
La historia nos muestra que los poderosos siempre son los que deciden y se reparten el pastel, prescindiendo de los deseos populares.
Y con la siguiente historia podemos recordar uno de los hechos más importantes por los cuáles los catalanes perdimos nuestra singularidad, en beneficio de los castellanos, y todo en una lucha de intereses ajenos a los catalanes, sino en beneficio de los castellanos y del papado.
El pasado 5 de abril, se celebró la onomástica de San Vicente Ferrer (1350-1419), dominicano valenciano que:
‘En 1379 conoció a Pedro Martínez de Luna, el legado pontificio en la corte de Pere el Ceremonioso y se convirtió en partidario suyo y del Papa de Aviñón Clemente VII, enfrentado al Papa de Roma, Urbano VI.
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En 1394, Pedro Martínez de Luna fue elegido Papa por los cardenales aviñonenses, con el nombre de Benedicto XIII, y éste nombró a Vicente Ferrer como su confesor personal y consejero, cargos que rechazó por humildad, si bien influyó marcadamente en la corte del papal de Aviñón.
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Tras el fallecimiento del último rey de la Casa de Barcelona, Martí el Humano (casado con María de Luna, parienta del papa de Aviñón), muerto en 1410, hasta el nombramiento de su sucesor, en 1412, fue un interregno muy violento, con invasiones castellanas, influencias del Papa Luna (Benedicto XIII), del que Vicente Ferrer era su delegado, etc.
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Entre los varios candidatos, destacaron Fernando de Antequera (partidario del papa de Aviñón) y Jaume II d’Urgell (cuñado del rey Martí el Humano, y partidario del papa de Roma).
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En diciembre de 1410 el aragonés Pedro Martínez de Luna (anterior obispo d’Urgell, y posteriormente Papa Benedicto XIII, conocido por el Papa Luna) mantuvo una reunión en Zaragoza con varias personalidades, entre ellas el arzobispo García Fernández de Heredia.
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El 1 de junio de 1411, el mencionado arzobispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia, enemigo de Jaume II, en su traslado para reunirse en La Almunia de Doña Godina, con Antón de Luna, el principal valedor de Jaume II, fue asesinado entre Calatayud y Zaragoza, y, según sus valedores, fue atacado por el citado Antón, empezaron discutiendo y llegaron a las manos, provocando una lucha entre sus seguidores. El arzobispo no quiso ser tomado prisionero, y luchó hasta su muerte. Este hecho no fue ningún favor a la causa urgellista, fue un grave error.
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Benedicto XIII excomulgó al citado Antón, favoreciendo a los Trastámaras.
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Vicente quiso acabar con el cisma de Occidente, intentando una concordia entre Benedicto XIII y Gregorio XII; pero, al no conseguir que Benedicto renunciara al papado, Vicente trabajó para que las coronas de Castilla y Aragón no le dieran soporte.
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Así, en 1412, en el Compromiso de Caspe, que había de solucionar la cuestión sucesoria a la Corona de Aragón, Vicente fue el primero en votar, argumentando su apoyo al candidato Fernando de Antequera, de la dinastía de los Trastámara, para reinar en la Corona de Aragón, porque propugnaba el final del cisma y daba soporte a Martin V (sucesor de Gregorio XII), frente a Benedicto XIII, pidiendo el voto de los asistentes.
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El citado Compromiso de Caspe (Aragón) fue una reunión de nueve notables, representantes de los estados de Aragón, Valencia y Catalunya (tres por estado), que tenían el objetivo de decidir quién sucedería
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El resultado de la votación fue: Fernando de Trastámara, 6 votos; Jaume d’Urgell, 2 votos
(Wikipedia)
Como vemos, el ‘reparto’ de los reinos, en este caso, y como pasa siempre, fue consecuencia de intereses ajenos y lejanos a la población. En la situación que nos ocupa, nada más y nada menos estaba en juego la hegemonía del papado, en litigio entre Roma y Aviñón (Francia) así como la expansión castellana.
Y, por lo que hemos podido ver, tanto Fernando de Antequera, como el propio Vicente Ferrer, cambiaron de camisa en cuanto a su apoyo al papado, ese fue su nivel ético y moral.
El primero fue comprensible, pues estaba en juego la expansión castellana, con el dominio del reino de Aragón; mientras que el cambio de postura de Vicente fue más difícilmente explicable, ya que desde el principio estaba a favor de los papas franceses; pero es evidente que, al ser valenciano, no le costó nada apoyar al candidato castellano, viendo que tenía más y mejores opciones de victoria. Al papado romano tampoco le debió costar nada, ‘olvidarse’ de su principal valedor, Jaume d’Urgell, y aliarse con Fernando. Al fin y al cabo, la iglesia siempre ha pactado con los vencedores.
Y, de este modo, el reino de Aragón, ligado al linaje de los condes de Barcelona, (Aragón Catalunya, Mallorca y Valencia), perdió toda su autonomía, y desde entonces, aunque se mantuviera formalmente como un reino, quedó supeditada al reino de Castilla y a los reyes de la casa de Austria (Carlos I, Felipe II, etc.), y después a los Borbones, con Felipe V, que, con su decreto de nueva planta (1716) abolió todos los derechos de los catalanes. Y su actual sucesor, Felipe VI, acabó machacándolos el 3 de octubre del 2017.
Como vemos, siempre se cumple el circulo vicioso, nunca el virtuoso. Y si seguimos aceptando el estatus quo, seguiremos en el callejón sin salida en el que estamos.
Ya hemos visto que los grandes poderes se ayudan y apoyan entre ellos, mientras que, a los débiles, siempre nos dejan tirados; y eso lo hemos visto, estos años, con la actuación de la UE, que ha hecho como hizo el Vaticano, pactar con los fuertes.
Y los independentistas catalanes sabemos cómo romper ese círculo vicioso, y sabemos que, para eso, no podemos seguir actuando como siempre, ya que así no dejaremos de ir cumpliendo el ciclo, y seguiremos en el bucle opresor.
Por lo tanto, debemos actuar de forma diferente, si queremos tener resultados distintos, como dijo A. Einstein.
Asimismo:
‘Lo que no se debe hacer ante un círculo vicioso, es alimentar la situación a partir de la pasividad de creer que no se puede hacer nada para salir de ese bucle. Siempre es posible hacer algo nuevo para abrir nuevas puertas con las que salir de ese círculo para el que se tiene que encontrar la salida, reflexionando sobre las distintas posibilidades de actuación.
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El mejor momento para tomar una decisión con la que romper un círculo vicioso es ahora, porque el primer paso, que es el que más cuesta, es aquel que puede marcar la diferencia en la situación, al incluir pequeñas modificaciones.
Existen pensamientos negativos que alimentan un círculo vicioso: ‘esto es muy difícil’, ‘no estoy preparado para este objetivo’, ‘no sé cómo actuar’. Por el contrario, se pueden alimentar pensamientos positivos con los que salir de ese círculo. ‘soy una persona capaz de lograrlo’ y ‘quiero tomar esta experiencia como una aventura’. En definitiva, no hay círculo para aquel que no quiere quedarse encerrado en él, porque siempre es posible influir en la actitud’
En definitiva, los independentistas catalanes deberíamos tener ese pensamiento positivo, pensar que somos capaces de revertir la situación, revocar la España irrevocable del pensamiento falangista, y mantenido por el PP (Josep Bou) como comenté en mi escrito anterior, y que, como sabemos, todos los partidos unionistas (PSOE y Unidas Podemos, etc.) siguen perpetuando, en beneficio del rey Borbón, consolidando, de ese modo, la irregularidad del mencionado reparto del siglo XV.