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Egocentrismo navideño

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Estos días festivos reflejan el summum de nuestro egocentrismo, pues queremos penar en nuestro confort familiar y consideramos que el mundo se para, cuando la verdad es que no es así, como todos sabemos e intento explicar a continuación.

Y esos días, en Catalunya (así como en toda la zona de los antiguos condados carolingios), la festividad se prolonga este 26/12, por la conmemoración de Sant Esteve; así que la desinformación es mayor, pues los periodistas tienen más días festivos.

Y así, nuestra burbuja desinformativa, durante estos días ‘festivos’ ni funciona o, en todo caso, se dedica a temas insulsos, omitiendo todo tipo de artículos de ‘pensamiento’, limitándose a cuatro titulares como hemos podido constatar sobre los 14 nuevos muertos en Siria, en una emboscada de simpatizantes de Al Assad; el nuevo bombardeo de Israel, matando a 5 periodistas en Gaza; el mísil ruso derribando un avión en Kazakhstan; etc.

Pero la realidad es la que es, por más que se oculte, dedicándose a efectuar enlatados resúmenes del año.

Así vimos que el impresentable Felipe VI, hizo su discurso navideño, mostrando una imagen deplorable y extralimitándose nuevamente de las funciones que su constitución le tiene asignada, ya que él no tiene nada que decir ni que reprobar a los diferentes poderes del estado sobre la falta de coordinación y pidiendo serenidad, aunque tenga razón para ello; y claro, olvidando que él rompió la serenidad, decantándose hacia la extrema derecha, con su inconstitucional y duro discurso del 3 de octubre del 2017, animando el ‘a por ellos’ (los catalanes), que amplió el criminal de guerra José María Aznar, con ‘el que pueda hacer, que haga’.

Y esta situación de tranquilidad sanchopanzista, a la que, tradicionalmente nos hemos aficionado durante estas fechas festivas, me recuerda una novela, que ya cité en una ocasión, hace más de un año ‘Sin novedad en el frente’ (Im Westen nichts Neues; en alemán); escrita en 1929 por Erich Paul Remark (Erich María Remarque, 1898 – 1970)

‘En esta novela, el protagonista, el joven Paul Bäumer, un soldado alemán en el frente occidental durante la Primera Guerra Mundial, alistado siguiendo las arengas de su profesor, tras meses de guerra de trincheras, escribe: ‘Ya no somos jóvenes. No queremos tomar el mundo por asalto. Estamos huyendo de nosotros mismos, de nuestra vida. Teníamos dieciocho años y habíamos empezado a querer la vida y al mundo; y tuvimos que disparar.

(…)

En los últimos meses de la guerra, la moral alemana era casi inexistente, ya que los soldados con conscientes que sólo están luchando para retardar el armisticio. Los norteamericanos se han unido recientemente a la guerra, ya que tanto ellos como los ingleses empiezan a superar a los alemanes, y están mucho mejor equipados.

Desesperado, Paul observa cómo sus amigos van cayendo, uno a uno. La muerte de Kat es la última gota que finalmente hace que Paul pierda las ganas de vivir, a pesar de ver que la paz llegará pronto, si bien no ve un futuro brillante y pleno de esperanza. Paul siente que no le quedan objetivos en la vida y que su generación será diferente e incomprendida.

En octubre de 1918, finalmente, Paul es asesinado en un día notablemente pacífico. El parte del día sobre la situación de la primera línea de combate dice una frase sencilla: ‘todo tranquilo en el frente occidental’. El cadáver de Paul muestra una expresión tranquila en la cara, como si estuviese casi contento que le hubiese llegado el final’.

(Wikipedia)

Y esa situación informativa del ‘sin novedad en el frente’, pese que, individual y socialmente oculte la muerte es, en definitiva, lo que tenemos y queremos encontrar en la prensa e informativos durante estos días, así, las comilonas y los turrones, no nos sientan mal.

Todos preferimos pensar, durante estos días, que el mundo es como el Estanque de Betesda (Betzará, Jerusalén, actual zona musulmana, cerca de la iglesia de Santa Ana), donde, según los Evangelios, Jesús sanó a un paralítico (y, a raíz de ello, desde hace décadas, y mientras la pseudo paz lo permite, hay un sinfín de peregrinos, que acuden para curar sus dolencias)

Así, con esos pensamientos mágicos vivimos ‘más felices’, y esta es nuestra forma de fariseísmo, de hipocresía.

Por eso, me parece que el mejor colofón para este breve escrito, es la reproducción de un mini discurso navideño del gran actor mexicano, Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes (Cantinflas, 1911 – 1993), que estos días circula por las redes sociales, ya que sintetiza nuestra sinrazón navideña:

‘Quiero saludar desde aquí a todos los que están allá, quiero enviar un saludo que digamos que es saludable, para que no haya lo que pueda haber que no va a haber, para que todos podamos ser muy felices, una felicidad y una cosa así para que no haya transvergencias pues resulta que ya se acerca el feliz Año Nuevo y una feliz Navidad y que tengan un feliz despilfarro, pero que no sea mucho, para que no venga la próspera inflación’.