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El 2020 año en el que los Derechos Humanos y la vida misma se encuentran en peligro

La redefinición de la humanidad y la redirección de la acción colectiva, estuvieron determinadas por la Pandemia Covid19, por esa razón las Naciones Unidas consideró a éste 2020 como un año muy peculiar que afectó el reconocimiento, acceso, enseñanza, protección, fomento, promoción, garantía, ejercicio y goce pleno de los derechos humanos y los derechos colectivos de los pueblos indígenas.

El año 2020 ha sido un año en el que los derechos humanos y la vida misma se encuentran en peligro, la develación del actuar humano está mostrando su peor cara, la humanidad está sacando lo peor de sí misma y está volviendo susceptible a la vida misma poniéndola en riesgo de muerte, no sólo por la enfermedad que produce el virus, sino por la completa pérdida de la empatía y el descontrol en el que se encuentran las acciones de los gobiernos de todos los países del mundo.

Los marcos de referencia desde los que las personas y gobiernos actuaron por más de cien años se encuentran desquebrajados e incapaces de resolver lo que tienen enfrente, ningún país, ni gobierno, después de casi 12 meses de iniciada la pandemia han encontrado una ruta posible de acción que les permita restablecer las prácticas que los sostenían.

Hoy, ningún país, ni gobierno se encuentran en la capacidad de mostrar su acción renovada y salvadora, y menos de presentarse como un referente a seguir para la cura; se encuentran temerosos en cada paso que dan y son incapaces de evaluar la efectividad de cada uno de ellos. Ni sus propios asesores, científicos y académicos se han atrevido a salir y explicar la avalancha  de fenómenos sociales y su complejidad multi-factorial.

Pero a las sociedades del mundo les pasa lo mismo, su alcance creativo sólo las mantiene espectantes de que alguien pueda rescatarlas y de que todo regrese a la normalidad a la que al menos 5 generaciones estuvieron acostumbradas, recibiendo cómodamente los beneficios de los acuerdos y pactos establecidos, recibiendo los beneficios del desarrollo tecno-científico y médico; sociedades que hoy se encuentran en una gigante ola que las lleva de un lado a otro sin rumbo fijo excepto, el que proviene de la información oficial de sus gobiernos a los que con mucho trabajo se les debe confiar la vida misma cuando aseguran que ya vienen en camino las vacunas contra el Covid19.

Los temas de hace menos de un año han desaparecido de los noticieros, de las agendas legislativas, hoy, cada nación y sus gobiernos se aferran con torpe mesura a mantener la calma y la paz con paliativos discursivos que aseguran que todo está bien y que no hay nada de qué preocuparse, mientras la realidad, a gritos, les dice todo lo contrario y les advierte que se va a poner peor.

Es cierto que a los países y a sus gobiernos no les resulta una tarea fácil crear y sostener esa mentira enorme, y es que cualquiera tiene miedo de morir, de perder su empleo, su fuente de ingresos, de perder su salud, de perder el confort acostumbrado, de formar parte de las filas de la pobreza, de caer en conflicto y resolverlo con un sálvense quien pueda; de padecer hambre y tener que arrebatar para sobrevivir; hay temores no experimentados por las sociedades modernas y no saben cómo volver a sentirse seguros. Es natural ese comportamiento, porque ya nada es natural en la vida de hoy, a diferencia de la vida de hace 12 meses.

La Organización de las Naciones Unidas mantienen el mismo discurso paliativo y asegura que la reconstrucción mejorada de la humanidad y de su actuar colectivo deberán provenir de los derechos humanos, insisten en seguir utilizando para esa reconstrucción, conceptos vagos y vacíos como el de igualdad de oportunidades para todos, que este 10 de diciembre, día en que se conmemoran los derechos humanos, debe servir para que la humanidad refuerce sus lazos. Nada más lejano para reconstruirnos que seguir aferrados a viejas fórmulas probadamente inservibles.

La frase de que todos estamos en el mismo barco, es la síntesis de tal mentira, y es que hasta en eso somos incapaces de renovarnos, seguimos empleando frases hechas y abstractas, seguimos empleando lugares comunes….consuelo de tontos.

Cada quien se encuentra en su propio barco, mejor dicho, en su propia barcaza. Un estudio que presentó el Instituto de Investigaciones Sociales, demostró como cada sector de la sociedad mexicana vive la pandemia de forma distinta, y como resulta obvio, las clases sociales más favorecidas económicamente están “disfrutando” la pandemia, hacen todo desde casa y reciben intactos sus ingresos, mientras que las clases menos favorecidas tratan de evadir al virus saliendo a la calle para no perder su única fuente de ingresos; los primeros han dedicado su tiempo a viajar y relajarse llevando sus negocios en su computadora, mientras que los segundos son reprimidos por las autoridades locales y restringidos para comercializar y trabajar; los negocios de los primeros siguen abiertos sin restricción (Elektra; Walmart, Cinemex), mientras que los negocios de los segundos tienen prohibido exhibirse siquiera. Esa desigualdad se mantiene como argumento de salud pública.

Por si fuera poco, sigue su marcha, en manos del gobierno local, la desactivación de la organización social que trata de embatir la implacable ruta mortal del virus, y lo hace de la misma forma que siempre ha sido y ha criticado: golpea con la derecha y soba con la izquierda, acuerda una cosa con unos y otra cosa con los otros, en resumen: divide. Para esto, si sirven probadamente de las viejas prácticas, lo que demuestra que en plena pandemia, no hay, ni habrá, consideración alguna para los sectores menos favorecidos y mucho menos en el discurso de “primero los pobres”.

Tan solo del año 2019 al año 2020, el presupuesto del Gobierno de la Ciudad de México para atender las necesidades de los pueblos originarios y comunidades indígenas residentes, se redujo a $24,703,902 millones de pesos, aspecto que impacta directamente a los proyectos que aseguraban la sustentabilidad y la sostenibilidad de los ingresos de este sector, sumándole la pérdida de su capital desde que se inició la criminalización de su actividad económica por la pandemia de Covid19, pues al no haber venta por consecuencia de la misma, no hay ganancia, aspecto que ya se ve reflejado en la cada vez más creciente pauperizada calidad de vida de estos los pueblos indígenas y originarios radicados en la Ciudad, aunado a eso los problemas que ha acarreado el no contar todavía con y las necesidades de vivienda y salud que se requieren.

Para el mismo periodo, el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), sufrió una disminución del 50% de su presupuesto, señal que pone en relieve que los pueblos y comunidades no somos prioritarios para el incipiente nuevo modelo de país, y que será muy difícil que sean garantizados nuestros derechos humanos y colectivos como pueblos indígenas en la Ciudad de México y en el resto del país.

Se entiende que en el discurso se genere un compromiso coadyuvante de parte de este sector para acompañar el desarrollo del país a partir de la inversión en proyectos estratégicos como el energético, el tren maya, el nuevo aeropuerto, sin embargo con acciones legislativas, hacendarias y de la propia presidencia de reducir lo irreducible, de verdad desalienta, sorprende y decepciona, porque los pueblos indígenas desde hace más  de 528 años de lucha y resistencia, simplemente no vemos que seamos dignificados sino todo lo contrario.

Duele mucho citar los tantos acuerdos internacionales que le gobierno mexicano ha suscrito y que han sido un logro de los pueblos organizados, emanados de esa lucha constante en donde siempre hemos buscado la defensa de nuestros pueblos, porque hoy, ni la propia Organización de las Naciones Unidas se atreve a mantener su posición frente a la cambiante humanidad y su acción colectiva, tal como lo diría MARSHALL BERMAN: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, lo mismo plasmado en la:

  • La Convención Americana Sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica)
  • La Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas
  • La Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas
  • El Convenio Nº 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes (1989)
  • El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
  • El Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, (Protocolo de San Salvador)
  • El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
  • El Informe de la Relatora Especial sobre los derechos de los pueblos indígenas (2018)
  • La Convención sobre los Derechos del Niño
  • La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos
  • La Constitución Política de la Ciudad de México
  • La Ley del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas
  • La Ley de derechos de los pueblos y barrios originarios y comunidades indígenas residentes en la Ciudad de México
  • La Tesis I.18o.A.67 A (10a.), de la Gaceta LIBRO 54, de mayo de 2018, TOMO III, d la Suprema Corte de Justicia de la Nación
  • La Ley Federal de los derechos de niñas, niños y adolescentes
  • La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación
  • La Ley General de Educación
  • La Ley Orgánica de la Administración Pública de la Ciudad de México (2018)
  • La Ley para Prevenir y Eliminar la Discriminación del Distrito Federal
  • La Ley de Derechos Humanos del Distrito Federal
  • El Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal
  • El Diagnóstico de derechos humanos del Distrito Federal
  • La Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal
  • La Ley de Niñas, Niños y Adolescentes del Distrito Federal
  • El Estatuto Orgánico del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del DF
  • Las Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre niños en situación de calle.
  • Las Medidas cautelares e informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
  • Las Recomendaciones de la CDHDF
  • Las Resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre el tratamiento de las personas con discapacidad

Nuestra palabra, podría parecer un lugar común, pero……este 10 de diciembre no hay nada que festejar y mucho por lo que seguir luchando y organizándonos.