Ayer visitamos una exposición sobre la escritora Carmen Laforet Díaz (1921 – 2004), que obtuvo el Premio Nadal de novela el año 1944, por su obra ‘Nada’; y hoy, casualmente, los jóvenes que han empezado las pruebas de acceso a la universidad, entre los textos a elegir para comentar, había, precisamente, un fragmento de la citada novela.
Esa novela primeriza de la autora, ‘fotografía’ la vida cotidiana de una joven llegada a Barcelona, después de haber ‘triunfado’ la insurrección franquista (que no guerra civil), para estudiar en la universidad, instalándose, a tal fin, en casa de su abuela y de sus tíos.
Me pareció interesante recordar que, Laforet, durante los últimos años de su vida, dejó de escribir, pues, como ella misma dijo, padecía de grafofóbia, pero, posteriormente se afinó el diagnóstico, y se consideró que la culpa era la afasia de Mesulam, una enfermedad degenerativa poco frecuente, que se caracteriza por un deterioro gradual del lenguaje, manteniéndose relativamente preservadas el resto de las funciones cognitivas, instrumentales o conductuales.
Y para una escritora, esa fue la peor condena, pues le imposibilitó a seguir con su mejor forma de expresión.
Es sabido que, como describió Lev Semeónovitx Vigotsky (1896 – 1934), hay una estrecha relación entre el pensamiento y el lenguaje. Unos investigadores primaron el pensamiento como determinante del lenguaje; mientras que otros consideraron la causa / efecto, justo al revés, como Jean William Fritz Piaget (1896 – 1980), que consideró que el pensamiento no transforma el pensamiento, sino en la medida en que éste se encuentra apto para dejarse transformar.
Una vez efectuada esta introducción epistemológica, me parece interesante aterrizar el tema, a la realidad política de nuestro entorno.
Así, vemos que Pedro Sánchez (PSOE) y Alberto Núñez Feijóo (PP), mantienen unos discursos centrados en la dicotomía: o yo, o el caos.
No es un ejercicio de polarización, ya que ninguno de ellos representa los polos opuestos, ambos disputan un amplio centro, socialdemócrata; y, en ese supuesto centro, efectivamente, uno representa la derecha y el otro la izquierda. Pero ambos defendiendo el actual statu quo: unidad de España, defensa de la monarquía, centralización y unificación (incluyendo la lengua)
Esa artificial escenificación de dos únicos bloques, refleja un total desprecio de los otros partidos políticos y, obviamente, de los diferentes partidos nacionalistas (catalán, vasco y gallego). Y ese artificio mental, premeditado, pretende efectuar de agujero negro, para absorber a los partidos que no son los suyos, claro, para potenciar a sus respectivos partidos / empresas, y, en definitiva, a sus egos.
Y esa estrategia del PP / PSOE, refleja, asimismo, una clara distorsión cognitiva de sus respectivos líderes, que son los que determinan a sus partidos / empresas.
Aquí también podríamos discutir si los partidos determinan al líder, o es al revés. Pero, dado el carácter presidencialista y autoritario de estos líderes, los partidos (salvo algunos de los pequeños, que son asamblearios; y aún, pues sería muy discutible, dada la influencia de los líderes), me parece claro que es el líder el que determina y configura el partido a su gusto y manera, buscando clónicos que no le discutan nada, y se limiten a adularle.
Hay diferentes tipos de distorsiones cognitivas: el pensamiento dicotómico; la sobregeneralización; el filtrado mental; la descalificación; inferencia arbitraria; magnificación y/o minimización; razonamiento emocional; los ‘deberías’; etc.
‘El pensamiento dicotómico, también conocido como pensamiento polarizado, es aquella forma de pensar en la que solo se contemplan dos alternativas que son totalmente opuestas y excluyentes entre sí. Habitualmente se conoce también como pensar en todo o en nada, en blanco o negro’.
‘El pensamiento todo o nada, o pensamiento dicotómico, consiste en ver las cosas que nos pasan en extremos y de forma rígida. Este pensamiento para cuando: alguien nos molesta y pensamos que todo el mundo me quiere molestar (…) todo ha salido mal’
(https://psicarlosmorales.com)
‘El pensamiento dicotómico refleja que el sujeto está en una realidad que presenta una distorsión. Esto no implica, necesariamente, sufrir de ninguna patología, pues es un fenómeno que todas las personas han experimentado en alguna ocasión, pero algunas lo harán con mayor frecuencia que otras.
(…)
Los sujetos que tienden a caer en esta forma de ver el mundo, suelen tener una características en común: una forma de ser autoritaria (…) que les hace contemplar únicamente dos alternativas a la hora de realizar planteamientos: o todo o nada.
(…)
Si considerar que, generalmente, la vida nos ofrece toda una gama de matices que estas personas, sencillamente, no contemplan.
(…)
Obviamente, el uso del pensamiento dicotómico tiene una serie de consecuencias. La propia simplificación de la realidad ya es una de ellas, pues la persona que utiliza este tipo de pensamiento está obviando todo un abanico de posibilidades de pensamiento y de acción, que le están limitando en su proceder, pues solo contempla dos posibles opciones, aunque existan muchas más.
Otro de los problemas del pensamiento polarizado es que se puede tender a caer en diferentes sesgos, pues la persona opta por un modo de razonar más sencillo, que implica un menor uso de recursos (de ahí la simplificación de la realidad). Al valerse de esos sesgos de pensamiento, el sujeto obvia una información que puede ser muy valiosa.
(…)
Los individuos que tienden a valerse del pensamiento dicotómico, no suelen replantearse sus afirmaciones, por lo que, aún cuando están equivocados, es complicado que den su brazo a torcer, variando su planteamiento. Por el contrario, se mantendrán firmes en su posición categórica.
(…)
Otros autores, como el psicólogo japonés Atsushi Oshio, van más allá de la personalidad autoritaria, y plantea que los sujetos que suelen razonar mediante un pensamiento dicotómico, suelen puntualizar alto en las escalas de narcisismo, pero, a la vez, muestran un bajo índice de autoestima.
No solo eso. Otras características de la personalidad de estas personas serían la necesidad de tener el control, una búsqueda del perfeccionamiento y una baja tolerancia a las situaciones de ambigüedad. También son radicales en su pensamiento, rechazando las opciones contrarias a las de su preferencia, pues únicamente contemplan su opción y la opuesta, sin posibilidades intermedias (…)’
(https://psicologiaymente.com)
Es verdad que muchos tendemos a ver las cosas y las situaciones de forma dicotómica, de blancos y negros, sin valorar que, en todo caso, son situaciones puntuales de un continuo.
Y muchos aplicamos, asimismo, otras distorsiones cognitivas de las citadas, como la sobregeneralización, basándonos en un simple hecho, para descalificar o potenciar el todo; el filtrado mental, pues ponemos la atención en determinado contexto, y definimos toda la experiencia a partir de ese detalle; magnificar los errores ajenos y minimizar sus éxitos; y ‘los deberías’: ‘debería…’, tendría que…’; la etiquetación, estéreo-tipificación; etc.
Así, nuestros esquemas mentales, a menudo, son disfuncionales, a causa de los sesgos de esas distorsiones cognitivas. Y actuamos de forma rígida, sin contemplar toda la gama de colores que tiene la paleta de la vida.
Y esa forma de proceder, a menudo, no la reconoceremos como disfuncional, pues consideramos que la información que tenemos, nos avala. Pero, claro, esa misma información ya nos viene sesgada.
Efectivamente, como sujetos individuales tenemos mucho trabajo, para intentar ser mínimamente objetivos.
Pero, obviamente, nosotros, individualmente, no somos importantes. Ahora bien, los líderes de los partidos, sí que lo son, y por eso están obligados a actuar de forma ética y moral, a informar a sus potenciales votantes, transmitiéndonos una visión completa y exacta de cada problema.
No podemos aceptar que personajes como Pedro Sánchez (PSOE), consideren que ‘o ellos o vuelve el fascismo’, cuando, en realidad, pasadas las elecciones, se desvivirá para buscar el voto favorable de todos los partidos nacionalistas periféricos, y de Podemos / Sumar, etc., para su posible investidura.
Ni tampoco podemos aceptar personajes como Alberto Núñez Feijóo (PP), que considera ‘España o Pedro Sánchez’, es decir, considerando como antiespaña a lo que no son ellos.
Y tampoco como Oriol Junqueras (ERC), que, en lugar de reconocer los errores de su estrategia pactista, consideran que la abstención que les ha castigado, es culpa de la deficiente información y explicación de sus gestiones.
Ni como Jordi Turull (JUNTS), que sólo piensa en desbancar a ERC del mayor número de cargos electos, para ocuparlos ellos.
Por todo ello, me parece que deberíamos efectuar un mínimo análisis retrospectivo para garantizar un pensamiento prospectivo que nos llene y satisfaga.
Y en esa prospectiva, lógicamente, debería tener cabida la de acabar votando estratégicamente, no como mal menor, si no, por su utilidad directa o indirecta; igualmente si decidimos votar nulo, blanco, o abstenernos.
Sea la decisión que sea, debería ser el resultado de nuestra libre decisión, debidamente fundada y fruto de nuestro propio análisis, no por los discursos interesados, subjetivos y distorsionados de los líderes de los partidos que actúan de forma sesgada y dicotómicamente.