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La situación actual, internacional y local, con su complejidad y perversión, ofrece escasas posibilidades ilusionantes, y por eso, muchos nos sentimos afectados por el denominado ‘efecto túnel’, como intento explicar a continuación.
En primer lugar, es preciso diferenciar entre verlo todo negro, que es propio de los estados depresivos mayores, o percibir, metafóricamente, una especie de efecto túnel a nivel generalizado, y no limitado al ‘estrechamiento paulatino del campo de visión que sufre un conductor a medida que aumenta la velocidad de su vehículo o después de haber ingerido alcohol’.
En realidad, el actual es un momento ‘dirigido’ vertiginosamente por unas personas inmorales, como Donald Trump y su corte diabólica, y otros como Vladimir Putin, Binyamín Netanyahu, como ejemplos más abyectos, sin olvidar otros muchos, distribuidos por todos los continentes, que consideran que el resto de ‘dirigentes’ deben prestarles vasallaje.
Y este ‘momento’ no se diferencia mucho de tiempos pretéritos, con personajes como Atila (406 – 453), el último y más poderoso caudillo de los hunos que, procedente de Asia, acabó dominando, también, casi la totalidad de Europa.
Hacia el año 432, los hunos se unificaron bajo el rey Rugila (Rua o Ruga), y cuando éste murió en el año 434, dejó el trono a sus sobrinos Atila y Bleda (390 – 445), hijos de su hermano Mundzuk; y, al principio, gobernaron juntos, hasta que el segundo falleció en un accidente de caza, provocado por Atila, según algunos historiadores.
(…)
Atila, conocido como ‘el azote de Dios’, y del que se decía que ‘por donde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba’, fue el enemigo más temible de los imperios romanos (Occidente y Oriente), si bien no consiguió conquistar Roma, por su muerte a los 58 años. Tras su muerte, su consejero más cercano, Ardarico (de los Gépidas) lideró una revuelta germánica contra el dominio huno, provocando el rápido derrumbe del imperio de los hunos.
(…)
En el apogeo de Atila, los emperadores romanos aceptaron pagar unos elevados tributos a Atila; tributos que éste necesitaba para mantener unido a su grupo multiétnico y, por lo tanto, de construcción poco sólida.
(fuente: varias páginas Wikipedia)
La falta de emperadores romanos realmente eficaces, que prefirieron mantenerse distantes y someterse a pagar tributos, de cada vez más elevados, me parece que es un claro antecedente de la situación actual, sometida al ‘atila Trump’; por culpa, como entonces, de la división y la incompetencia que podemos observar por doquier.
Asimismo, espero, y confío, que, más pronto que tarde, el reinado del actual ‘atila pelirrojo’ que, desde su poltrona de la Casa Blanca, intenta dominar todo el globo terrestre (así como el planetario), acabe derrumbándose.
Pero, para nuestra desgracia, llegado ese momento, veremos (verán) que los incompetentes actuales, cambiarán su relato, y presentarán una cara ‘regenerada con botox cerebral’ y con un relato falseado, para, así, seguir manteniéndose en sus poltronas, que es lo que más desean.
Por eso, en esta travesía del negro túnel que vivimos, el sistema necesita personajes utilitarios, los ‘tontos útiles’, como el represor Salvador Illa, que, con una política anestesiante, intenta tenernos a todos dormidos y sumisos, y, lo que es peor, sin ilusiones, siguiendo las rutinas establecidas: sofá y televisión (los modernos ‘pan y circo’)
En este momento, que se cumplen 5 años de la llegada del covid-19, con sus tremendas consecuencias humanas a nivel mundial, me parece evidente que no hemos aprendido nada, por más que el farsante Pedro Sánchez nos repitiera, hasta la saciedad, su mantra de que ‘unidos saldremos más fuertes y mejores’. Mentira tras mentira. Todo él es pura mentira, pero él no deja de ser un monosabio de otros pseudo líderes peores.
Y es triste ver que hemos asumido, dócilmente, a enmarcar nuestra vida entre desgracias, por ejemplo, entre el atentado del 17 de agosto del 2017, o entre la represión del referéndum del 1 de octubre de ese mismo año, y la pandemia iniciada en marzo del 2020, y así, vamos tirando; aunque, también es cierto de que, entre ambos hitos, pudimos tener ilusiones; pero ahora, ni eso.
Por todo esto, me parece muy adecuado recordar al novelista argentino Ernesto Roque Sábato (1911 – 2011), autor, entre otras obras de. ‘El túnel’ (1948), ‘Hombres y engranajes’ (1951), ‘Héroes y tumbas’ (1961), ‘Abaddón el exterminador’ (1974), ‘Robotización del hombre’ (1981), etc.
He escogido a este autor, precisamente, por su primera obra mencionada, ‘El túnel’, ya que encaja en el momento que estoy describiendo
Seguidamente reproduzco algunos de sus pensamientos, que me parecen estimulantes, para despertarnos del actual letargo:
- ‘Yo creo que la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo y la esperanza, cuentan más.’
- ‘Tenemos que reaprender lo que es gozar. Estamos tan desorientados que creemos que gozar es ir de compras. Un lujo verdadero es un encuentro humano, un momento de silencio ante la creación, el gozo de una obra de arte o de un trabajo bien hecho.’
- ‘La dura realidad es una desoladora confusión de hermosos ideales y torpes realizaciones, pero siempre habrá algunos empecinados, héroes, santos y artistas, que en sus vidas y en sus obras alcanzan pedazos del absoluto, que nos ayudan a soportar las repugnantes relatividades.’
- ‘Lo admirable es que el hombre siga luchando y creando belleza en medio de un mundo bárbaro y hostil.’
Y esa filosofía deberíamos tenerla clara, a pesar de que nos dominen los siguientes pensamientos, incluidos en la obra ‘El túnel’:
- ‘A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo, que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren, y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil.’
- ‘… y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme. Aunque sea una sola persona.’
- ‘La experiencia me ha demostrado que lo que a mí me parece claro y evidente, casi nunca lo es para el resto de mis semejantes.’
- ‘Me pregunto en qué clase de sociedad vivimos, qué democracia tenemos, donde los corruptos viven en la impunidad, y al hambre de los pueblos se la considera subversiva.’
- ‘Y cuando empezamos a aprender este difícil oficio de vivir ya tenemos que morirnos.’
Pero todo es muy difícil, como señaló Sábato en la conclusión de su obre ‘El túnel’, que es una reflexión sobre la soledad y la alienación, al decir:
‘Pero ¿por qué esa manía de querer encontrar explicación a todos los actos de la vida? (…) Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración (…) Existió una persona que podría entenderme, pero fue, precisamente, la persona que maté.’
En definitiva, que deberíamos reducir la velocidad de nuestro coche, para vivir el presente, sin padecer el efecto túnel que nos imponen, y que nos estrecha el campo de visión y sólo vemos la luz final del túnel … que igual será un coche en dirección contraria.
Pido perdón por este pesimista escrito, pero así siento este momento.