Dio Cocceianus y Gaius Publi Cornelius Tacitus señalaron su gobierno como confuso, y presentan a Calígula como una caricatura, como un megalómano loco que se sirve de los caprichos y de la crueldad y no como una persona real. 

Nerón, Nero Claudius Caesar Augustus Germanicus, nacido Lucius Domitius Ahenobarbus (37 – 68). Diplomática y militarmente tuco éxito contra el imperio de los Partos, la represión del levantamiento de los británicos. Su reinado se asocia a la tiranía y la extravagancia, por sus ejecuciones sistemáticas (incluida su propia madre y hermanastro), implacable perseguidor de los cristianos a los que acusó de quemar Roma (los historiadores actuales no consideran probable que Nerón fuera el causante del incendio; pero éste, rápidamente acusó a los cristianos, sin fundamento), mientras él tocaba la lira. Pocas de las fuentes antiguas lo describen de manera favorable, pero señalan su enorme popularidad entre el pueblo romano por la proliferación de actos populistas, como las carreras de cuadrigas (…) si bien la población pasaba una época de hambre. La crisis se acentuó y corrió el rumor de que Nerón había huido a Egipto, pero estaba escondido y, cuando lo descubrieron, se suicidó, popularmente, tras citar la frase: ‘¡qué gran artista muere conmigo! Según los historiadores mencionados, Nerón no estaba loco, era simplemente narcisista, codicioso, deshonesto, sanguinario y cruel.