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El estado profundo español y su caballo de Troya

En España estamos viendo una serie de maniobras turbulentas, de las que ayer afloró el cese del coronel de la guardia civil Diego Pérez de los Cobos, por la pérdida de  confianza por parte de su superior, el ministro de interior, el exjuez Fernando Grande-Marlaska.

Como sucede en estos casos, los medios de comunicación se polarizan con sus opiniones a favor o en contra de dicho cese; pues muchos medios más que explicar los hechos, lo que buscan es configurar un relato favorable a la ideología de sus propietarios y accionistas.  Y los medios denominados ‘sistémicos’ (los del ‘pesebre’, como también se les conoce), además, deben su fidelidad a los poderosos que reparten las subvenciones de todo tipo.

Y en estos momentos, que se precisa una mayor transparencia, los hechos, no de ahora, sino de siempre, nos confirman que justo en los temas importantes y más delicados, predomina el silencio, la tergiversación y, directamente la mentira interesada. Y la crisis que nos ocupa, no es una excepción, ya que Pedro Sánchez está ausente, como si esa película no fuera con él y, al no poder extraer rédito alguno, sus asesores de marketing le deben aconsejar que espere que escampe la tormenta.

Por su parte, Grande-Marlaska, en la sesión del congreso, a las preguntas que le han hecho todos los partidos, se ha limitado a repetir, como un mantra, que él no sabía nada del informe (partidario a las tesis de la extrema derecha), y que el cese se debe a una reestructuración de su equipo, y que asume su decisión, como ha hecho a lo largo de sus más de 30 años al servicio de la judicatura, y siempre respetando las leyes y el servicio a la ciudadanía.

Obviamente, las críticas le han llovido de todos los colores, y en la sesión de control al gobierno, esta mañana, el portavoz del PP y número dos del partido, Teodoro García Egea, “ha acusado al Ejecutivo de ‘manchar’ el ‘buen nombre de la Guardia Civil‘, diciendo ‘Hace cien años el fundador de la Guardia Civil, el Duque de Ahumada, se negó a cumplir una orden injusta del General Narváez. Más de un siglo después el general Laurentino Ceña (el número dos de la GC, que dimitió en solidaridad con Cobos) ha hecho lo mismo con su Gobierno, ha preferido irse que tomar una decisión injusta. Si Roldán (director de la GC en la época de Felipe González) no logró acabar con la Guardia Civil, ustedes tampoco lo harán’.  

A lo que el vicepresidente segundo del Gobierno (Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos) le ha contestado, visiblemente enfadado ‘¿Es usted consciente de lo que acaba de decir? ¿Está usted llamando a la insubordinación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado?’ Y le ha preguntado si estaba ‘pidiendo a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del estado que incumplan las órdenes que consideren por iniciativa e incitación del PP injustas. ¿Es consciente, en su enorme lucidez, de lo que está diciendo aquí? Sean prudentes, que nos estamos jugando la democracia’.

Por su parte, Pablo Casado, líder del PP, ha dicho a Pedro Sánchez ‘¿Qué tiene que pasar para que un ministro de su Gobierno dimita? ¿Qué más tiene que pasar? ¿Cómo tiene la poca vergüenza pedir diálogo, acuerdo, consensos, ara luego fulminar a todo el que le molesta? Por su parte, Pablo Iglesias ha pedido ‘respeto’ a la bancada popular, que ha recibido con risas sus palabras, a las que ha respondido’ ¿No se les cae la cara de vergüenza de reírse en un día de luto oficial?, les ha planteado” (Público).

Pedro Sánchez ha contestado que “si el PP piensa como Vox, actúa como Vox y vota como Vox, tenemos un problema”; es decir, una simple frase pirotécnica, sin entrar en el problema ni explicar la decisión del cese. Ese es su estilo, estar desaparecido o ser muy escueto, si no le queda más remedio; pero, en las ruedas de prensa semanales, hacerse el explícito, redundante, repetitivo y vacío de contenido interesante, pero, obviamente, el público destinatario es muy otro, y para ocupar las horas televisivas de mayor audiencia, sus asesores le preparan las lecciones que debe leer.

Debemos esperar, y confiar, que con el transcurso de los días podamos disponer de más información, ya que la prensa libre (especialmente la digital) no cejará, a pesar de las dificultades que se le pongan.

De todos modos, es preciso destacar dos puntos importantes, que no debemos olvidar:

·       Diego Pérez de los Cobos (n. 1964), biográficamente, tiene una historia ligada a la extrema derecha. “Su padre fue candidato, en Murcia, del partido de Fuerza Nueva, en las elecciones generales de 1977.

En 1992, fue uno de los seis guardias civiles procesados (y luego, él, absuelto por falta de pruebas) por la tortura a Kepa Urrua, detenido por su supuesta vinculación con el comando Vizcaya de ETA (en el caso de Pérez de los Cobos por supuestamente haber tapado la nariz y boca del detenido), dentro de lo que se conoció como caso Urra’, que terminó con la condena a prisión de tres de los guardias civiles implicados” (Wikipedia).

En el año 2017 alcanzó su “mayor gloria” como coordinador de las fuerzas del estado para frenar el referéndum catalán, culminando con la agresión policial que nunca olvidaremos.

Posteriormente, el coronel declaró como testigo en el proceso contra nuestros representantes políticos y sociales, siendo su actuación de lo más vergonzante, por lo que muchos especialistas en derecho, así como el propio expresidente de la Generalitat en el exilio, Carles Puigdemont (actualmente eurodiputado), consideran que debería ser citado, pero para sentarse en el banquillo de los acusados.

Como una nota adicional, es preciso señalar que su hermano, Francisco (n. 1962), magistrado, fue ascendido al tribunal constitucional el año 2010, y nombrado presidente del citado tribunal, el año 2013. Siendo reconocida su actuación subordinada a la estrategia del PP, contra todo lo que olía a catalán. Como se ve, el ADN familiar es claro.

·       Con relación a los informes de la guardia civil, que en este momento tanto molestan al gobierno de Pedro Sánchez (por involucrar al delegado del gobierno en Madrid y al doctor Fernando Simón, director del centro de emergencias; como comenté en mi escrito de ayer), son del mismo estilo que los informes que hemos sufrido desde siempre, es decir, un cúmulo de mentiras, de fabulaciones, basados en fuentes de información partidista de extrema derecha, etc., en definitiva, una sarta invenciones para ‘justificar’ el relato que les interesa incorporar en la acusación y que, posteriormente, los jueces aceptan acríticamente, sin cuestionar, nunca, su falta de rigor.

Y eso lo hemos sufrido aquí en Catalunya, desde el final de la guerra incivil, poniéndose más en evidencia durante todo el ‘proceso independentista’, gracias, especialmente, a la existencia de las redes sociales.

Pero esa práctica la han utilizado en todo el estado, sólo hay que recordar el caso Altsasu (Navarra), también instruido por la jueza Carmen Lamela, convirtiendo una pelea en un bar, el año 2016, entre jóvenes y guardias civiles de paisano, en una acusación por terrorismo y odio.

Y eso es lo triste y grave, estos informes no despertaron ninguna crítica ni por el PSOE ni por Podemos, ya que la sacrosanta unidad de España lo justifica todo. Y de “esos polvos ahora vienen esos lodos”.

Todos estos partidos unionistas hicieron bueno el poema de Martin Niemöller:

“Primero vinieron por los comunistas y no dije nada, porque yo no era comunista.

Luego vinieron por los judíos y no dije nada, porque yo no era judío.

Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada, porque yo no era sindicalista.

Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.

Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”

“Con este poema, el autor, un pastor luterano alemán (1892-1984), trata sobre la cobardía de los intelectuales alemanes tras el ascenso de los nazis al poder y la subsiguiente purga de sus objetivos escogidos, grupo tras grupo” (Wikipedia)

Y ese poema, del que existen diferentes variantes, en el Museo Memorial del Holocausto de los EEUU, en el primer verso, citan a los socialistas, en lugar de a los comunistas.

Es evidente que Pedro Sánchez, por su superficialidad, no recuerde ese poema, pero Pablo Iglesias y su partido, en su momento, no deberían haber mirado hacia otro lado, como hicieron. Y eso les resta credibilidad ahora que van a por ellos.

Y no es porque aquí no quede nadie, sino que muchos hasta nos alegramos de lo sucedido, ya que todo lo que sea evidenciar la podredumbre de las cloacas del estado, consideramos que siempre es o puede ser positivo (aunque la realidad nos demuestra repetidamente que no es así, pues, por citar un ejemplo, el fondo de las conversaciones, en la época de Mariano Rajoy, entre el ministro del interior del Jorge Fernández Díaz y Daniel Alonso, director de la oficina antifraude de Catalunya, mostrando la corrupción y malas artes de ambos, quedó impune).

Es preciso recordar que, históricamente, todos los estados han tenido y tienen un estado profundo, un “estado dentro de otro estado que hace referencia a una forma de gobierno clandestino de un estado, operado mediante redes de grupos de poder encubiertas, que actúan de manera coludida (pacto ilícito con daño a un tercero), con el fin de seguir una agenda en común y objetivos propios de manera independiente y en paralelo al gobierno legítimo y/o elegido democráticamente, muchas veces cometiendo actos de corrupción.

El origen del concepto como tal tiene directa relación con la creación de una red secreta establecida en Turquía por Mustafá Kemal Atatürk en 1923, conocida literalmente como ‘estado profundo’ (derin devlet, en turco). No obstante, previamente existieron ideas similares de mayor antigüedad, como en la Antigua Grecia, donde se originó el término (kratos en kratei), que posteriormente fue tomado por el Imperio romano (imperium in imperio, o también, status in statu)” (Wikipedia).

Ahora bien, en España la situación es muy peculiar, ya que los rebeldes que en 1939 ganaron la guerra incivil, se dedicaron a dominar y vampirizar todo lo que les apeteció, desde la justicia, las universidades, las principales empresas, propiedades, etc.; y para ello, colocaron a todos sus familiares y amistades fieles al ideario franquista, en los puestos relevantes. A esa gran familia, se le ha denominado el ‘franquismo sociológico’.

Es decir, ese franquismo dominó, formal e informalmente, todas las estructuras del estado, al menos hasta el año 1978, con la aprobación de la Constitución, si bien hoy día son comúnmente conocidas las presiones que ejercieron los militares y demás poderes fácticos, para preservar sus prerrogativas.

Por lo tanto, en España, durante los 40 años de Franco, no había, de hecho, un estado profundo; o, mejor dicho, todo era un estado profundo, ya que lo que no había, en realidad, era el paralelo ‘democrático’.

Pero eso no quita para que no hubiera disputas y crispación entre ese grupo sociológico franquista, ya que, como en todas las familias, siempre hay envidias, máxime cuando entre manos está el poder y la riqueza.

Y el núcleo duro: Ramón Serrano Suñer (el cuñadísimo), Severiano Martínez Anido, etc., ejerció un súper poder que bien podríamos considerar como el meta estado profundo.

Con los años, y la incorporación de los tecnócratas del Opus Dei, el poder se distribuyó, pero es importante resaltar que “los grandes nombre, los poderosos personajes que unieron su fortuna y su destino a la suerte del franquismo, desde el entorno familiar del general Franco y en la cima de su régimen (los March, Oriol, Fenosa, Aguirre…), supieron adaptarse a la monarquía parlamentaria, mientras una nueva generación de apellidos viejos con rostros renovados (Aznar, Rato, Trillo Figueroa, Arias-Salgado, García Escudero, Calvo-Sotelo, Fernández-Miranda, Cabanillas, Mariscal de Gante…) se preparaba para tomar el relevo en las instituciones. Para ellos, el tránsito de la dictadura a la democracia consistía en que se cumpliera, con el menor desgaste posible, el axioma lampedusiano: ‘si queremos que todo siga igual como está, es preciso que todo cambie’. Evidentemente, lo han conseguido.

‘El consenso fue una manera de imponer límites y silencios al debate nacional’ (Rafael Arias-Salgado, del PP, 1988), ‘dentro de todo proceso de transición -si quiere ser pacífico- la simulación forma parte del consenso (Raúl Morodo, del PSOE, mismo año). Culminada la ‘simulación’, impuestos ‘los límites’, resultaba sencillo reescribir los hechos y revisarlos a la carta. El pasado franquista fue conscientemente silenciado, disfrazado, desdramatizado por sus protagonistas con la excusa de que así se superaría la guerra civil y se construiría un puente de convivencia entre las dos Españas. Los perdedores, los opositores a la Dictadura, debían aceptar este requisito de los vencedores si querían participar en el juego democrático. Y así lo hicieron, con la simulación a golpe de consenso, en el que las izquierdas jugaron en inferioridad de condiciones” (Ctxt, Contexto y Acción, 2015).

Todavía no es suficientemente conocida la historia de esos clanes familiares, existentes también en Catalunya “lo decía Félix Millet. Somos 400 familias y siempre somos los mismos”; y el fenómeno de las puertas giratorias no sólo entre la política y las grandes empresas, y al revés, sino también en la judicatura, ya que 10 de los 16 jueces del franquista tribunal de orden público (TOP) ascendieron al tribunal supremo o a la audiencia nacional.

Y actualmente, esos personajes tienen el verdadero poder, y su tramoya popularmente es conocida por las ‘cloacas del estado’, ya que actúa con una estrategia guiada por el lema de que el fin justifica cualquier medio.

Es importante reconocer que en algunas situaciones, se da una sincronía entre ambos estados paralelos, independientemente del color político del gobierno ‘democrático’, y eso sucede en situaciones que los gobernantes estiman que el fin último, por ejemplo la unidad del estado, su papel institucional, etc., parecen peligrar.

En la España “presuntamente democrática” hemos tenido múltiples ocasiones en las que se ha dado esa sincronía y, por lo tanto, la democracia sólo ha sido una apariencia, ya que siempre ha estado ‘tutelada’, como lo fue, por ejemplo, el gobierno de Adolfo Suárez y todo el proceso constituyente, escatimando la votación de la forma del estado y configurando una constitución presionada por el ejército y poder judicial predemocráticos. 

En ocasiones el estado profundo ha dominado manteniéndose de forma paralela; en otras, ha considerado preciso introducir un “Caballo de Troya” en el gobierno democrático, para garantizar de mejor forma, su actuación; y Diego Pérez de los Cobos, podría ser, en este momento, ese caballo de Troya.

Como todo el mundo sabe, el “Caballo de Troya” se refiere a la reproducción de madera, confeccionada por el ejército aqueo, y que el ejército troyano, con una total imprudencia, introdujo en su ciudad, sin saber que introducía soldados del ejército enemigo. Es la contraposición de la argucia aquea contra la soberbia troyana.

En la actualidad, los troyanos son los peores virus informáticos; mientras que en la vida real, tenemos el coronavirus. Somos tan vulnerables…

La falta de moral y de ética, junto con una alta soberbia, han hecho creer a determinados personajes (que no merecen la denominación de políticos, ya que no tienen como objetivo el “arte social”, el “arte de vivir en sociedad”, pues su única interés no se centra en la polis, sino en sí mismos, o en su propio partido), que todo vale, y su petulancia les ha servido para saltar todos los límites morales, como, por ejemplo, con la aparición y actuación del Gal, en el gobierno de Felipe González; el caso Villarejo y la policía patriótica, en el gobierno de Mariano Rajoy; y ahora, el que podríamos denominar caso Lesmes, por citar al máximo responsable de la cúpula judicial, con su férreo control y su amoral conducta de nombramientos, estando en funciones, para seguir teniéndolo todo atado y bien atado.

Este entramado es el estado profundo español, encabezado por la monarquía borbónica, y los caballos de Troya van cambiando, como hemos visto, siendo el más reciente Pérez de los Cobos, y todo para mantener la “España, una grande y libre”, con la fórmula del “todo por la patria”.

Según muchos analistas, el aumento independentista catalán potenció la actividad del estado profundo español, pero no es fácil discernir cuál fue la causa y cuál el efecto. Pero lo que sí que está claro es que ahora Pedro Sánchez y Pablo Iglesias lo ven desde su actual poltrona y, siguiendo con el poema de Martin Niemöller:

“Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”

Lo triste de todo, es que seguiremos con el citado lema lampedusiano, aquí no cambiará nada, pues:

·       ese ataque de la ultra derecha a este gobierno de coalición PSOE – Podemos, que nunca han aceptado, y han atacado desde el minuto uno con toda suerte de insultos y denuncias, irá en aumento, todo será llevado a sus tribunales, cualquier acción u omisión del gobierno será judicializada, y la cúpula judicial, mayoritariamente, forma parte de ese estado profundo, de esas familias con puertas giratorias, que muchos aprovechan hasta límites ridículos, como ahora José Montilla,

·       pero el gobierno, en lugar de apoyarse en las fuerzas que le apoyaron, para restar fuerzas a ese submundo, lo que hacen, como siempre han hecho, es engrasar el sistema, como, por ejemplo, aprobando la equiparación salarial de las fuerzas y cuerpos de seguridad, con un aumento del 20%, para tapar la crisis generada.

·       por eso, al final, Pedro Sánchez intentará una carambola a muchas bandas, arroparse de la mayor bandera rojigualda, con el funeral de estado y, en paralelo, usar la estrategia del miedo, “si caemos nosotros, vendrán ellos”, el tradicional chantaje. La argucia, en lugar de la ética.

Y ante este panorama, sólo nos queda una salida, que muchos tenemos muy clara, aunque la veamos muy difícil, es decir, la independencia de nuestro país.

Amadeo Palliser Cifuentes