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EEUU vs TikTok Vol. 2

Martha Nava Argüelles
Imagogenia
@mar_naa

TikTok atraviesa una fuerte crisis de imagen, y no es que la empresa o alguno de sus empleados haya cometido alguna infracción, por así decirlo, el tema, como ya lo habíamos dicho es netamente geopolítico, y es que Estados Unidos no confía en los parámetros de seguridad de la información que puede ofrecer la empresa ByteDance a sus usuarios; pues al ser de China, un país comunista, requiere a sus ciudadanos cooperar en los trabajos de inteligencia y este, al recopilar información personal de sus usuarios -como lo hacen muchas plataformas de redes sociales como Facebook, Instagram, Snapchat, etcétera pero que tienen sede y CEOS en Estados Unidos- genera desconfianza al gobierno de EEUU y de otros países, al grado de que el país vecino ha creado y aprobado una Ley que prohíbe la aplicación en el país y le da un plazo de nueve meses a ByteDance de vender la app si no quiere que sea prohibida en Estados Unidos.

Es claro que la situación actual no favorece la imagen de TikTok, y la cosa se complica aún más cuando consideramos lo que ocurrió en marzo de este año. El CEO de TikTok, Shou Zi Chew, admitió ante el Congreso de EE. UU. que tres altos ejecutivos de la plataforma están directamente vinculados con el buró político del régimen de Beijing.
Durante esa misma comparecencia, trató de asegurar que la plataforma se enfoca en la seguridad de los usuarios jóvenes y negó que representara un riesgo para la seguridad nacional, mencionando que todos los datos de los usuarios estadounidenses se almacenan en servidores de Oracle. Sin embargo, la confesión sobre la conexión con el gobierno comunista es lo que realmente resonó con la audiencia. Por eso debemos recordar siempre que la imagen de los miembros tendrá repercusiones en la imagen de la institución, pues estos son una extensión de la imagen de la marca.

Ahora, no todo está perdido para la aplicación favorita de la Generación Z, pues hace unos días, ocho creadores de contenido en TikTok interpusieron una demanda en contra del gobierno de los EEUU, argumentando en la denuncia que la ley viola el derecho a la libertad de expresión establecido en la primera enmienda de la Constitución y además, afirman que estos «dependen de TikTok para expresarse, aprender, defender causas, compartir opiniones, crear comunidades, e incluso ganarse la vida».

Por otro lado, al ser una de las plataformas favoritas de los más de 40 millones de usuarios estadounidenses y al facturar cerca de 16 mil millones de dólares en Estados Unidos, evidentemente su compra levantó el interés de grandes inversionistas, en especial, del empresario multimillonario Frank McCourt. Él está armando una propuesta para comprar TikTok mediante el Proyecto Liberty, una iniciativa a la que ya se comprometió a inyectar 500 millones de dólares, con el objetivo de crear un internet donde los datos personales realmente pertenezcan a los usuarios, en lugar de a grandes corporativos como ByteDance (la empresa madre de TikTok), Meta o Alphabet. El anuncio de esta oferta potencial se hizo el miércoles pasado, y McCourt planea llevarla a cabo con ayuda del banco de inversión Guggenheim Securities y el bufete de abogados Kirkland & Ellis, colaborando con algunos de los tecnólogos más influyentes que ya están involucrados en el Proyecto Liberty

Al final, la imagen de TikTok se encuentra en un peculiar desbalance; mientras algunos ven su situación como problemática, otros la ven como una oportunidad, ya que se halla en el centro de una batalla por valores fundamentales como la privacidad, la seguridad, la libertad de expresión y la soberanía de los datos. La resolución de este caso podría establecer precedentes tanto para TikTok, como para toda la industria tecnológica, pues es el ejemplo más claro de la constante tensión que existe entre la libertad y el control en la era digital