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@Mik3_Sosa
¿Hasta qué punto podemos controlar lo que sucede en nuestra vida? Esta pregunta ha sido motivo de reflexión desde la filosofía estoica hasta la psicología moderna. La dicotomía del control, un concepto popularizado por Epicteto, nos invita a diferenciar entre aquello que está en nuestras manos y lo que escapa a nuestro control. En un mundo donde la incertidumbre es constante, comprender esta distinción puede marcar la diferencia entre vivir con ansiedad o serenidad.
La filosofía estoica argumenta que solo podemos controlar nuestras acciones, pensamientos y respuestas, mientras que factores como el clima, la economía o las opiniones ajenas escapan a nuestra influencia. Esta idea ha sido adoptada por la psicología contemporánea, especialmente en la terapia cognitivo-conductual, donde se busca que las personas centren su energía en lo que sí pueden modificar. Como dice el psicólogo William James, “la mayor revolución de nuestra generación es el descubrimiento de que los seres humanos pueden cambiar sus vidas al cambiar su actitud mental”.
Pero ¿qué pasa cuando sentimos que debemos controlar todo? En un intento por tener certeza, muchas personas desarrollan ansiedad, procrastinan o se paralizan ante lo inesperado. La dicotomía del control no significa resignarse, sino aprender a soltar aquello que no depende de nosotros. Viktor Frankl, psiquiatra y sobreviviente del Holocausto, lo expresó con claridad: “entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y nuestro poder para elegir”.
En la vida cotidiana, esta perspectiva puede aplicarse de múltiples maneras. Un estudiante puede preocuparse por su desempeño en un examen, pero no por la actitud del maestro; un emprendedor puede esforzarse en mejorar su producto, pero no en cómo reaccionará el mercado. Quienes interiorizan este principio reducen el estrés y aumentan su capacidad de adaptación, ya que no desperdician energía en lo incontrolable.
Además, la dicotomía del control está relacionada con la mentalidad de crecimiento. Carol Dweck, psicóloga de la Universidad de Stanford, ha demostrado que las personas que aceptan los desafíos como oportunidades de aprendizaje, en lugar de verlos como amenazas, desarrollan mayor resiliencia. Así, quienes comprenden este principio pueden reenfocar su vida hacia la acción efectiva en lugar de la frustración.
Aceptar la dicotomía del control no significa volverse pasivo, sino actuar con inteligencia emocional. Implica reconocer que no podemos cambiar a las personas, pero sí decidir cómo interactuamos con ellas; que no podemos evitar todas las dificultades, pero sí elegir nuestra actitud frente a ellas. Como bien decía Marco Aurelio, “la felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”.
Aprender a diferenciar entre lo que controlamos y lo que no es un acto de liberación. En un mundo donde queremos respuestas inmediatas y certezas absolutas, recordar que hay cosas que no dependen de nosotros nos permite vivir con mayor paz. Y tú, ¿en qué elegirás enfocar tu energía hoy?