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Duelo de imagen

Martha Nava Argüelles
Imagogenia
@mar_naa

La política en Estados Unidos ha entrado en una fase interesante, donde tanto demócratas como republicanos enfrentan desafíos significativos en lo que respecta a su imagen pública. El presidente Joe Biden, del lado demócrata, está lidiando con problemas que afectan su percepción en la opinión pública ya lo hablábamos la semana pasada; y por su parte, el campo republicano, la figura dominante de Donald Trump que eclipsa a otros aspirantes presidenciales, está teniendo problemas legales sumamente fuertes y sin embargo, el empresario enfoca magistralmente la narrativa a su favor.

Los republicanos se enfrentan a una situación peculiar. Si bien el tema de la agenda tendría que ser la celebración de un segundo debate del partido entre siete de sus aspirantes, la atención mediática se concentra en Donald Trump y sus problemas legales. Y es que, un juez de Nueva York declaró a Trump y a dos de sus hijos responsables de fraude al señalar que proporcionaron estados financieros falsos durante aproximadamente una década, lo que generó un revuelo mediático por el morbo que genera el proceso legal que vive el ex presidente y empresario. Ciertamente, la atención estaba centrada en cómo reaccionaría el ex presidente ante esta problemática y no en el debate que se iba a llevar a cabo.

Y es que, no sólo es el hecho de que lo están culpando de fraude, Trump no se sabe quedar callado y por eso en general estaban esperando su declaración más inmediata sobre el tema, y no decepcionó: El expresidente reaccionó a la decisión judicial y afirmó en un comunicado que se trata de un ataque en su contra y aseguró que el juez está «cumpliendo las órdenes» de la fiscal Hames; y sostuvo que esto “es una refutación de mi condición como principal aspirante a ser presidente de Estados Unidos». Es decir, centró sus problemas legales en un «golpeteo político», y así propició que se le otorgara el reflector al hecho de que tiene aspiraciones presidenciales, no de que tiene problemas legales. Esta estrategia puede ser efectiva para mantener la atención de su base, que parece no estar interesada en sus problemas legales.

La ausencia de Trump en el debate republicano es reveladora. Pues no sólo habla de lo confiado que se siente el expresidente en su posición actual, sino que a diferencia de sus contrincantes de partido, la alta exposición mediática y su gran número de seguidores le permiten evitar debates que podrían exponerlo a las críticas y señalamientos, algo que debe evitar a toda costa en este momento. Mientras que los demás aspirantes republicanos deben competir por la atención de una audiencia que, siendo honestos, poco o nada les interesa un debate de este tipo, aunque necesitan el espacio para poder posicionar sus propuestas e imagen, aunque la audiencia sea poca.

Al final, tanto Biden como Trump enfrentan problemas de imagen. Pues aunque el empresario utilice a su favor su exposición mediática y su facilidad de palabra para mantener su influencia en el partido republicano, los problemas legales que enfrenta no son menores y pueden costarle la elección y hasta llevarlo a la cárcel. Mientras que Biden, tampoco la tiene fácil, pues luchar por recuperar su imagen estando en el poder y peor aún cuando enfrenta problemas de percepción por su edad y salud física y mental, puede ser un proceso delicado con muchas problemáticas de por medio; por lo que, de una u otra forma, tiene que demostrar que cuenta con la vitalidad necesaria, no sólo para ganar las elecciones, sino para administrar efectivamente durante otro mandato.