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Echar valones fuera. Culpar a los demás

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Considerarse siempre inocentes, abusar del ‘ha sido él’, es una conducta infantil, propia de personas incapaces de asumir responsabilidades y las consecuencias de sus propias acciones; es decir, es una conducta de una personalidad rígida, que se cree que está siempre en posesión de la verdad.

Tenemos múltiples y variados ejemplos de actitudes en ese sentido y, para no volver a referirme de nuevo a la masacre de Melilla, podemos verlo en los siguientes asesinatos efectuados ayer:

  • Hallados 46 muertos y 16 heridos en un camión de inmigrantes en San Antonio, Texas (EUA) a unos 200 kms. de la frontera con México. Unas personas que buscaban, desesperadamente, un mundo mejor en el que poder sobrevivir (igual que los africanos que querían pasar a Melilla)

Es cierto que los culpables últimos, son los mafiosos, las redes de tráfico humano, que roban y extorsionan a estos pobres desgraciados.

Pero es evidente que, en última instancia y prioritariamente, los culpables son los políticos, los grandes empresarios y consorcios económicos, en definitiva, el sistema en el que vivimos. Pero esa generalización no difumina la culpa, NO exculpa a los responsables, a las grandes fortunas ilegalmente obtenidas, a los políticos que aceptan los paraísos fiscales, la explotación del tercer mundo, a los que se excusan culpando a las mafias (como hizo Pedro Sánchez), etc.

  • El ataque con dos misiles a un centro comercial de Kremenchuk (Ucrania), por parte del ejército ruso; y que en ese momento hubiera miles de ciudadanos en ese centro, no frenó el ataque. Parece que Putin quiso mostrar su fuerza, en el momento de la cumbre del G-7.

El balance provisional de muertos es de 18, y 59 heridos; pero, cuando desescombren, si pueden hacerlo, encontrarán más fallecidos, como pasó en un ataque similar al teatro de Mariúpol, en el que se refugiaban unas 1200 personas.

Y siempre la responsabilidad está clara, y los muertos y heridos también.

Sabemos que nuestros mecanismos de defensa psicológicos hacen que un atentado, una desgracia tape a otra, y nos olvidemos de las precedentes.

Y conocemos, también, la hipocresía de los políticos (con contadas excepciones), pues hoy, Josep Borrell (alto representante de la UE para política exterior), ha mostrado nuevamente la suya, al manifestar que: ‘es evidente que ha habido un trato diferente hacia los refugiados de Ucrania que huyen de la guerra, conflicto en el que considera que Europa ha reaccionado rápidamente y con unidad’ (…) y ante  la voluntad de los estados europeos de aumentar el gasto en defensa, considera ‘que el incremento del gasto militar hay que hacerlo de forma más coordinada a nivel europeo, y reforzar la OTAN. Si los europeos son más fuertes, Europa será más fuerte, y la OTAN también será más fuerte’.

Está claro que todo se reduce al negocio armamentista, pues si esa ingente cantidad de dinero la destinaran a solucionar de verdad el hambre de muchas zonas, a invertir en los países de origen de los inmigrantes, y dirigieran sus esfuerzos para acabar con las dictaduras y señores de la guerra de esos países, el mundo sería más ‘vivible’ y se evitarían, en gran parte, esas emigraciones masivas.

Pero claro, el negocio es el negocio, y si la imagen de la OTAN estaba cayendo en picado, ahora, han conseguido dar un vuelco en la opinión pública. Si bien la carrera armamentística, como se ha comprobado históricamente, no ha sido la solución de ningún problema a medio y largo plazo (a corto, si, como podemos constatar), ahora, los ‘súbditos’ del primer mundo hemos asumido ese coste como necesario, aunque nos comporte un mayor déficit, cortes en sanidad, educación, etc.

Los historiadores objetivos (si realmente existen) constatarán los grandes errores y nefastos gobernantes que hemos tenido y tenemos.

Pero, claro, mientras tanto, la población desfavorecida, sufre y sufrirá.

Un ejemplo lo tenemos en el colectivo LGTBI, que es preciso recordar hoy, que se conmemora el Día del Orgullo (Gay Pride). Un colectivo perseguido históricamente, y que el 28 de junio de 1969, cuando tuvieron lugar los disturbios en el pub Stonewall (New York), motivados por la redada policial realizada en la madrugada de ese día en el citado pub, situado en Greenwich Village, provocando unos desórdenes que duraron días.

Ese momento fue la inflexión para la toma de conciencia de ese colectivo, decidiendo olvidar el sometimiento y dejar de sufrir la persecución legal y física. Y, consecuentemente, pasar a ser activos en defensa de sus derechos.

Pasados más de 50 años, a nivel popular y legal, en muchos países se ha avanzado bastante; pero no lo suficiente ni en muchísimos otros países y culturas.

Asimismo, estos días hemos visto que en los EUA se han retrocedido también 50 años, en los derechos sobre el aborto; por lo que siempre debemos seguir luchando.

Pero este ejemplo nos muestra que no podemos asumir las situaciones dadas, que debemos combatir democráticamente las injusticias en general, la homofóbica, la racista, la explotación económica, la represión del independentismo catalán y de otros muchos colectivos, etc.

Es obvio que toda acción amoral, requiere una reacción; en caso contrario, los poderosos de siempre se verán reforzados.

Es decir, deberemos hacer que la tercera ley de Isaac Newton (1643-1727) también se cumpla en el marco social: para cada acción hay una reacción igual y en el sentido contrario.

Y no debemos olvidar que la fuerza la tenemos la población, si bien está claro que, por ejemplo, en muchos países africanos, cualquier reacción es sofocada a fuego.

Por eso, las poblaciones acomodadas del primer mundo tenemos mucha responsabilidad, primero como causantes históricos de la miseria de esos países, y, en segundo lugar, para demostrarnos que aún tenemos empatía y somos merecedores de ser considerados personas éticas y nos sentimos implicados moralmente en la defensa de los derechos humanos.

Es decir, debemos actuar como narró Félix Lope de Vega Carpio (1562-1635) en su novela ‘Fuenteovejuna’ (1613), que explica la revolución de un pueblo contra los abusos del poder de su gobernante (Fernán Gómez). Al ser consultado el pueblo por los enviados reales, para averiguar quién había matado al gobernador, la respuesta unánime fue: ‘Fuenteovejuna, todo el pueblo, todos a una’; por lo que el rey tuvo que acatar la decisión popular.

En definitiva, que la población tenemos mucho más poder del que nos creemos y nos hacen creer; y democrática y pacíficamente, podríamos conseguir lo que nos propusiéramos. Eso sí, asumiendo ciertos costes, nunca hay nada gratuito.