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amadeopalliser@gmail.com
El filósofo griego Aesopus (Esopo, s. VII a. C.) escribió la fábula ‘El cuento de la lechera’, que he tomado como título del presente escrito, de la que existen múltiples versiones, y que me parece que describe, perfectamente, el movimiento independentista catalán y, también, la política de Pedro Sánchez, como intento explicar a continuación.
Este cuento ha dado lugar a una expresión popular que se usa cuando alguien imagina o sueña algo imposible.
En realidad, todos, o la mayoría, tenemos sueños, ilusiones, más o menos desconectados de la ‘realidad’, y no solo por el engaño de los sentidos, sino, incluso, con una efectiva o aparente expresión racional de deseos, no ya imposibles, pero sí, difíciles.
Y aún así, soñar con utopías, con Ítacas, no nos hace ilusos, a no ser que seamos propensos a ilusionarnos con demasiada facilidad con múltiples y diferentes objetos o causas.
Ilusionarnos por utopías, con proyectos aparentemente difíciles, puede ser estimulante, pero, a la vez, también puede provocar efectos colapsantes, paralizantes y, en definitiva, decepcionantes. Estas últimas son debidas, generalmente, a sueños e ilusiones claramente inalcanzables, quiméricos (fantasiosos, alucinantes)
Muchos recordamos al ¿emérito? Juan Carlos I que, en setiembre del 2012, en una carta publicada en la web de la casa real, refiriéndose al independentismo catalán, dijo:
‘(…) en estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia. Son, por el contrario, los más adecuados para la acción decidida y conjunta de la sociedad, a todos los niveles, en defensa del modelo democrático y social que entre todos hemos elegido’.
Que ese nefasto rey (como toda su parentela), y todo el estado, considerasen a nuestro movimiento independentista como quimérico, y que, en un mismo párrafo rechazase analizar las esencias (las bases fundacionales franquistas) y plantear la duda entre galgos y podencos a los independentistas, por ‘amenazar nuestro nivel de convivencia’ (cuando, como hemos visto, es el propio estado el que ha destrozado esa aparente convivencia, mediante la represión política, judicial, policial, etc.), no es más que una muestra de la desfachatez de ese nefasto rey y de sus plebeyos súbditos más fieles.
Así, considerar que los deseos de la población catalana de independizarnos, la vieron y ven, fruto de una fantasía, de una alucinación imposible; y que esa consideración se determine como la síntesis del pensamiento oficial, nos demuestra su desprecio a la democracia, y a su interés en no remover su vergonzante pasado, que el dictador y asesino Franco dejó ‘atado y bien atado’.
Ahora bien, nosotros mismos, y nuestros partidos independentistas, también nos dejamos llevar por ilusiones, muchas veces un tanto ilusas, dada la correlación de fuerzas. Pero, todos sabemos que el curso de la historia no es, forzosamente, lineal ni determinista; y, cuando menos se lo espera, o esperamos, aparece una chispa, un detonante, que lo cambia todo. Y, como explicaba Joseph P. Overton (1960 – 2003) con su método de la ventana, que he citado en repetidas ocasiones, al cambiar la perspectiva, puede cambiar la percepción de la realidad.
Pues bien, llegado a este punto, me parece oportuno recordar la citada fábula de Esopo:
‘La lechera
Una lechera caminaba canturreando alegremente rumbo al mercado, portando un cántaro de leche. Iba feliz, pues en su imaginación veía muchas cosas hermosas en su futuro.
Como la leche que llevo es de buena calidad – se dijo -, me pagarán buen precio por ella. De inmediato compraré un canasto de huevos, los incubaré y sacaré cien pollitos, que me rodearán en el estío.
Venderé los cien pollitos – siguió pensando – y luego compraré un robusto lechoncito que ceberé con esmero y, cuando esté grande y gordito, lo venderé por buena suma de dinero. Luego compraré una vaca con un ternerito que correteará travieso en el campo, desde el monte a la cabaña.
Brincó de alegría, entusiasmada con estos pensamientos y, por desgracia, resbaló. Soltó el cántaro y éste se hizo trizas en el pavimento.
¡Pobre lechera!… ¡Adiós leche, dinero, huevos, pollitos, lechón, vaca y ternerito!
La imaginativa lechera miró desolada que la tierra absorbía el blanco líquido y que un perrito hambriento lamía complacido lo que aún quedaba en el suelo.
La tradicional moraleja de este cuento va sobre la moderación de la imaginación, de los sueños. Y, claro, eso es fruto de una educación represora, conservadoramente castradora, ya que ‘olvida’ que el mensaje debería centrarse en el consejo de soñar, pero ir afianzando los sucesivos pasos y logros, y no distraerse de los obstáculos que pueden surgir en el camino.
Centrándonos en el reino español, con sueños de viejos recuerdos imperiales y conquistadores, vemos que van modelando la represión en función del momento y de su conveniencia particular y puntual, pasando de matar y conquistar (en 1714) a espiar, mentir, pegar a votantes, encarcelar, etc., y a ‘vender’ una pacificación edulcorada con promesas de millones y de transferencias (que, como sabemos, nunca se cumplirán)
Así, el reino español nos recuerda, claramente, el monstruo de la mitología griega Khimaira (Quimera), un monstruo con forma de león, cabeza de cabra, cola de serpiente, patas de dragón y que sacaba fuego por la boca; y era una personificación de la tempestad. Ya que cada unos de sus poderes, actúa con la fuerza bruta y maldad que le es propia a su condición. Recordamos el fuego que sacó por su boca el ‘PreparaO’ Felipe VI, el 3 de octubre del 2017, animando a todas las fuerzas del mal, al grito de ‘a por ellos’ (los catalanes)
Y nosotros, además de atemorizarnos y acobardarnos ante las bestiales manifestaciones de ese monstruo, en paralelo, para intentar ‘mantener’ un estado de ánimo descafeinado, hemos ido planteando metas volantes, y así, seguir teniendo vivas ciertas ilusiones, si bien, alejadas en el tiempo.
Y esas metas volantes han ido sucediéndose:
- el encarcelamiento de nuestros líderes, después su liberación;
- el repetido posible regreso del president Carles Puigdemont, después su apariencia fugaz el pasado agosto;
- ahora, el nuevo president del Consell de la República, Jordi Domingo, señalando que no podemos quedarnos parados dos años más, esperando a ver qué pasa, y apostando por trabajar con las Naciones Unidas para recabar su apoyo y reconocimiento;
- y ayer, 15 de febrero, las cinco vías presentadas por Oriol Junqueras (ERC) para llegar a la independencia: recuperar la mayoría social para conseguir la independencia, sin poner fechas y sin tomar ningún ejemplo exterior (Escocia, Quebec, etc.) y sin descartar ninguna vía democrática.
Pero todo eso me recuerda la mencionada fábula de la lechera, sueños que, ante el menor contratiempo, se esfuman.
Necesitamos huir de ese ‘horror vacui’ que nos imponen; y alinear nuestros sueños con estrategias y acciones coordinadas, acordadas.
Y si los partidos políticos ‘independentistas’ no están por la labor, como parece, nos queda la vía de las organizaciones sociales (ANC y Òmnium), exigiéndoles que dejen de marear la perdiz, como vienen haciendo, y que trabajen al unísono, para plantear las necesarias estrategias inmediatas de confrontación con la Quimera, el monstruoso reino español.
Sin una confrontación inteligente, pacífica pero contundente, nunca avanzaremos. La historia nos ha demostrado que las independencias no se piden ni se conceden gratuitamente, se conquistan a los reticentes estados.
Y es evidente que invistiendo presidente al represor Salvador Illa, como hizo ERC (sin olvidar que, en su momento, ya impidió que Carles Puigdemont fuese nombrado nuevamente president), y apoyar las leyes del truculento narcisista Pedro Sánchez, no es más que un camino para seguir consolidando y alimentando al monstruo.
Tampoco podemos esperar ni confiar en las organizaciones internacionales, ni en la ONU, pues tienen infinitos problemas más perentorios, especialmente en esta segunda época del imperialista Trump.
En definitiva, que lo tenemos muy difícil, pero toda carrera maratoniana empieza con un primer paso, con determinación y voluntad. Y eso depende de nosotros, de nadie más.
P.S.
Todos sabemos que el F. C. Barcelona, una importante institución de nuestro país, domina la maquinaria del cuento de la lechera, pues los culés somos aficionados a elucubrar si X e Y pierden, y nosotros ganamos, seremos líderes. Eso ha pasado en muchas ocasiones, y después se ha roto en cántaro. Veremos si mañana, no es así, y se pone líder.