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El dilema del tranvía y el independentismo catalán

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

La filósofa británica Philippa Ruth Foot (1920-2010) estudió y criticó el no cognitivismo y la racionalidad de la moralidad, profundizando en preguntas tipo: ¿por qué ser morales?, ¿por qué ser justos?, ¿por qué ser benevolentes?

En un artículo del año 1967, describió el ‘dilema del tranvía’, un experimento ético basado en un ejemplo, que redactó del siguiente modo:

‘Un tranvía corre fuera de control por una vía. En su camino se hallan cinco personas atadas a la vía por un filósofo malvado. Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente, por desgracia, hay otra persona atada a ésta. ¿Debería pulsarse el botón?’

‘El objetivo de este dilema era poner sobre la mesa la ética de las virtudes como una corriente del estudio de la moral y competir la hegemonía de otras teorías éticas más prestigiosas, en concreto, el utilitarismo.

Este dilema, desde un punto de vista utilitarista, tenía una solución muy fácil: era un imperativo moral pulsar el botón y matar tan sólo a una persona, salvando así a las otras cinco. Por un mero cálculo racional, el valor de la vida de esos cinco individuos era superior al valor de la vida de un individuo y, por lo tanto, la acción correcta era accionar el botón.

Para Philippa Foot, la ética de la virtud era especialmente crítica con el consecuencialismo, y el fin no podía jamás justificar los medios. La respuesta al dilema del tranvía, desde un prisma de la ética de la virtud, pasaría necesariamente por la versión opuesta al utilitarismo: Apretar el botón y pasar por la otra vía, constituiría una participación en el mal moral, haciendo que el sujeto sea parcialmente responsable de la muerte, mientras que, si no hiciese nada, nadie sería responsable de esas muertes, por lo que, la acción más deseable, sería no apretar el botón y dejar que el tranvía arrolle a las cinco personas.

(…) En un estudio realizado en Harvard, el 90% de las personas pulsaban el botón, para salvar a cinco personas en lugar de una. En estas personas, las zonas cerebrales activadas fueron las relacionadas con las emociones; mientras que al 10% restante (que pulsó el botón; o que no intervino) se activaron las zonas cerebrales relacionadas con el razonamiento.

Al popularizarse este dilema, con las consecuentes discusiones en todos los órdenes, otros autores plantearon variaciones de ese dilema:

Judith Jarvis Thomson: ‘Como antes, un tranvía descontrolado se dirige hacia cinco personas. El sujeto se sitúa en un puente sobre la vía y podría detener el paso del tren lanzando un gran peso delante del mismo. Mientras esto sucede, al lado del sujeto sólo se halla un hombre muy gordo; de este modo, la única manera de parar el tranvía es empujar al hombre gordo desde el puente hacia la vía, acabando con su vida para salvar otras cinco. ¿Qué debe hacer el sujeto?’

‘En este caso se encuentra una gran resistencia a decidir una participación activa. La mayor parte de la gente que en el caso anterior aprobaba el sacrificio de uno en favor de los otros cinco no aprueba, en esta situación, lanzar al hombre gordo a la vía.

La diferencia entre ambos ejemplos es que en este segundo hay una clara intención de dañar a una persona directamente. Mientras que, en el ejemplo anterior, el muerto sería un daño colateral (…) La doctrina del doble efecto explica que uno puede tomar una acción que concurra con perniciosos efectos secundarios, mientras que causar daño activamente -aunque fuera por una buena causa- es incorrecto.’

Otras variantes:

‘La vía en bucle: Como antes, un tranvía se mueve por una vía hacia cinco personas. A igual que en el primer caso, es posible desviarlo a una vía distinta. En esta vía hay un solo hombre gordo. Sin embargo, más allá del hombre gordo, la vía se encamina de vuelta a los otros cinco. Si no fuera por la presencia del hombre gordo, pulsar el interruptor no salvaría a los otros cinco. ¿El interruptor debería ser accionado?

‘El hombre en el jardín: Como anteriormente, un tranvía se mueve por una vía en dirección a cinco personas. Es posible desviar su dirección haciéndolo colisionar con otro tranvía, pero, al hacerlo, ambos descarrilarían y se precipitarían colina abajo, atravesando una carretera, hasta el jardín de un hombre. El dueño del jardín, que se halla durmiendo en su hamaca, resultará muerto. ¿Debería desviarse el tranvía?’

‘La variante de la esperanza: Como antes, un tranvía descontrolado se dirige hacia cinco personas. El sujeto se sitúa en un puente sobre la vía, con 2 botones a su alcance. El primero sirve para cambiar de raíl del tren hacia una vía en la que matará a una persona. El segundo botón sirve para hacer descarrilar el tren. Como consecuencia de descarrilar el tren con el segundo botón obtenemos un 50% de posibilidades de matar a todas las personas, y un 50% de posibilidades de salvarlas a todas. ¿Cómo debería actuar el sujeto?’

En la actualidad, este tipo de dilemas se ha planteado con los coches automáticos sin conductor. Pues la programación de los protocolos debe contemplar algoritmos con diferentes opciones con dilemas éticos, por ejemplo:

‘En un cruce, un vehículo con 5 personas se salta un semáforo en rojo y se interpone en nuestra vía, el vehículo automático no puede frenar a tiempo y debe escoger si seguir recto y matar a las 5 personas o desviarse y colisionar contra un muro, matando solo al propietario del vehículo automático’.

‘Por culpa del asfalto mojado el vehículo automático resbala y se dirige hacia un precipicio. En esa situación el vehículo automático puede seguir recto y matar a su propietario o desviarse y empujar a otro vehículo hacia el precipicio, matando al otro conductor’.

(fuente: Wikipedia)

Soy consciente que, planteando todos estos dilemas, así, seguidos, puedo acabar produciendo una gran confusión, cansancio y aburrimiento. Pero, plantearlos separadamente en diferentes escritos, tampoco sería muy diferente. Por esto me he decidido a hacerlo así, aconsejando que los pacientes lectores se planteen cada uno de estos dilemas, argumentándoselos debidamente. Evidentemente, será un ejercicio muy positivo a nivel personal. Y más, si la discusión es grupal.

Ahora bien, centrándonos en el conflicto entre España y Catalunya, podemos plantearnos diferentes opciones; a modo de ejemplo, seguidamente planteo algunas, con mis ‘valoraciones’, pero sería más conveniente que el lector se plantease sus propias preguntas y dedujera sus propias conclusiones:

Ante el deseo de un referéndum, manifestado por el 70/80 % de la población catalana, y utilizando el dilema de tranvía con la bifurcación:

¿es una actitud ética la actitud del ciudadano que opte por eliminar a la mayoría (los cinco del dilema)? Esa respuesta, evidentemente, es propia de antidemocráticas.

¿es una actitud ética la actitud del ciudadano que opta por descartar actuar, por inhibirse, escudándose con el argumento de que no tenemos que hacer nada, ya que la responsabilidad es de la empresa de los tranvías; es decir del estado español? Esa respuesta es la propia de una persona totalmente alienada de la sociedad.

¿es una actitud ética que el estado español, responsable de la empresa de tranvías del dilema, prohíba efectuar un referéndum y cualquier tipo de acción reivindicativa, prescindiendo de las posibles consecuencias? Esa respuesta es propia de estados absolutistas.

¿es una actitud ética que el actual ERC también decida inhibirse de actuar, sabiendo que hay muchos independentistas de base que serán atropellados ‘gracias’ a la nueva ley de disturbios públicos agraviados? Esa respuesta acomodaticia, es cómplice con el estado, para beneficiarse del poder que ostenta actualmente.

¿es una actitud ética que el actual ERC, actúe para salvar a unos, despreocupándose de otros, por ejemplo, del president Carles Puigdemont y de los otros tres líderes en el exilio? Esa actitud es mezquina.

¿es una actitud ética la de Junts que, pensando en salvar a unos y otros, acabe sin hacer nada, salvo marear la perdiz, para confundir al personal? Esa es una actitud infantil y cobarde.

¿es ética una actitud que se planteen diferencias entre ciudadanos de primera y de segunda (refiriéndome a la persona gorda de una de las variantes del dilema, y como la que vemos en la atención mediática y de apoyo de los líderes y principales encausados, respecto al olvido del resto de los casi 4000 independentistas anónimos)? Esa actitud es vergonzante.

¿es ética una actitud como la del PSC/PSOE y PP, que planifica protocolos para salvar el statu quo y a los poderosos, como al propietario del coche automático, al coste ciudadano que sea? Esa actitud además de antidemocrática comporta malversación.

¿es ética una actitud que se limita a criticar al otro, por pulsar el botón, o por no pulsarlo? Esa es una actitud envidiosa de la valentía de los que deciden actuar.

En definitiva, podría hacer una lista mucho más larga, pero me parece que el objetivo del presente escrito queda más que cubierto, si sirve para plantearnos a nivel individual y colectivo las diferentes opciones de las variantes del dilema que nos ocupa, pues, con toda seguridad, nos será positivo para madurar nuestra respuesta actual, nuestro comportamiento y nuestro compromiso. Efectivamente, todos estamos de acuerdo con el principio general de que ‘el fin no justifica los medios’, pero, como pasa siempre, no todo es blanco o negro, siempre hay matices. Y la respuesta ante esos matices, es la que refleja nuestro nivel ético.