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El Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo

La Asamblea General de las Naciones Unidas decidió proclamar el 29 de octubre como Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo. Y esto se alinea con la agenda regional de género de América Latina y el Caribe, que impulsa la Sociedad del Cuidado, como horizonte impostergable para impactar en las desigualdades estructurales de nuestras sociedades. La fecha sirve para visibilizar la importancia de los cuidados y para hacer un llamado a las naciones a invertir en la economía del cuidado y crear sistemas integrales de cuidados que sean sólidos, resilientes, desde una perspectiva de derechos humanos, de género, interseccional e intercultural.

Para avanzar hacia la igualdad sustantiva y alcanzar el desarrollo sostenible en 2030, es necesario superar cuatro nudos estructurales constitutivos de la desigualdad de género en América Latina y el Caribe. Estos son: 1) la desigualdad socioeconómica y la persistencia de la pobreza; 2) los patrones culturales patriarcales discriminatorios y violentos y el predominio de la cultura del privilegio; 3) la división sexual del trabajo y la injusta organización social del cuidado, y 4) la concentración del poder y las relaciones de jerarquía en el ámbito público (CEPAL, 2017a). Estos nudos se refuerzan mutuamente y generan complejos sistemas socioeconómicos, culturales y de creencias que obstaculizan y reducen la posibilidad de las mujeres de alcanzar su autonomía.  

Es en este escenario que la división sexual del trabajo ha impactado negativamente en el desarrollo, empoderamiento y autonomía de las mujeres, sobre quienes han recaído injustamente las tareas de cuidado, dentro de los hogares de manera no remunerada o remunerada, muchas veces de manera precaria y en condiciones de informalidad. Cuando hablamos de cuidados, referimos a todas las actividades que regeneran diaria y generacionalmente el bienestar físico y emocional de las personas. Estas abarcan las tareas cotidianas de gestión y sostenimiento de la vida, como el mantenimiento de los hogares, el cuidado de los miembros de la familia, la educación de hijas e hijos y el propio autocuidado.  

Reconocer, reducir, redistribuir, remunerar y representar el trabajo de cuidados son las cinco metas que se postulan para avanzar hacia la Sociedad del cuidado, que abogue por un nuevo acuerdo de corresponsabilidad, tanto entre hombres y mujeres como entre el Estado, el mercado, la comunidad y los hogares.  

Es necesario reconocer y valorar el trabajo del cuidado remunerado y a las personas cuidadoras como trabajadoras esenciales. Se deben adoptar también medidas que combatan los estereotipos de género relacionados con los cuidados, así como los relacionados con la raza, el origen étnico, la edad o el estatus migratorio, para reducir la segregación ocupacional en el trabajo del cuidado. Asimismo, hay que facilitar la transición del trabajo informal al formal y el trabajo decente, también en lo que atañe al trabajo del cuidado y doméstico remunerado, y crear empleos de calidad en la economía del cuidado y aumentar la recompensa y representación de las personas trabajadoras domésticas remuneradas, incluidas las cuidadoras. Es igualmente necesario hacer efectivo el derecho de las mujeres al trabajo y los derechos en el trabajo de quienes tengan responsabilidades de cuidados, incluida la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor.