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Etimológicamente, el término ‘ambigüedad’ viene del latín ‘ambiguitas’, que puede entenderse de varias maneras. El prefijo ‘amb’ expresa: por uno y otro lado, por los dos lados; ‘agere’: mover, actuar y el sufijo ‘dad’ expresa cualidad.
Todos sabemos que estamos invadidos de mentiras, por lo que nuestra percepción es ambigua. No podemos discernir, con claridad, la información que nos sepulta.
El filósofo Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) escribió que ‘el hombre es un animal social que ha adquirido el compromiso moral de mentir gregariamente’.
Y esto no es nuevo, a lo largo de toda la historia vemos ejemplos de la ventaja de mentir:
Ya en la Biblia, en el libro de Judith, datado en los tiempos de los Macabeos (s. II a.C.) se cuenta la historia de una viuda hebrea, Judith, esposa de Manasés, en plena guerra de Israel contra el ejército asirio de Nabucodonosor, rey de Babilonia; y según esa narración, estando Judith en Betulia, sitiada por Holofernes, general asirio, y a punto de rendirse los hebreos, la bella Judith se presentó en el campamento invasor, y seduce a Holofernes, quien la invita a pasar la noche junto a él en su tienda. Una vez allí, Judith lo emborracha y, cuando cae dormido, lo decapita con su propia espada. Luego, abandona el campamento con la cabeza del invasor escondida. Los hebreos colgaron la cabeza en su muralla, provocando el temor entre los asirios, que fueron derrotados por los hebreos envalentonados.
Judith fue aclamada como una heroína por el pueblo y por el sumo sacerdote.
(fuente Wikipedia)
El filósofo Ludwig Josef Johann Wittgenstein (1889-1951), en su obra ‘Tractatus lógico-philosophicus’ (1921), escribió una cosa que nos parece de perogrullo: ‘existe una relación directa entre la realidad y el lenguaje que utilizamos para describirla’; y es así, entendiendo el lenguaje en toda su amplitud: verbal y no verbal.
Todos buscamos nuestro mayor confort, y para ello vivimos bajo el fenómeno de la ‘Ilusión de la verdad’, pues nuestro cerebro tiene tendencia a calificar como verdadero todo lo que nos resulta familiar.
En ese sentido, el nazi Joseph Goebbels (1897-1945), ministro de ilustración pública y propaganda del tercer Reich, impuso su idea de que: ‘repetir una mentira con frecuencia y se convertirá en una verdad’.
A ese mismo personaje se le atribuye la siguiente leyenda urbana, que ya cité en un escrito del año anterior:
‘Goebbels está intentando explicarle a Hitler una campaña que van a poner en marcha por toda Alemania, consistente en empapelar las calles con carteles donde se ve a una persona montando en bicicleta. Debajo de esa persona, el cartel muestra una única frase: ‘La culpa de los males de Alemania la tienen los judíos y los ciclistas’.
¿Por qué los ciclistas?, pregunta Hitler extrañado.
Esa es, exactamente, la pregunta que quiero que todos se hagan al ver el cartel, responde Goebbels’.
Es decir, introducir un cebo en la frase, hace que nuestro pensamiento caiga en la trampa, y asuma, de forma acrítica e inconscientemente, que los judíos sí que eran culpables.
La politóloga Hannah Arendt (1906-1975) reprodujo ese chiste, que circuló desde 1918, en su obra ‘Los orígenes del totalitarismo’ (1951). Explicando que mientras que unos se preguntan ¿por qué los ciclistas?, otros se preguntan ¿por qué los judíos?
El ministro de exteriores polaco, Witold Waszczykowiski, imitando ese chiste de Goebbels, dijo, en enero del 2016, que su objetivo era acabar con la degenerada Europa de ‘vegetarianos y ciclistas’ (siguiendo una novela utópica de Adam Seaborn, en la que habla de un lugar habitado por vegetarianos, abstemios y demócratas)
En fin, todos sabemos que los valores, los significados, la paternidad de las narrativas, la incoherencia y la inautenticidad (skotos y skotia), en definitiva, cualquier problema o tema, no deben tomarse como si se tratase de una fotografía fija, debemos contemplar toda la película, para conocer los elementos diacrónicos y sincrónicos, que los determinan.
Para centrar toda esta filosofía, me parece de interés retomar, a modo de ejemplo, el tema de mi escrito de ayer sobre la nostalgia del franquismo en este reino español que es nuestra prisión.
Pues bien, siguiendo con este tema, los demócratas ayer pudimos leer el nuevo ridículo del alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, que, para justificar su exaltación al militar franquista José Millán-Astray, comparó su figura con la del president de la Generalitat, Lluís Companys (1882-ejecutado en 1940), expresando que en Catalunya se ‘reivindica a Lluís Companys, y cada año se le hace un homenaje, habiendo sido condenado por dar un golpe de estado en el año 1934’ (en referencia a los hechos del seis de octubre, en los que Companys proclamó l’Estat Català, dentro de la República Federal Española). Y Almeida, añadió: ‘no se puede ni mencionar el nombre de una calle (en alusión a la de Millán-Astray), pero si emitir sellos con el Partido Comunista, negociar con Otegi o que se pueda reivindicar a Companys o Largo Caballero’.
Por eso, me pareció muy interesante leer, justo ayer, unas declaraciones de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, diciendo que España mantiene el franquismo: ‘a pesar de los cambios de los últimos años en España, al pacto de la Moncloa, y al avance de la democracia, mantienen el franquismo sin Franco’.
López Obrador comentó, asimismo, una encuesta de popularidad de los dirigentes mundiales, en la que Pedro Sánchez sólo obtuvo el 33% de aceptación como dirigente mundial, ‘no puedo decir cómo es la oposición allá, pero ya os podéis imaginar’, afirmó.
Es preciso recordar que López Obrador, en enero del 2021, con motivo de los 500 años de la llegada de Hernán Cortés y la caída de Tenochtitlan, envió una carta a Felipe VI reclamando que ‘el estado español admita su responsabilidad histórica por las ofensas cometidas durante la conquista y ofrezca las disculpas y compensaciones políticas que convengan’.
En ese escrito, el presidente mexicano recordó que ‘la incursión encabezada por Cortés (…) fue tremendamente violenta, dolorosa y transgresora (…) mediante innumerables crímenes y atropellos’.
Pero la corona española, el rey y todo el estado, siguen inmutables, como demostró el infumable Felipe VI el pasado mes de agosto, en la toma de posesión del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, al no levantarse al paso de la espada de Simón Bolívar, una reliquia de la libertad.
Realmente, nos pueden vender la moto como quieran, y algunos seguirán preguntando ¿por qué los ciclistas?, pocos se preguntan ¿por qué los judíos?, es decir, ¿por qué no tenemos una verdadera democracia?
Ayer, a última hora, tuvimos otro ejemplo en esa línea, que muestra la complejidad provocada por los políticos, para mantener su propia paternidad del relato.
Pedro Sánchez, en una cadena pública (la Sexta), y ante un periodista nada objetivo y claramente nacionalista español (Antonio García Ferreras), anunció que su gobierno (él) había tomado la decisión de derogar el delito de sedición, por el cuál fueron sentenciados nuestros líderes independentistas.
Es preciso recordar que el 25 de octubre, la secretaria general del Consejo de Europa, recordó en un documento muy contundente que la resolución 2381 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo, instaba al estado español a reformar el código penal, concretamente los delitos de rebelión y sedición (artículos del código penal de 1822).
Y ahora, Sánchez anuncia que el delito de sedición será derogado, y sustituido por un ‘delito de desórdenes públicos graves’, recordando, seguidamente, que, independientemente de la reforma, el president de la Generalitat Carles Puigdemont deberá rendir cuentas delante de la justicia española, pues los delitos que cometió se recogen como ‘desórdenes públicos graves’.
Tras esa declaración, todos hemos quedado descolocados, por la ingente cantidad de mentiras, pues Pedro Sánchez, hasta anteayer, mantenía su mantra de que no había mayoría en el congreso para modificar ese tema. Pero, ahora, que le interesa el voto de ERC a sus presupuestos del 2023, rápidamente ‘se ha dado cuenta’ de que sí que tiene esa mayoría.
Seguidamente, todos los partidos y líderes han tenido sus minutos de gloria, alabando o criticando esa noticia, según sus propios intereses:
Unos asumiendo la paternidad de la narrativa: el PSOE, Comunes/Podemos y, como no, ERC. Cada uno de ellos tirando hacia su propio corral, para potenciar su imagen de ‘líder’ ante su respectiva parroquia.
Otros criticando la medida: PP, Ciudadanos, Vox, anunciando todos los males del Apocalipsis, por esa traición a España,
Todo es bastante asqueroso. Todos se mueven por intereses personales y partidistas.
Y lo más grave, es que ERC, en particular Pere Aragonès, esté satisfecho de ‘ese gran avance’, pues, de ese modo, con el nuevo artículo, la pena máxima de prisión será de 5 años, un tercio del actual.
Una medida que elimine la sedición, pero endurezca la pena por desórdenes, así que cualquier manifestación correrá el riesgo de ser castigada, no es más que una forma de perpetuar la represión, aumentándola, si cabe.
Y como ha dicho Patxi López, portavoz del PSOE, lo que se busca es ‘superar la incompatibilidad del delito de sedición respecto a las jurisprudencias de otros países, así que con el nuevo delito, se eliminarán esas incompatibilidades, se podrán extraditar a los políticos fugados, pues se acabarán los santuarios exteriores’.
En esa misma línea, lógicamente, se ha manifestado el nefasto Salvador Illa (PSC/PSOE).
Por eso, ya no entiendo nada, ni quiero entenderlo. Esa ambigüedad buscada por todos los partidos me da nauseas.
Estoy totalmente de acuerdo con Carles Puigdemont, que ha dicho que Sánchez ‘cambia el nombre del delito, pero no lo deroga’, y espera a ‘leer muy bien la letra pequeña y la grande, porque Sánchez es un maestro en el arte de la engañifa’, y pone ejemplos como la ley mordaza o el catalán en Europa.
Y es así, Sánchez es un mentiroso compulsivo. Hasta hace unos días, consideraba que era imposible modificar ese tema, ahora, se ha puesto todas las medallas como modernizador del código penal, pero, sabemos, que ahora ese proyecto seguirá un largo camino en el congreso, con infinidad de enmiendas. Y, de cada vez se estará más próximo a las elecciones municipales, y después las generales, así que veremos en qué queda ese cambio, si realmente se produce. Pero, claro, ya habrá tenido gratis el apoyo de ERC a sus presupuestos.
Mientras que se siga castigando la realización de un referéndum, que no es ilegal, mientras se sigan poniendo penas de prisión (ya sean los 15 años actuales, o los 5 futuros), la situación no estará normalizada.
No queremos esa falsa ‘desjudicialización’, queremos que la mesa del diálogo trate sobre la amnistía y el derecho a decidir. Y PUNTO FINAL.
Estamos cansado de mentiras, de estrategias calculadas electoralmente. Queremos que dejen de culparnos a los independentistas, no queremos que nos engañen con cebos como el de los ciclistas de Goebbels.
Ahora, los ciclistas se han mutado en la falsa ‘derogación’ (derogación técnica, pero sustituida)
Muchos hemos asumido que la confrontación pacífica es el único camino, pues hemos superado el nivel de confort que representa la ilusión de verdad que nos quieren imponer.
Y sabemos que:
- ‘sólo soñando un horizonte lejano, sabemos lo lejos que podemos llegar’;
- ‘si puedes soñarlo, puedes lograrlo’ (Walt Disney),
- ‘el mundo necesita soñadores y el mundo necesita hacedores. Pero, sobre todo, el mundo necesita soñadores que hacen’ (Sarah Ban Breathnach),
- ‘sólo una cosa vuelve un sueño imposible, el miedo a fracasar’ (Paulo Coelho)