El estado español, mediante su manual de represión del independentismo, está consiguiendo sus objetivos finales; es decir, haber conseguido la presidencia de la Generalitat para el represor Salvador Illa y, también, lograr la división y enfrentamiento entre los partidos independentistas, como intento comentar a continuación.
El asesino dictador Francisco Franco, jefe de los militares sublevados, el 1 de abril de 1939, desde su cuartel en Burgos, emitió el último parte de guerra:
‘En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado’
Es preciso recordar, asimismo, que esos sublevados denominaban al año 1939, como ‘III año triunfal’ (el 1937 era ‘el año triunfal’, 1938 ‘II año triunfal’ (así lo indicaron en sus monedas)
‘(…) Franco repitió en múltiples ocasiones su mantra: ‘con el poder que emana de la victoria repetidamente conseguida’, que encadenaba con las denominaciones de ‘cruzada’ y el de ‘paz’; si bien, en 1959, en la inauguración del Valle de los Caídos, dijo ‘no se puede decir que el diablo haya sido derrotado, porque al diablo nunca se le derrota’.
El historiador Javier Rodrigo, autor de ‘Cruzada, paz, memoria’ (Comares) señaló que, con el paso de los años ‘el régimen reconoce la necesidad de construir un relato alternativo al de la victoria, a la que nunca renuncia. Un relato en el que la exclusión del vencido no sea una rémora constante y una especie de ‘letra escarlata’ situada sobre todos los vencidos y sus familias, hay una cierta intención de incorporar al vencido a partir de una identificación del ethos’s como nacional y católico. Pero no es una incorporación pidiéndole perdón. Es al revés: emanándole perdón, diciéndole ‘nosotros te perdonamos’. No es que el discurso de la paz sustituya al de la victoria, es que lo subraya’. (…) Ángel Viñas, otro experto, citando a Francisco Espinosa, un comandante de un pueblo de Huelva, dice: ‘la guerra ha terminado, pero la campaña continúa’ (…) pues hasta el año 41 no se desmovilizan y no termina la guerra para el ejército, y hasta el 1941/42 sigue (la primera fase, anotación mía) la represión derivada de la guerra.
(…) Para Santos Juliá, ‘el 1 de abril supone la liquidación, el exterminio de toda una rica y poderosa herencia española. Todo lo que había sido liberal, democrático, republicano, socialista, comunista, anarquista o nacionalista catalán o vasco quedó absolutamente laminado. Y fue una laminación no sólo por depuración de personal, docente o funcionarios, sino por fusilamientos que continuaron durante años, esa fue la verdadera quiebra de quienes se presentaron como continuadores de la única y verdadera España: haber liquidado de la manera más cruel e imaginable toda esa herencia española’.
(…) Dentro de los múltiples dramas que se suceden con el final de la guerra civil, los asesinatos y el exilio de los disidentes han sido los más documentados. Pero también está el denominado ‘exilio interior’ de quienes tuvieron que agachar la cabeza y convivir con su derrota. Juliá recuerda a Jordi Gracia y a su idea de ‘resistencia silenciosa’, como la denominaba. ‘Es que es algo muy variado. Se ha designado así a sectores de intelectuales que encontraron su libertad de expresión totalmente cercenada y que, entonces, se dedicaron a una obra interioristas, de pequeños círculos y de encuentros muy aislados (…) también a disidentes, gente que estuvo con el franquismo, pero que a medida que vieron que la dictadura era para siempre, que no se volvía a recuperar un sistema de libertades ni progresivamente ni por formas evolutivas, pasaron también, si no a abrazar el ideario de los vencidos, por lo menos a mostrar sus distancias’.
(…) Además, según Viñas, ‘ese 1 de abril está en marcha la ley de responsabilidades políticas que Franco ha firmado dos meses antes, y que implica represalias económicas, políticas, sociales, a parte de las que entiende la justicia militar, que es desbordante’. Es por eso que se crea un lugar en el que ‘se refugian todos los que no comulgan con el bando franquista y que tratan de disfrazar las creencias que han tenido (…) frente a la teología de los vencedores, la victoria de la España nacional contra la AntiEspaña con todos esos males que presuntamente han llevado a España a la ruina’
(…) Gómez Bravo, autor de un estudio titulado ‘El exilio interior’ (Taurus), apunta que ‘hay un campo inmenso que no se digiere, que se queda en una zona gris y resulta que es el que se ha normalizado durante cuatro décadas de dictadura y que afecta a personas ‘criminalizadas’, que el historiador considera que ‘es la labor más ingente que hizo el franquismo: una condena social. Porque hay un doble proceso de ocultación (…) el exilio interior afecta a todos aquellos que están mal vistos, son segregados socialmente, tienen que aceptar los peores puestos y, en definitiva, entran en relaciones de subordinación. Esto es muy fuerte para una sociedad (…) lo grave, es que una parte muy considerable de España tuvo que hacer borrón y cuenta nueva para sobrevivir. Y parte del consenso en torno al ideal de la paz, del orden, de no discutir de política que hay en la inmediata posguerra, se debe a ello’.
(…) Lo que no puede ser es que la gente identifique todo lo que sea el pasado con algo negativo’, plantea Gómez Bravo. ’Es el problema del revisionismo cuando se hace más mediático. (…) otra cosa son las conmemoraciones, que edulcoran y que suelen evitar los temas conflictivos. Pero la guerra es el conflicto de los conflictos’.
(Darío Prieto, 1 de abril del 2019, https://www.elmundo.es)
Pues bien, vemos que la victoria del unionismo español, rubricada por la traición de ERC, haciendo president de la Generalitat al represor Salvador Illa, máximo defensor de la aplicación abusiva e ilegal del artículo 155 de la constitución española, está siendo el inicio de un nuevo ciclo ‘victorioso’ del estado español.
Y claro, dominando los resortes de todos los poderes, ahora vemos que:
‘(…) El PSC necesita limpiar su pasado, más que cualquier otro partido catalán. El partido por excelencia de nuestros jesuitas más ilustres, siempre ha seguido la premisa maquiavélica de los primeros Borbones: ‘que se consiga el erecto sin que se note el cuidada (…) El PSC nunca hace directamente el trabajo, siempre deja que sean las miserias de los vencidos, los que resuelvan los problemas. En los años 80, la carne de cañón del PSC fueron los inmigrantes españoles de las barriadas. En los años 90 y 2000 fueron los comunistas descolocados por la caída del muro de Berlín. Cuando la autodeterminación interrumpió en la agenda, el PSC promocionó la primera generación de jóvenes sin patria, creada en las mismas universidades que CiU había regalado a las izquierdas después del golpe de estado del 23-F. Jaume Collboni era uno de ellos, y todavía huele a formol, y también Inés Arrimadas.
(…) El poder se crea o bien contra el sistema o bien desde la continuidad de sus elementos genuinos. Los socialistas necesitan liquidar Junqueras y Puigdemont para dar a entender que el procés fue una frivolidad de cuatro líderes autonómicos, y no el resultado de la evolución natural del país, después de 30 años de democracia. El PSC siempre ha defendido una Catalunya española con el máximo peso posible en el estado. El sueño húmedo de Jordi Pujol era la independencia; el de Salvador Illa es llegar a ser el primer presidente español de origen catalán no asesinado o destituido por un golpe militar’.
(Enric Vila, 24 de setiembre del 2024, elnacional.cat)
Y en estas estamos, todos los poderes del estado, y aquí, desgraciadamente, Illa (155) repiten la idea de que ‘Catalunya ha vuelto’, ‘que ha regresado para mejorar España’, queriendo demostrar que todos los años previos, fueron un error, una perdida en todos los niveles: económico, político, social, etc., cuando, en realidad, la crisis la agravaron ellos, para dar cumplimiento al mensaje de su rey Borbón, animando al ‘a por ellos’ (nosotros), y forzando para que las principales empresas marcharan de Catalunya (CaixaBank, Banco de Sabadell, etc., fueron las primeras traidoras)
Otro de los fenómenos repetitivos, comparando con la ‘victoria franquista’, es provocar y fomentar, como deporte nacional, el desprestigio del independentismo y de nuestros líderes, intentando dejarnos y dejarlos a los pies de todos los caballos.
Y podríamos sacar muchos más ejemplos, como es el de incorporar a ciertos elementos anteriormente independentistas, perdonándoles su pasado rebelde, esa es su magnanimidad, y, claro, una forma más de introducir la cizaña en los partidos independentistas y minar la moral del movimiento independentista, al ver que muchos altos cargos se dejan comprar:
- al día de hoy, todavía 1 de cada 4 altos cargos del ‘sottogoberno’ de Illa, formaban parte del de Pere Aragonès (ERC);
- y hoy se ha hecho publico que David Bonvehí (PDECAT), mañana será nombrado ‘director general de economía social y solidaria’, dependiendo de Miquel Sàmper (otro que tal, de Junts);
y todo esto desmotiva y desmoviliza.
Evidentemente, también desmotiva la lucha cainita entre los partidos independentistas, y, especialmente, la confrontación entre los diferentes candidatos de ERC; y también, expresiones y posiciones como la de Xavier Antich (Òmnium Cultural) diciendo que:
‘Es preciso mirar adelante, porque no hay un diagnóstico ni una lectura compartida de lo que pasó. No nos podemos pasar toda la visa analizando lo que pasó. Hemos de dejar de dedicar tantas energías, pues podríamos continuar así décadas, dado que no hay un relato compartido, porque las miradas son diversas y no pasa nada (…) parece aquellas personas de 70 – 80 años que ser pasan toda la vida hablando del ‘polvo’ de los 18 años. Escucha, está muy bien, fue maravilloso, pero hostia, que la vida continúa’.
En definitiva, que, con esos compañeros de viaje, está claro que no podremos avanzar, no haremos ningún tramo del camino, pues está claro que, como en Babel, no nos entendemos.
Pero el presente escrito lo he centrado en la represión del estado español, y mañana ya seguiré con nuestra mala digestión, si no me explota el portátil o el móvil …