Jordi Oriola Folch
En las elecciones españolas del 23 de julio, ninguno de los dos partidos que se alternan en el poder llegó al mínimo y, quien quiera gobernar, necesitará los votos de Junts, el partido independentista catalán de Carles Puigdemont que se exilió en Bélgica para escapar de un juicio ilegal en el Estado español por haber organizado el referéndum de autodeterminación de Cataluña de 2017.
Tras desprestigiarle durante años, ahora el presidente interino Pedro Sánchez está negociando con Puigdemont. Por el momento, para que el PSOE obtuviera el control de la mesa del Congreso español, Puigdemont exigió que Sánchez iniciara los trámites para oficializar el catalán en las instituciones de la UE (junto con el vasco y el gallego) y para que también se pudieran usar en el Congreso.
Hasta ahora, cuando algún diputado intentaba hablar catalán en el Congreso, se le forzaba a expresarse en castellano bajo amenazas de represalias. ¿Cómo es posible que prohibieran la lengua de los catalanes? La lengua no es sólo comunicación, sino sobre todo identidad. Esto nos hacía sentir que «nuestro» Estado no respeta nuestra identidad.
En Europa, en muchos países se concibe una sola lengua por estado. Se sabe de otras lenguas «regionales», pero no se las tiene en cuenta, como si sus hablantes fueran ciudadanos de segunda. En España, 26M de personas viven en territorios que tienen el castellano (la lengua de Castilla) como lengua propia, pero 14M viven en territorios que tienen el catalán como lengua propia (con unos 8M de hablantes habituales), 3M el gallego (2M de hablantes) y 3M el vasco (900.000 hablantes).
Y el catalán no es una lengua secundaria que haya convivido con el castellano en el mismo territorio. El catalán es la lengua autóctona de una parte de la península ibérica (la nación cultural llamada Països Catalans) que formaba parte de la Corona Aragón y que se confederó, en plan de igualdad, con la Corona de Castilla en 1474. Pero que en 1714 fue sometida por las armas y todos sus derechos abolidos, por lo que, a partir de entonces, consideramos a Cataluña es una colonia de España. De esta anexión por la fuerza procede el sentido histórico del movimiento por la independencia de Cataluña.
También ha sido España quien ha impedido que el catalán fuera oficial en las instituciones de la UE, porque quiere subordinarnos a través del castellano. El catalán (que se usa en: España, Francia, Italia y Andorra -donde es la lengua del Estado-) es la novena lengua más hablada en la UE, pero no tiene estatus oficial. En cambio, sí son oficiales lenguas con menos hablantes: búlgaro, danés, eslovaco, finlandés, lituano, letón, esloveno, estonio, maltés y gaélico irlandés.
Los catalanes tenemos muy claro que esta petición a la UE sólo responde al interés para conseguir los votos independentistas, por lo que Puigdemont reclama, para seguir negociando, hechos consumados en la reunión del Consejo de la UE del 19 de septiembre que tendrá lugar con la presidencia española. Hasta la fecha, todas las lenguas propuestas han sido aceptadas y no se espera que el Gobierno español ponga impedimentos, como ha hecho hasta ahora, porque obligaria Junts a votar en contra y forzar nuevas elecciones.
Serían las sextas elecciones en ocho años, un período en el que, teóricamente, sólo tocaban dos elecciones. Esto es ya una muestra de la inestabilidad política y económica que afecta al Estado español por no querer afrontar el conflicto con Cataluña de manera democrática con un referéndum de autodeterminación.