‘El dulce no saber nada’ (dolce non sapere nulla), complementado con el ‘dulce no hacer nada’ (dolce far niente), nos caracteriza a muchas personas en plenas vacaciones (y no sólo en ese período); pero, como somos simples microbios, la vida continúa, como es comprensible, pues las guerras no paran; miles y miles de personas mueren por carencias extremas, o sobreviven, que es peor; la casta política sigue a lo suyo; en definitiva, todo sigue igual, aunque nos desconectemos, en mayor o menor medida, y los medios de comunicación los olviden, como intento explicar en este escrito.
Así, estos días hemos visto que todos los problemas que dejamos siguen igual o peor, ya que:
1 –
El genocidio cultural continúa incesante, como expuso Andreu Barnils, en su entrevista a Ross Perlin, lingüista que ha estudiado las lenguas que se hablan en New York, y autor de ‘Ciudad lengua. La lucha por preservar en New York las lenguas maternas en peligro’ (Penguin, 2024), que resalta que el ‘lenape’, la lengua original en esa ciudad, actualmente, sólo tiene un hablante nativo, y unos pocos revitalizadores. Y señala que el peligro de la diversidad lingüística en NY proviene del inglés y del castellano, que actúan como lenguas asesinas de la diversidad, al ser lenguas dominantes impuestas con el soporte de los gobiernos mediante la educación, las editoriales, el entretenimiento, etc.
Asimismo, apunta que, en esa ciudad, están censadas 3000 hablantes del catalán, como el idix, el seke, el wahi y el nko, entre las más de 700 lenguas que se hablan en NY (aproximadamente, el 10% del total mundial). Perlin señala que las lenguas no mueren de manera natural, sino que son perseguidas hasta su extinción, pues las lenguas en si, no tienen personalidad, se trata de los hablantes con poder y las instituciones, y, especialmente, los estados nación, que las impulsan y excluyen a las minoritarias. Por lo que es preciso hacer entender a sus hablantes, el papel que pueden jugar sus lenguas.
Perlín, que es traductor del chino al inglés, apunta que en China pasa lo mismo, pues el mandarín standard se expande a costa de los centenares de lenguas minoritarias en ese país, ya que ha adoptado el modelo de los estados nacionales europeos. Y entre ellos, Francia, un modelo poderoso del siglo XIX que promovió una sola identidad nacional mediante la educación lingüística, un estado nación que únicamente ha promocionado una lengua.
El patrón es que el abuelo llega, y no habla inglés; el hijo nacido en el nuevo país es bilingüe; y el nieto ya no habla la lengua familiar. Y ese proceso clásico, se ha acelerado en la actualidad.
Y eso mismo pasa con el catalán, el vasco, el galés, el maorí, etc., pues si en Catalunya hay áreas en las que el castellano ya es dominante, eso es un gran motivo de preocupación. La idea que en ciertos ámbitos de la vida: el entretenimiento, internet, la escuela o la religión son elementos que hacen retroceder las lenguas minoritarias, y eso es dramático.
Perlin señala que, gracias a los revitalizadores, se dan situaciones de lenguas han podido volver después de no ser habladas durante un siglo o dos; por ejemplo, el wampanoah y la lengua de Miami, se están recuperando gracias a la tecnología, buenos libros, diccionarios, pero todo eso no es suficiente, si no hay personas realmente interesadas.
Se necesita un espacio físico donde se pueda vivir íntegramente en la lengua minoritaria, pero la política siempre persigue la revitalización lingüística, como responsable de la creación del entorno político.
(Vilaweb, 14 de julio)
Es evidente que en Catalunya tenemos un gran problema con nuestra lengua, pues el reino español nunca, y nunca es nunca, ha defendido y apoyado el catalán, al contrario, la ha atacado desde 1714, y sigue haciéndolo, ante nuestra pasividad, que cambiamos inmediatamente al castellano, por ‘cortesía’ mal entendida hacia los inmigrantes acomodaticios, que funcionan plena y satisfactoriamente con el castellano, en ese juego de exterminio, olvidando el genocidio cultural en sus países de origen, pero les es igual, claro.
Pero nuestro problema no sólo lo tenemos con los inmigrantes, sino que también con los catalanes de muchas generaciones, descendientes y mantenedores, mentalmente, de los vencedores de 1714 y de los franquistas. Por eso precisamos la independencia, y los que no se sientan a gusto, que emigren. No hay otra alternativa. Y esto deberían tenerlo claro los líderes de ERC antes de bajarse los pantalones o las faldas, y hacer presidente de la Generalitat a Salvador Illa, representante local de la represión y del 155; pues, en ese caso, serán corresponsables de la represión en toda su extensión: judicial, policial, política, económica, etc.
2 –
Otro nefasto ‘acontecimiento’ de estos días fue el futbolístico, con la ducha de españolidad por la victoria de la ‘roja’. Y sobre el particular, me parece del máximo interés hacer referencia a un artículo de Pere Antoni Pons, titulado ‘L’Espanya plural segons la Roja: segrestos i patrimonialitzacions’ (La España plural según la Roja: secuestros y patrimonializaciones); en ese artículo, el autor apunta que:
‘Las identidades nacionales son una mezcla de memoria y de imaginación, es decir, se heredan, pero también se construyen. La identidad castellano-española precede la construcción del estado-nación español, pero la construcción del estado-nación español culmina la identidad castellano-española.
Durante el siglo XIX, el estado-nación castellano-español se concibió y articuló (desde el punto de vista simbólico, ideológico, de adhesión emocional y de autopercepción comunitaria) a partir de tres guerras: la del francés a principios de siglo, la de Marruecos a mitad de siglo, la de Cuba a finales de siglo (…) ya que la guerra, las guerras, es lo que permiten configurar al personal, cohesionarlo entorno a una causa, a favor de un colectivo (nacionalmente muy marcado: una bandera, unos símbolos, una lengua, un pasado, o proyecto de futuro) y en contra de otros colectivos.
Actualmente en Europa occidental no tenemos (por suerte) guerras. Pero tenemos el fútbol. Que es el deporte de masas por excelencia y, por lo tanto, la máquina más eficiente para crear identidad nacional: es decir, para hacer que los ciudadanos de un territorio se unan entorno de una causa, de unos símbolos, de unos objetivos, de una épica… Cuando no hay fútbol en su máximo apogeo patriótico, es decir, cuando no hay competiciones deportivas de selecciones, como ahora la Eurocopa, la principal máquina de expandir y de fabricar identidad castellano-española en España es el odio a los enemigos internos: vascos, y sobretodo catalanes. Cuando juega la Roja, en cambio, la fabricación y la expedición de identidad puede ser más neta: propagandísticamente igual de brutal que en tiempos de guerra, pero aparentemente, más inofensiva y noble.
(…)
La izquierda española, experta en malabarismos, se pasa la vida diciendo que el nacionalismo es muy malo, que es preciso ser internacionalista y cosmopolita, que las identidades nacionales son reliquias rancias del pasado, y todo esto mientras, a la vez, refuerza siempre, de una manera más o menos implícita o explícita, sutil o frontal, disimulada o directa, unas políticas identidarias que hegemonicen la castellano-españolidad y que van en detrimento de las otras identidades nacionales del estado.
Gracias al éxito futbolístico de la Roja (…) hemos podido ver como esta izquierda española dejaba de disimilar: han celebrado el triunfo con una efusividad, un fanatismo y un despliegue de colores rojigualdos perfectamente equiparables a los de cualquier Manolo el del Bombo de la derecha más carca.
(…)
Y esa izquierda española no ha dejado de disimular. Han continuado disimulando con una dosis extra de cinismo: porque, mientras enarbolaban la bandera monárquica y aplaudían y gritaban los goles españoles a unísono con Felipe VI y todos sus súbditos leales y orgullosos, muchos izquierdistas españoles se llenaron la boca diciendo y repitiendo que la victoria de la Selección es una victoria, atención, de la España plural (porque había catalanes, vascos, andaluces…), multirracial y multicultural (porque había jugadores de origen inmigrante), obrerista (porque algunos de ellos han crecido en barrios populares a menudo dejados de la mano de Dios por ayuntamientos supuestamente progresistas)…
Todo esto, pero, sólo es propaganda, argumentos retorcidos que la izquierda española tiene la necesidad de inventar para justificar o poder permitirse su nacionalismo desbocado. En realidad, la victoria de la selección es una victoria del nacionalismo español clásico, que siempre y en cualquier circunstancia instrumentaliza todo lo que tiene a mano para perpetuar una idea centralista y castellana de España. Además, son unos argumentos, los que han propagado los izquierdistas españolistas que, lejos de disfrazar su nacionalismo depredador, lo ponían todavía más en evidencia. Celebran la diversidad, pero sólo si juega con -si va a favor, si refuerza- España, si representa sus colores, su himno, su idioma. Si realmente España se reconociera en su diversidad, haría décadas que, igual que el Reino Unido, permitiría que las selecciones catalana y vasca, entre otras, fuesen oficiales. Pero no, el españolismo de izquierdas, igual que las derechas, sólo tolera la diversidad si la puede utilizar al servicio de una idea castellana, centralista, uniformatizadora e identitariamente autoritaria y jerárquica de España y de la españolidad (…)’
(Octuvre, 15 de julio)
Que el corrupto reino español ha sido, es y será siempre así, los catalanes lo sabemos y lo sufrimos.
Pero lo grave es que gran parte de los catalanes, incluso muchos ‘independentistas’ vibrasen, disfrutasen y se sintieran orgullosos con la Roja, y lo justificasen y justifican con argumentos banales, diciendo que el deporte y la política son ámbitos diferenciados, es denigrante.
Así, con conciudadanos catalanes (de varias generaciones o de recién llegados) con una mentalidad tan simplona, que no ven y no quieren ver, que, para el estado español, todo forma parte de su guerra de dominio, de control y de aniquilación, realmente, tendremos muy difícil independizarnos.
3 –
En estos días hemos tenido otros muchos ejemplos, como:
- el ‘atentado’ contra Donald Trump,
- la sentencia absolutoria del tribunal constitucional español a los líderes del PSOE (Manuel Chaves, José Antonio Griñán, etc.) imputados por el caso de los expedientes de regulación de empleo andaluces, el mayor caso de corrupción española, desde el franquismo, (679 millones de euros en el período 2000 – 2009)
- la continuidad del golpe de estado judicial, al incumplir la ley de la amnistía a los líderes independentistas, pero … curiosamente, si aplicada a gran cantidad de policías que se olvidaron de sus obligaciones de proteger a la ciudadanía, y, en caso contrario, agredirlos. Y, encima, pedir que se aplique a Paz Esteban, exdirectora del centro nacional de inteligencia, aunque no esté contemplado el supuesto de las escuchas telefónicas a líderes independentistas, con el sistema Pegasus.
- la audiencia de Madrid denegó la Comisión Rogatoria Internacional solicitada por la magistrada de Andorra, para poder seguir adelante con la investigación contra el gobierno del PP de Mariano Rajoy, y de sus ministros, Cristóbal Montoro, Jorge Fernández Díaz, y cuatro excargos de la policía patriótica.
- por no hablar del desgraciado y denigrante papel que está haciendo la cúpula de ERC, ‘gestionando’ los carteles de ‘falsa bandera’ contra los hermanos Maragall
- Etc.
Todo es vergonzoso, seguimos prisioneros del estado español, un corrupto estado que, cínicamente, presenta la cara, aparentemente magnánima, de Pedro Sánchez, pero que, en realidad, no es más de lo mismo, pues ese tahúr sí que cobra sus acciones por anticipado: consiguió la presidencia del congreso, a cambio de ‘apoyar’ infructuosamente el catalán en las instituciones europeas; consiguió la presidencia del gobierno, a cambio de una ley de amnistía que, en lugar de ser breve y clara: amnistiando a todos los independentistas implicados en cualquiera de sus actuaciones; decidió complicarla con todo tipo de limitaciones y puertas abiertas para que los ‘jueces’ tengan las manos libres para jugar con sus interpretaciones ultraderechistas, neofranquistas.
Y lo triste es que nuestros líderes independentistas, y muchos conciudadanos, celebrasen cada uno de esos pactos, como grandes victorias, cuando, en realidad, vemos lo que son, meras trampas.
Y la desgracia final será ver al president Carles Puigdemont, detenido durante años, y Toni Comin y Lluís Puig exiliados de por vida, y, para colmo de los males, ver a Salvador Illa, presidiendo la Generalitat, ‘gracias’ a ERC, para acabar de pasar el rastrillo y difuminar las señas de identidad catalana que, escasamente todavía perduran; y todo a cambio de entrar en el ayuntamiento de Barcelona, entre otras vergüenzas.
Y todo esto pasa mientras estamos disfrutando (de por vida) del ‘dolce far niente’, y del ‘dolce non sapere nulla’ y continuamos haciendo folclóricas manifestaciones, de cada vez menos relevantes.
Este será nuestro desgraciado destino, con los mimbres que tenemos, si no cambiamos de actitud.